En definitiva, los mensajes fueron más moderados de lo esperado. Y realmente más moderados que lo escuchado un mes atrás.
Pero, esto no significa que la autoridad monetaria norteamericana no siga con su estrategia de normalización monetaria. Buena parte de la discusión durante el último FOMC se centró en la reducción futura del balance, quizás asumiendo la probabilidad que maneja del mercado superior al 80 % de una subida de tipos en la reunión de junio. Tipos y cantidades: de la misma forma que la Fed, y otros bancos centrales, tomaron medidas tradicionales y no tradicionales también su futura normalización irá más allá de subir los tipos de interés.
En el fondo, los mensajes de los dos principales bancos centrales mundiales (Fed y BCE) no son tan diferentes: éxito de las medidas de política monetaria extremas aplicadas hasta el momento y valoración, bajo una comunicación que debe ser muy meditada, sobre su futura normalización. No total normalización, puesto que también asumen que los tipos de interés a medio plazo serán más bajos que los históricos. Pero, al final normalización por dos razones: 1. Porque no es preciso mantener una política tan expansiva en el futuro; 2. Porque puede generar efectos secundarios no deseados. Naturalmente, difieren en el timing para comenzar esta normalización. Este miércoles quedó muy claro en el discurso del Presidente del BCE. Aunque sus mensajes no parecen incompatibles con un próximo cambio en el forward guidance.
Uno de esos riesgos o efectos secundarios a los que me refería antes se refiere a la estabilidad de las entidades de crédito. Más allá del impacto en resultados, afectando también a su estrategia futura y potenciales distorsiones en su balance. Conjuntamente con una regulación estricta y compleja, inacabada tras más de ocho años de crisis, todo ello también se puede traducir en limitaciones a la hora de cumplir con su principal labor de financiar el crecimiento.