Las letras USA con vencimiento a principios de junio llegan a ofrecer el 7% de rentabilidad

Ana Racionero (Intermoney) | Las cifras de inflación británicas de ayer por encima de lo esperado tenían su reflejo también al otro lado del Atlántico y aumentaban las apuestas de una subida adicional por parte de la FED de 25 pb, tras la cual se alcanzaría el pico. Del mismo modo, las apuestas de rebajas de tipos este año se veían reducidas a una sola, de la misma cuantía. Los Gilts retrocedían hasta niveles no vistos desde la breve pero intensa era Lizz Truss, y la prima del bono británico a 10 años contra su homólogo americano pasaba de los 50 pb por primera vez en más de una década.

Los mercados monetarios elevaban 35 pb el pico de interés de la libra hasta situarlo al 5.45%. La publicación de las minutas de la última reunión de la FED ponía de manifiesto la división entre los miembros respecto a si continuar subiendo tipos o hacer una pausa; sin embargo, en lo que sí estaban de acuerdo era en la escasa probabilidad de recortes y en el enfoque dependiente de los datos, dada la incertidumbre. Las letras americanas con vencimiento a principios de junio llegaban a sobrepasaba el 7% de rentabilidad, en tanto que el inexorable paso del tiempo nos acerca cada vez más a la “fecha X” y, por tanto, va desvaneciendo las esperanzas de un acuerdo en plazo. En particular, las que vencen el 1 y el 6 de junio escalaban un punto porcentual entero en el día. JP Morgan estimaba las probabilidades de un impago en una entre cuatro.

La agencia Fitch de rating se hacía eco de la situación de inseguridad e incertidumbre y amenazaba con rebajar la calificación crediticia del país. La caída de los bonos derivada de las expectativas de tipos más altos se terminaba frenando ante las ventas de acciones, ya que el S&P llegaba a caer hasta un 1%. El USD, como valor refugio, se beneficiaba del movimiento de aversión al riesgo. Christopher Waller, gobernador de la FED, decía que el movimiento o parada de junio dependería de los datos, pero que sería demasiado pronto para declarar el final de las subidas. Bostic, que, en el mejor de los casos, la FED no pensaría en bajar los tipos hasta bien entrado 2024.

China continuaba con su “sell off” de acciones, deshaciendo, al igual que las materias primas, el “rally” vivido con motivo de la reapertura, que predecía un PIB superior al 5% previsto por el gobierno, y el índice Hang Seng encamina su peor semana desde marzo. Japón, por el contrario, elevaba su previsión de crecimiento en mayo por el aumento del gasto y la producción.

Las noticias en Europa tampoco eran nada halagüeñas. Alemania publicaba su PIB final, que era revisado a la baja y, en lugar de estancarse en el primer trimestre como en la lectura preliminar, reflejaba un descenso del 0.3% respecto al trimestre anterior y del 0.2% interanual, entrando de ese modo este invierno en recesión técnica, la primera desde la pandemia, debido a la debilidad del consumo. La confianza del consumidor prevista para junio subía al -24.2 del anterior -25.7, con todo y con eso menos del -24 previsto. En España, los IPP caían en abril un 2% intermensual y un 4.5% interanual. Las ventas minoristas francesas descendían en abril un 6.8% desde el año previo, y la confianza empresarial retrocedía en mayo de 102 a 100 (vs 101). Vasle, del BCE, decía que el banco central tendría que seguir subiendo tipos para retornar la inflación a su objetivo. Los mercados monetarios establecían el pico de interés para la Eurozona alrededor del 3.75% en octubre, y pasaban a descontar por unanimidad 100 pb de subidas para el BOE de aquí a diciembre.

De Guindos decía que los salarios y los beneficios plantearían riesgos al alza para la inflación; que la general descendería rápidamente; que la de servicios sería el elemento más preocupante de la subyacente, y que los gobiernos deberían reducir las medidas de apoyo a la energía. Nagel declaraba que el BCE seguirá endureciendo su política para superar la elevada inflación. Villeroy, que el BCE ya habría tomado medidas contundentes para endurecer la política monetaria y ya habría completado la mayor parte del recorrido de subidas; que los tipos ya estarían claramente en terreno restrictivo, pero que podrían tardar más en afectar a la economía que en el pasado, y que deberían alcanzar su máximo en las próximas tres reuniones.

En E.E. U.U., el índice de actividad nacional de la FED de Chicago subía en abril contra todo pronóstico del anterior -0.19 al 0.07 (vs -0.20). Las peticiones iniciales de subsidios por desempleo también sorprendían, esta vez a la baja, con 229k frente a las anteriores 242k y las 245 previstas. El PIB del primer trimestre era revisado al alza del 1.1% al 1.3%; el consumo personal, del 3.7% al 3.8%; el índice de precios PIB, del 4% al 4.2%; y el PCE principal, del 4.9% al 5%. Los datos provocaban un pronunciado descenso de los bonos y un marcado aplanamiento de las curvas, y el mercado de swaps pasaba a descontar por completo una subida de 25 pb por parte de la FED en julio. Las ventas pendientes de viviendas se estancaban en abril desde la caída del 5.2% del mes anterior, cuando se esperaba un aumento del 1%. Respecto del año previo, cedían un 22.6%, menos que el anterior -23.3%, pero más del -20.1% previsto.

El petróleo se resentía de la subida del USD y el mal ánimo inversor, y el WTI descendía al entorno de los 72 USD por barril.