Necesitamos más OPVs

Ricardo Jiménez (Harmon)|El pasado 1 de febrero, Ferrovial realizó una presentación para analistas e inversores en Nueva York en la sede del Nasdaq, el mercado donde cotizará en breve. Esa misma semana debutó en la bolsa americana el gigante del juego Flatter, con sede en Dublín, que también reveló que trasladará su cotización principal de Londres a Nueva York. Siguen los pasos del fabricante inglés de chips ARM y la irlandesa de materiales de construcción CRH que empezaron cotizar en EEUU el año pasado buscando terrenos más fértiles para sus inversores. Parece que los han encontrado, CRH sube un 25% y ARM un 80% desde su traslado.
Un reciente estudio de Bloomberg, reveló que el número de compañías cotizadas en Londres se ha reducido un 25% en la última década. Si nos trasladamos a España, el reciente Libro Blanco publicado por BME, muestra que el número de neto de compañías cotizadas en el mercado continuo ha citado de forma constante en los últimos diez años. Allfunds compañía española especializada en distribución de fondos de inversión decidió iniciar su cotización en la bolsa de Ámsterdam. Con un valor inicial cercano a los 7.000 millones de euros, hubiera sido la mayor OPV de una empresa española en los últimos diez años. La bolsa española se ha secado lo cual es muy grave para el futuro de un país.
Hay una serie de factores comunes que explican el menor peso de las bolsas europeas: las constantes adquisiciones de compañías cotizadas por parte de fondos de inversión, la escasez de salidas a bolsa y el número de compañías cotizadas europeas que empiezan a emigrar a EEUU.
En el caso español hay factores propios que agravan el problema. El ahorro español ha oscilado históricamente entre los depósitos, letras del tesoro y la inversión en inmuebles. Ese es un esquema de países poco desarrollados financieramente y más propio de entornos inflacionistas. No se ha desarrollado un ahorro ni una educación financiera que permita contar con mercados financieros sólidos y dinámicos que ayuden el desarrollo y crecimiento de las empresas y de la sociedad en su conjunto. Las economías más desarrolladas cuentan con mercados financieros cuyo valor supone un importante peso sobre el PIB del país. Este porcentaje se sitúa en el 174% en Estados Unidos, 100% en Reino Unido a pesar de su debilidad tras el Brexit y solo un 51% en España. Si nos fijamos en instrumentos de inversión como los fondos de pensiones, estos apenas pesan en España el 9% sobre el PIB, frente al 53% de los países de la OCDE o del 80% que pesan en Chile.
Otro aspecto que juega en contra de España es la regulación que se aplica a muchos productos y operaciones financieras. Parece destilarse un cierto sesgo antimercado, con independencia del color del gobierno. España adoptó de forma unilateral el impuesto sobre transacciones financieras que no se ha hecho de forma común en la Unión Europea. Este mayor coste de comprar y vender acciones perjudica a las empresas españolas frente a otras comparables. Tampoco se permite es España el préstamo de valores a las Instituciones de Inversión Colectiva, práctica habitual en los paises de nuestro entorno. La regulación sobre las SICAVS ha hecho que disminuya los fondos gestionados y que muchas de ellas se deslocalicen en Luxemburgo, con perjuicio del mercado español.
Ninguna medida explica por si sola el poco tamaño de los mercados financieros españoles, pero todas suponen a crear distorsiones en el funcionamiento de estos y en hacerlos menos atractivos. El capital elige donde invierte y es libre de moverse. Cuál es el problema en que España sea un destino atractivo para el capital financiero, compañías holding etc. Este tipo de capital trae consigo talento individual, innovación, sueldos más elevados, riqueza y mayor capacidad de gasto, lo que ayuda al desarrollo de los países como muestra el ejemplo de Irlanda.
Si miramos a la regulación para potenciar el emprendimiento, nos encontramos que la ley de start-up, da una serie de incentivos fiscales que desaparecen cuando estas compañías empiezan a cotizar en mercados regulados o en mercados como BME Growth. Parece que no queremos tener compañías como Google, Amazon, Tesla o Meta. Todas esas compañías que hoy son las mayores del mundo en valor en bolsa nacieron como start-up gracias a emprendedores particulares y tuvieron acceso a bolsa de capital financiero privado y luego en mercados cotizados que les permitieron crecer. Todas ellas fueron fundadas hace menos de treinta años.
Si analizamos la evolución de los principales índices bursátiles en los últimos diez años desde 2013, vemos que España se ha quedado claramente atrás con un 11% de revalorización. En Estados Unidos el índice S&P 500 ha subido un 178%. Dentro de Europa, países que han favorecido el desarrollo de los mercados de capitales y el asentamiento de empresas en sus territorios como Irlanda y Holanda han subido un 145% y un 115% respectivamente. Incluso países más industriales como Alemania y Francia han visto subir sus índices bursátiles un 102% y un 99%.
Existe también una percepción de que el acceso a los mercados de capitales es caro, complejo y con numerosas cargas administrativas. Un ejemplo lo tenemos en las emisiones de renta fija de compañías españolas. Si bien el volumen se mantiene estable en el mercado español, las mayores facilidades en cuanto a requisitos y plazos de aprobación de los folletos de emisión, hace que las de mayor importe se realicen en jurisdicciones extranjeras a pesar de tratarse de compañías españolas.
Los reguladores son conscientes de estas trabas en el proceso de incorporación y van rebajando requisitos o creando nuevos tipos de mercado con mayores facilidades de acceso. Pero no solo hace falta asfaltar y quitar las curvas de la carretera que puede llevar a las compañías españolas de todos los tamaños a los mercados de capitales. Para que esas carreteras hacia la prosperidad no estén vacías hacen faltan medidas, muy detalladas para que el ahorro minorista fluya hacia las empresas y estas cuenten con bolsas de liquidez, alternativas y productos de financiación en el mercado doméstico. Hay que volver a atraer al mercado español al inversor extranjero y evitar que el ahorro español se marche fuera. El recién publicado libro blanco sobre el impulso de la competitividad de los mercados de capitales españoles es un buen compendio de estas.
En definitiva, relanzar los mercados financieros españoles debería considerarse un tema estratégico para el país. Necesita contar con un decidido impulso político, mucha educación financiera y muchas más Ofertas Públicas de Venta.