¿Cuánto tiempo más pueden escapar a la regulación las grandes tecnológicas de EEUU?

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Aberdeen Standard Investments | Teniendo en cuenta el aumento de las protestas por la competencia desleal y su comportamiento poco ético, ¿cuánto tiempo más pueden escapar a la regulación las grandes empresas tecnológicas de Estados Unidos?

2020 fue otro año de resultados brillantes para el sector tecnológico. Sólo el índice FANG de Nueva York subió más de un 100% durante ese período. El sector tecnológico representa el 22% del MSCI World Index. Varias de las empresas más grandes se han disparado en bolsa consiguiendo que su capitalización supere el umbral del billón de dólares. Apple vale ahora más de 2 billones de dólares.

En este entorno, ha aumentado la preocupación por el dominio de las grandes tecnológicas, tanto dentro de su propio sector como en todo el espectro económico y político mundial. Estas empresas se han convertido en el centro de las quejas que van desde la pérdida de puestos de trabajo en la «vieja economía» y el comportamiento monopolístico hasta su papel en la facilitación de discursos polarizados y la interferencia en los procesos electorales. No es de extrañar que ahora se enfrenten a un importante escrutinio normativo.

«Sube de nivel»

Los políticos y los reguladores han pasado años lamentando el dominio y el comportamiento de las empresas de tecnología. Sin embargo, las medidas legislativas y reglamentarias apenas han hecho mella en ellas. Sin embargo, en los últimos meses, los reguladores han intensificado sus esfuerzos, acaparando los titulares en Estados Unidos y Europa.

Recientemente, el Congreso de EE.UU. publicó los resultados de una investigación de 16 meses sobre Google, Facebook, Amazon y Apple, cuestionando si habían violado las leyes de competencia. El informe fue contundente, y desencadenó una serie de demandas contra estas empresas. Algunos de estos casos están encabezados por las agencias reguladoras federales mientras que otros ya están siendo planteados (o apoyados) por muchos de los Estados.

En Europa, la tributación de los beneficios de las tecnológicas es, desde hace mucho tiempo, la manzana de la discordia, y las negociaciones continúan. Además, la Comisión Europea ha anunciado finalmente la Ley de Servicios Digitales y la Ley de Mercados Digitales. Ambos textos tienen por objeto proteger a las empresas más pequeñas de las prácticas anticompetitivas de los gigantes de la tecnología, así como proporcionar instrumentos de aplicación más sólidos. La intención de los reguladores es apoyar a las empresas tecnológicas más pequeñas para que puedan «nivelarse». De este modo, tratan de promover la competencia y la innovación tecnológicas, garantizando así una mayor elección y precios más bajos para los clientes.

“Muévete lentamente y destruye cosas»

Recientemente hemos hablado con expertos en Estados Unidos y Europa sobre el efecto potencial de las medidas legislativas y reglamentarias contra las grandes empresas de tecnología. Tras estas conversaciones, nos queda la opinión de que tales acciones tendrán un impacto mínimo en su comportamiento y en su rentabilidad por lo menos durante varios años. En contraste con el espíritu de «muévete rápido y destruye todo» de los fundadores de tecnología en Silicon Valley, los políticos y los reguladores tienden a estar muy limitados. De hecho, sólo pueden efectuar cambios a lo largo de los años si hay un acuerdo y un entusiasmo generalizados por dicho cambio.

En Estados Unidos, el obstáculo más importante para que se produzca un cambio más rápido es la falta de una legislación antimonopolio moderna. El marco legal para la regulación de la competencia proviene de la Ley Sherman de 1890 y la Ley Clayton de 1914 – ambas ¡con más de un siglo de antigüedad! Es importante señalar que la interpretación de estas leyes se endureció en la década de 1970 por el influyente juez Robert Bork. Argumentó que la intención original de estas leyes era proteger a los consumidores, no a los competidores, un precedente que se ha consagrado en la jurisprudencia de Estados Unidos. El problema de esta interpretación en la era moderna es que los clientes de las mayores empresas de tecnología suelen ser personas que utilizan un servicio gratuito. Por lo tanto, es difícil argumentar que están siendo «perjudicados» financieramente.

Se están realizando esfuerzos considerables para impugnar esta interpretación en los tribunales, con el Departamento de Justicia, la Comisión Federal de Comercio y muchos Estados a la vanguardia. Sin embargo, no esperamos que los tribunales se pronuncien en contra de una jurisprudencia tan bien establecida. Siendo realistas, el único camino para un cambio significativo en las prácticas comerciales o en las perspectivas de beneficios de las principales empresas de tecnología de EE.UU. es una nueva legislación. Así que, a pesar del apoyo bipartidista a la nueva legislación, las diferencias de opinión sobre los detalles significan que, por el momento, es sólo una posibilidad remota.

En la Unión Europea acordar, aplicar y hacer cumplir las nuevas leyes es un proceso complejo y prolongado. A pesar de los esfuerzos realizados en el marco de la nueva Ley de Servicios Digitales y la Ley de Mercados Digitales, es poco probable que estas nuevas normativas tengan efecto hasta pasados tres o más años. Habrá un período de consulta, varios pasos en el proceso legislativo y, finalmente, un acuerdo en toda la Unión Europea antes de que pueda comenzar la aplicación. Y, si se impugna la legislación, puede llevar años su resolución en los tribunales.

“Por favor, inténtelo de nuevo”

No hay duda de que la tendencia ha cambiado en la regulación de la tecnología. Se producirán cambios en la próxima década en áreas como la fiscalidad, la competencia y la privacidad de los datos. Pero la legislación es un proceso largo. Mientras tanto, las mayores empresas de tecnología tienen enormes recursos para defender sus modelos de negocio. El cambio real requerirá la determinación y la persistencia de los legisladores y reguladores que ocuparán muchos años y administraciones. Por lo tanto, esperamos que el efecto financiero del aumento de la presión regulatoria tanto en Estados Unidos como en Europa sea insignificante en los próximos años, aunque potencialmente podría tener un mayor efecto más allá.

Hasta ahora, los beneficios de las mayores empresas de tecnología han crecido constante y rápidamente. Las expectativas de que esta tendencia continúe han alimentado valoraciones cada vez más altas. Si bien creemos que los esfuerzos de regulación no afectarán materialmente a los beneficios y al crecimiento en los próximos años, es probable que todavía haya consecuencias para la valoración de los beneficios a largo plazo. Éstas son mucho más difíciles de prever, pero los inversores suelen exigir un descuento. Por lo tanto, el impulso regulador puede dar lugar a un máximo en las valoraciones antes de que veamos un impacto material en los beneficios.

Descubriremos en la próxima década si este es un juego en el que el ordenador siempre gana.