Fatiga pandémica: en Alemania también hay pobreza, y más de 13 millones de personas con problemas para pagar el alquiler

Merkel y Markus Söder

Lidia Conde (Fráncfort) | La gente se queja, ahora y antes de la pandemia, de lo mismo: los alquileres son demasiado elevados, las pensiones por jubilación demasiado bajas y “la globalización beneficia solo a los ricos”. Cabe recordar que Berlín es la capital de los sintecho. Dos mil; entre ellos personas procedentes de Polonia o Bulgaria que aterrizaron aquí en busca de trabajo. También en Alemania se avecina una crisis complicada. También aquí se percibe la pandemia como pérdida colectiva. 

¿Cómo será el mundo después? Por ahora, se registra una fuerte fatiga pandémica. Alemania confirmaba esta semana que mantendrá cerrados colegios, guarderías, bares, restaurantes y tiendas. Con una incidencia de 7 días inferior a 100 (en España se supera los mil casos por 100.000 habitantes en muchas comunidades), solo tiene abiertos los supermercados, las farmacias y las empresas. Sin embargo, la actual crisis no es tan grave como la Gran Depresión global de los años 30, aunque es peor que la de 2008. Son datos comparativos del Ifo, el instituto de investigación económica de Múnich. Tampoco en Alemania se perciben las medidas contra la expansión del virus como dicotomía entre economía y protección sanitaria, “porque es una ilusión pensar que el crecimiento económico se puede recuperar en un mundo en el que avanza la epidemia”. Es la conclusión de los expertos que están analizando las consecuencias económicas de la pandemia. Los analistas que asesoran al Gobierno apuestan por el proyecto “No Covid”, una estrategia a medio y largo plazo para evitar un tercer, cuarto o quinto lockdown. “A la velocidad del plan de vacunas, estaremos abriendo y cerrando hasta otoño, y para entonces no habremos alcanzado una inmunidad colectiva, por lo que nos espera otro confinamiento duradero de noviembre a primavera de 2022”, predice Andreas Peichl, jefe de macroeconomía del prestigioso Instituto económico Ifo de Múnich. En Berlín no hay plan para relajar las restricciones, aun teniendo una tercera parte de contagios que España y teniendo Alemania el doble de población. Los alemanes están de acuerdo. Solo el 18% lo ve desproporcionado. 

Mientras la economía china será a finales de 2021 un 10% mayor que antes de esta crisis, los Estados Unidos se situarán al mismo nivel que antes y Europa menguará. No es una buena noticia. Para Alemania el impacto es asimétrico, peor para el sector servicios que para la industria, afectada solo por la ruptura y la inferior fiabilidad de la cadena de proveedores globales a raíz de la pandemia. Pero Alemania espera recuperarse bien; por ahora solo el 8,3% de la economía está resultando afectada por el estrangulamiento ocasionado por el actual lockdown. Sin embargo, existe un amplio consenso político y social respecto a la política de confinamiento. “Hay que actuar y cerrar cuando la tasa de reproducción se sitúa por encima del 1 porque, de lo contrario, se perjudica más todavía a la economía”, dice Clemens Fuest, presidente del Ifo y defensor de la citada estrategia NoCovid. 

A pesar de las decisiones impopulares de Merkel y a pesar de la diversidad de posicionamientos políticos de los estados federados no hay disenso. “El peligro es el virus, también para la economía, y no las medidas para protegerse contra el virus”, advierte Peichl. “Para evitar el efecto yoyo, hay que bajar de una tasa de incidencia del 10 antes de abrirlo todo, cafés, restaurantes, tiendas. Si se abre con una tasa del 50, en abril estaremos en 200.” Para evitar que la economía colapse, las empresas siguen, según la estrategia NoCovid, con su trabajo, pero con precauciones y muchas videoconferencias.  

