Intermoney | Uno de los factores claves que pueden subyacer detrás de la revuelta en el sector bancario fue la relajación en los requisitos a los bancos de la legislatura de Donald Trump. En mayo de 2018, Trump firmó la Ley de Crecimiento Económico, Alivio Regulatorio y Protección al Consumidor (la «Ley de Reforma»). Se trataba de una ley de alivio regulatorio en los requerimientos exigidos al sector bancario. En aquel momento se argumentaba que los requisitos de capital, liquidez y tensión para los bancos regionales y comunitarios serían perjudiciales para la economía.
Entre alguna de las medidas que se modificaron se encontraba el aumento del umbral de activos de las «instituciones financieras de importancia sistémica» o «SIFI», de 50.000 a 250.000 millones de dólares. Eso hacía que las entidades de 50.000 mill. en activos que antes estaban sujetas a los requerimientos y el cumplimiento de las normas prudenciales pasaban a estar exentas de tener que cumplirlo. Entre estas reglas no estaban sólo los colchones de capital, y liquidez, sino que también están los planes de resolución del banco, llamados testamentos.
También se eximía a las sociedades holding bancarias con menos de 100.000 millones de dólares en activos de las normas prudenciales reforzadas impuestas a las SIFI en virtud del artículo 165 de la Ley Dodd-Frank (incluidos, entre otros, la planificación de la resolución y los requisitos reforzados de liquidez y gestión de riesgos) además de eximir a las que tienen activos de entre 100.000 y 250.000 millones de dólares de seguir las normas prudenciales reforzadas. Un último aspecto es que se limitaba los tests de estrés realizadas por la Reserva Federal a los bancos y sociedades holding bancarias con 100.000 millones de dólares o más en activos.
Con este cambio en la legislación Silicon Valley Bank, con unos activos por debajo de los 250.000 mill. $ (Actualmente se encuentran en 209.000 mill.) no era considerado como una entidad sistémica y por tanto dejó de estar sujeto a requisitos más estrictos. Por ejemplo, ya no estaba sujeta a calcular y comunicar el Ratio de Cobertura de Liquidez, el Ratio de Financiación Estable Neta y los test de estrés se le realizaba cada dos años. Tampoco estaba obligado a establecer un colchón suplementario de capital.
La falta de cobertura de tipos de interés es otro aspecto que se debería de estudiar en el caso de estos bancos. En Europa, desde las primeras pruebas de estrés regulatorias bancarias europeas en 2009, las entidades financieras han sido evaluados por su sensibilidad a las caídas en el valor de los bonos del gobierno y, en algunos casos, cuando las pruebas no han sido satisfactorias hubo problemas, como fue el caso de algunos bancos italianos. En EEUU hemos visto una evolución clara a la baja en los depósitos desde que la Fed inició las subidas de tipos. Además, el desmantelamiento de los programas de compra de bonos del banco central está disminuyendo la cantidad de dinero en el sistema financiero, reduciendo mecánicamente los depósitos bancarios.
Habrá que ver si la paz acaba asentándose, aunque considerando las medidas regulatorias laxas, todavía podemos estar expuestos a ciertos sustos. En esta línea, no debe de extrañarnos que Moody’s cambiase su perspectiva sobre el sistema bancario estadounidense pasando de “estable” a “negativa” apuntando a que la quiebra de SVB ha impulsado un rápido deterioro en el entorno operativo.