COP28 en Dubái: retomando el camino del objetivo de 1,5° C en la temperatura media global

Marie Lassegnore (La Française) | Las negociaciones sobre el clima se reanudarán el 30 de noviembre en Dubái en medio de fenómenos meteorológicos extremos, conflictos geopolíticos y un creciente interés público de la integridad de los compromisos. Sin embargo, está por ver si la COP abrirá el camino a avances revolucionarios.

La Organización Meteorológica Mundial estima que la temperatura media de la superficie de la Tierra entre 2023 y 2027 será entre 1,1° y 1,8° C superior a la temperatura media de finales del siglo XIX. Gran parte de este aumento es consecuencia de la actividad reciente. Los resultados del informe Global Stocktake[1] (que hace un seguimiento de la aplicación del Acuerdo de París y evalúa los avances hacia los objetivos a largo plazo) señalan específicamente que el 42% de las emisiones generadas desde 1850 se generaron entre 1990 y 2019. Está claro que para mantener vivo el objetivo de limitar el calentamiento a 1,5° C son necesarias políticas y compromisos financieros más ambiciosos.

Tras varios años de estancamiento e incluso de desilusión, esta COP debe demostrar que las negociaciones sobre el clima siguen siendo pertinentes y capaces de inducir un cambio real, a la altura del reto climático. Recordemos que la trayectoria de 1,5° C exige ahora que las emisiones mundiales disminuyan un 43% para 2030 frente a 2019 y un 60% para 2035[2]. Para contextualizar, desde el Acuerdo de París, las emisiones de CO2 fueron más elevadas en 2021 y deben alcanzar su punto máximo antes de 2025 para que la trayectoria sea posible.

La presidencia de la COP 28 desea movilizar las contribuciones públicas y privadas en los siguientes ámbitos, que podrían generar más o menos alteraciones:

  • Aceleración de la transición energética y reducción de las emisiones antes de 2030
  • Asegurar la financiación climática
  • Naturaleza, transición justa y personas
  • Inclusión

En cuanto a los temas más tradicionales de la transición energética, la atención se centrará en acelerar la eliminación progresiva del carbón, que no se espera que sea fuente de una sorpresa positiva. De hecho, las proyecciones del AR6 (Sexto Informe de Evaluación del Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático) muestran que una alineación con 1,5° C requeriría una reducción del 67% al 82% en el uso del carbón para 2030 frente a 2019[3]. Este alineamiento requeriría una salida más completa de lo que se ha acordado, por lo que aún hay margen de interpretación con la «reducción progresiva».

Por otro lado, parece que podríamos esperar un compromiso por parte de la industria petrolera para reducir a la mitad las emisiones de Alcance 1 y 2 y fijarse el objetivo de cero emisiones de metano en toda la cadena de valor.

En cuanto a la capacidad de sustitución, también esperamos un compromiso para triplicar la capacidad mundial de energías renovables para 2030. La tendencia es positiva en este sentido y se basa en la

caída masiva de los precios de la energía entre 2010 y 2019; de media, una reducción del 85% del precio unitario de la energía solar y del 55% de la eólica[4].

Dentro del sector financiero, una de las mayores decepciones ha sido el compromiso de movilizar fondos públicos y privados para la lucha contra el cambio climático, que debía alcanzar los 100.000 millones de dólares anuales en 2020 y que, tras quedarse corto en una ocasión, nunca se ha logrado desde entonces. Sin embargo, según el 5º Diálogo ministerial bienal de alto nivel sobre financiación climática, hay esperanzas de que el objetivo se alcance finalmente este año. Puede que haya una luz al final del túnel, dado el optimismo que rodea a la financiación, ampliamente considerada como un indicador de la ambición climática. Todas las partes esperan ahora mayores compromisos para financiar la adaptación al cambio climático y a los países más vulnerables.

El «Stocktake» menciona que la creación de empleo relacionada con la transición energética sería 3,5 veces superior a la reducción de puestos de trabajo de aquí a 2030. De hecho, el progreso real podría derivarse de la noción de una transición justa, que incluya a la naturaleza y a las personas.

En la COP27, los océanos y los bosques ocuparon un lugar destacado en las negociaciones dada su relación fundamental con el cambio climático. Se espera que la salud, tanto si afecta a los seres humanos como a la agricultura, se mencione formalmente por primera vez en la COP de este año. El cambio climático está afectando los sistemas sanitarios: mayor incidencia de golpes de calor, condiciones de trabajo más duras, aumento de las enfermedades transmitidas por virus, cambios en la nutrición y el rendimiento de los cultivos.

Una cosa es claramente diferente este año, y radica en la conciencia general de la insuficiencia de las medidas. El Global Stocktake se esfuerza por sugerir políticas más ambiciosas que podrían ser la base de un futuro prometedor después de la COP 28. La clave para mantener vivo el objetivo de 1,5° C es la cooperación internacional en torno a objetivos nacionales coordinados, independientemente de las emisiones históricas. «No es la más fuerte de las especies la que sobrevive, ni la más inteligente la que sobrevive. Es la que es más se adapta al cambio».

[1] Sb2023 _ 09E.pdf (unfccc.int)

[2] Sb2023 _ 09E.pdf (unfccc.int)

[3] AR6 Synthesis Report: Climate Change 2023 (ipcc.ch)

[4] [4] AR6 Synthesis Report: Climate Change 2023 (ipcc.ch)