La epidemia no afectará tampoco el rumbo político. En otoño, el 26 de septiembre, habrá elecciones y Alemania votará de nuevo la centroderecha de la CDU de Angela Merkel, un partido que aúna las tradiciones socialcristianas, liberales y conservadoras. La economía social de mercado y el milagro económico están vinculados a Ludwig Erhard, el ministro democristiano tras la guerra. Por ahora, el partido seguirá con su apuesta por fortalecerse en el centro del espectro político porque ha constatado que en el centro puede perder más votantes de los que consigue ganar por la derecha si opta por asumir algunos de los mensajes de la ultraderecha de AfD (Alternativa para Alemania). En las encuestas los socialdemócratas (SPD) y La Izquierda suman juntos poco más del 25%. En 1998, el SPD alcanzó el 40,9% en las elecciones al Bundestag, el Parlamento Federal. El 48% de los trabajadores votó entonces por los socialdemócratas. En 2017 solo la mitad eligió al SPD. El resto se refugió en la extrema derecha de Alternativa para Alemania. Son ciudadanos maltratados por el trabajo precario y temporal, decepcionados por la exclusión laboral de los mayores de 60 años, y piden mayor control de la emigración. En Alemania, también hay pobreza. Más de 13 millones de personas que tienen problemas para pagar su alquiler

De cara al futuro, Alemania busca respuestas a la gestión de la crisis y a la incógnita en torno al mundo que le espera tras la pandemia. El virus ha provocado una recesión mundial. Millones de puestos de trabajo están amenazados. La deuda pública se dispara. Muchas empresas están al borde la quiebra. Y Gobiernos y bancos centrales tratan de amortiguar el impacto en la economía mediante programas coyunturales y ayudas. Por otro lado, se critican las restricciones públicas para proteger a los ciudadanos del contagio porque profundizan la caída económica. Entre tanto, los expertos avisan de los riesgos del sobreendeudamiento y de la inflación. ¿Cuál es la situación económica real y qué se puede hacer para gestionar la crisis? ¿Cuáles son las consecuencias a largo plazo para la economía y la sociedad? Una respuesta la ofrece el jefe del grupo parlamentario democristiano Ralph Brinkhaus, quien hace hincapié en que la crisis evidencia uno de los grandes retos futuros: la educación, “Alemania necesita una gran estrategia de formación, los años veinte será la década de la educación y de la formación continua de por vida.” La crisis acelera las transformaciones en el mundo de la empresa y los trabajadores deberán adaptarse.

En su último discurso de Nochevieja Angela Merkel reconoció que el año 2020 fue el más difícil de los últimos 15 años en los que ha estado al frente del país. Pero los próximos no serán más fáciles. Según Fuest, Alemania tiene margen para endeudarse por estar en una situación de endeudamiento público privilegiada. Alemania puede apoyar a Europa. En cuanto a la cuestión de quién paga, Fuest advierte que tanto la subida de impuestos como el recorte de gastos son difíciles de implementar, por lo que Alemania seguirá endeudándose. La cuota de la deuda ascenderá hasta el 72%. En la crisis financiera se situaba por encima del 80%. “Lo aguantaremos. Además, los tipos son muy bajos; lo que permitirá que el endeudamiento pierda dramatismo.” Para el presidente del Ifo, Alemania debe apostar por el crecimiento y “no darle tantas vueltas al debate de la deuda.” 

Los expertos del Ifo no dudan de que el comercio internacional se recupere. Fuest predice más globalización, no menos. Los perdedores serán la gente poco cualificada y poco preparada para operar en un futuro digital. La cualificación es la salida. Un dilema en el momento actual en el que el descenso de asistencia a clases presenciales repercute negativamente en los grupos de población más humildes y menos formados. 

¿Aumenta la desigualdad en el mundo a causa de la pandemia, como asegura la ONG Oxfam? Probablemente sí, señala el Instituto Ifo. Pero hay que tener en cuenta que el impacto de la crisis es heterogéneo. Habrá colectivos que sufran más las consecuencias que otros. Por ahora, Alemania no ha dudado en sacar la cartera y trata de amortiguar el impacto en su economía por el lockdown

La lucha contra la pandemia exige consenso político; por lo que todavía no se registran debates electoralistas de cara a las elecciones del próximo otoño. Brinkhaus puntualiza que en Alemania no se pueden ganar las elecciones polarizando. “Los jefes de los grandes partidos deben ser capaces de trabajar con los conservadores y con los progresistas.” La decisión de quién será el candidato de la CDU y la CSU a la cancillería llegará en abril. 

Markus Söder, primer ministro de Baviera y jefe de la CSU (el partido hermano de la CDU en Baviera), es el candidato con mayor carisma y mayor popularidad. No tiene la vena social de Merkel, pero su excelente gestión ante la pandemia le perpetúa en la línea de políticos que, como la canciller, dominan a la perfección el arte del consenso.