Cómo no marearse en la montaña rusa de las materias primas

Manuel Moreno Capa

Manuel Moreno Capa (Director de GESTORES) | ¿Cuántas crisis del petróleo hemos visto desde hace más de tres décadas? La del 73, la del 79, las de las tres –y no dos, como creen muchos– grandes guerras del Golfo (la primera, los diez años de enfrentamiento Irán-Irak, la segunda, la de la invasión de Kuwait, la tercera, la de la invasión de Irak)… ¿Se acuerdan del barril de crudo rondando los 150 dólares en 2008, o de cuándo bajó a menos de cero dólares en plena crisis pandémica?

Las materias primas, sobre todo las energéticas, viven desde siempre en una interminable montaña rusa (nunca mejor dicho en estos tiempos en los que Putin maneja políticamente el grifo del gas natural). De ahí que los fondos especializados en materias primas energéticas no figuren precisamente entre mis favoritos, ni siquiera en estos momentos, cuando el petróleo vuelve a los 80 dólares por barril (frente a los 50 en que acabó 2020), unos niveles ya muy por encima de la era AC (antes del coronavirus). Y del gas, ¿qué les voy a contar? La acelerada demanda de unas economías pasadas de vueltas, que intentan dejar atrás la crisis vírica cuanto antes, unida a las inevitables decisiones políticas que siempre han utilizado el crudo o el gas como herramientas de presión internacional, están detrás de esta escalada y de su gravísimo impacto a nivel doméstico: si las crisis petrolíferas de los años setenta nos obligaron a replantearnos, entre otras cosas, el tamaño y el consumo de nuestros automóviles, el calentamiento actual nos está obligando a mirar el reloj cada vez que ponemos la lavadora o el lavavajillas, o a temer que las próximas facturas de la luz dejen congelado nuestro pequeño negocio.

La última vez que en esta misma columna hablé de las materias primas (a finales de junio), ya apunté que el término de moda para referirse a ellas, “el súper ciclo”, no era igual para todas. El gas, por supuesto, estaba ya entre las candidatas a seguir subiendo, pero sin olvidar que hay otras materias primas no energéticas que, aunque también volátiles, presentan unas perspectivas alcistas más sólidas que los combustibles fósiles, destinados, antes o después, a ser arrinconados por las energías renovables.

Entre estas materias primas que seguramente mostrarán una tendencia alcista, pero menos volátil que el gas y el crudo, figuran sin duda las agrícolas, con sus derivadas en el sector agroalimentario. No se pierdan el análisis que publicamos en la revista “GESTORES” (editada en octubre junto al mensual “CONSEJEROS”). Su autora, Paula Mercado, directora de análisis de VDOS, subraya que “cuando aún una de cada nueve personas del planeta sufre desnutrición, el desafío agrícola y nutricional es inmenso”. Para responder a él, añade, asistimos a un gran desarrollo de tecnologías como la agricultura inteligente, la carne vegetal y la fermentación de precisión. Y, por supuesto, analiza en detalle diversos fondos especializados en estas técnicas: el Pictet Nutrition, el BGF Nutrition, el Invesco DB Agriculture, el Panda Agriculture&Water Fund…

Para carteras diversificadas que no quieran subirse a la montaña rusa de las materias primas energéticas, puede ser una buena idea invertir en los productos diseñados para afrontar el gran desafío de la lucha contra el hambre y la revolución alimentaria. Con esta puesta, el inversor también pondrá su granito de arena en otro de los grandes retos de la emergencia climática: dar de comer a los habitantes de este planeta sin terminar de romperlo del todo.

Además, esquivará ese llamado “súper ciclo” que, en realidad, parece una multitud de “mini ciclos” de diversas y fluctuantes direcciones: igual que el petróleo y el gas volverán a bajar tras el calentón, ya hemos visto cómo el frenazo en la demanda china ha frenado en seco la escalada del hierro, mientras que el impulso del coche eléctrico tiene pinta de mantener caliente la demanda de cobre y otros minerales como el litio y el cobalto, aupados también por la inversión en energías renovables, igual que el grafito, el níquel, el aluminio…

En todo caso, nunca olviden que invertir a través de fondos en mercados y tendencias especialmente volátiles supone siempre el inconveniente de que quizás coincida una parte baja del ciclo (sea este súper o mini) con el momento justo en el que, por cualquier circunstancia, necesitemos hacer líquidas nuestras participaciones. Para que en esos casos no nos dé un mareo, mejor evitar subirnos en montañas rusas, a no ser que tengamos carteras de fondos muy, pero que muy diversificadas.