Nuestro escenario base es una recesión en EE.UU. y Europa a finales de este año

Stefan Hofrichter Responsablede Economía y Estrategia Global Allianz GI | Vamos a empezar por las buenas noticias. Desde finales de 2021, las cadenas de suministro mundiales se han estabilizado: el Índice de Presión de la Cadena de Suministro de la Fed se sitúa, actualmente, en uno de sus niveles históricos más bajos; y esto es algo que debería ayudar a reducir la inflación. Por otra parte, según los datos de la OCDE1 , la actividad económica mundial se sitúa alrededor del 2,5%. Es cierto que no es una cifra muy llamativa, pero es mucho mejor de lo que se esperaba.

Por otro lado, los dos últimos meses han sido favorables
para los inversores. De hecho, a mediados de junio la renta variable mundial, según el índice MSCI World, ha obtenido
una rentabilidad cercana al 10% ajustada a la inflación estadounidense desde el pasado mes de octubre. Por su parte, las tires de los bonos se han mantenido bastante estables desde principios de 2023, lo que ha propiciado una rentabilidad nominal positiva para los inversores.

Por lo tanto, ¿estamos ante un entorno “Ricitos de Oro” que respalda a todos los principales mercados de activos, en el que el crecimiento no avanza ni demasiado fuerte ni demasiado débil? En nuestra opinión, el camino no estará exento de curvas durante los próximos meses y lo más seguro es que tengamos que hacer frente a los siguientes tres retos:

La inflación sigue siendo muy elevada.

Es cierto que la inflación general se ha suavizado, gracias sobre todo a la caída de los precios de la energía. Sin embargo, la inflación subyacente anualizada (sin incluir el precio de la energía y los alimentos, que son muy volátiles) se ha mantenido entre el 4% y el 5% durante varios trimestres, muy por encima del objetivo del 2% fijado por los bancos centrales (véase el Gráfico 1). Tal y como reflejan numerosos estudios, la inflación necesita más tiempo para enfriarse tras un periodo prolongado de nieveles elevados, sobre todo debido a los efectos secundarios, como los aumentos salariales.2 Dada la persistente inflación subyacente, no somos tan optimistas como la mayoría sobre que la Fed pueda permitirse recortar los tipos en el segundo semestre de este año. Por tanto, esperamos nuevas subidas en Estados Unidos. De hecho, en la reunión de junio el organismo apuntó a dos subidas más antes de finales de año. Además, también podría ser probable que el Banco Central Europeo se vea obligado a subir los tipos más de lo que actualmente prevén los mercados. Por lo tanto, consideramos que las posibilidades de una nueva caída de los rendimientos de los bonos son limitadas.

Nuestro escenario base es una recesión en EE.UU. y Europa a finales de este año.

Hay que reconocer que los indicadores de alta frecuencia siguen apuntando a una expansión de la actividad económica a corto plazo. Sin embargo, varios indicadores adelantados coinciden con nuestra previsión de que se pueda producir una posible recesión, por ejemplo: la inversión de las curvas de tipos, la contracción de las medidas de oferta monetaria y el techo del ciclo financiero (una medida de la dinámica conjunta de los precios de la vivienda y el apalancamiento del sector privado). A lo largo de la historia, cada vez que los bancos centrales
 han aumentado los tipos hasta niveles extremadamente elevados para luchar contra la inflación, casi siempre el resultado ha sido una recesión. Y, sin duda, esto es muy importante para los inversores, ya que los activos de riesgo suelen obtener mejores rentabilidades durante una recesión. En general, parece que la recesión será moderada y poco profunda. Sin embargo, no estamos tan convencidos porque, por ejemplo, la caída del mercado inmobiliario, tanto residencial como comercial, al finalizar un periodo de precios al alza, podría provocar una desaceleración económica más acusada de lo previsto por los inversores.

Persisten los riesgos de inestabilidad financiera

No cabe duda de que la quiebra o el rescate de algunos bancos estadounidenses a principios de año parecía responder a causas aisladas, al igual que ocurría con Credit Suisse. Sin embargo, el factor común fue su incapacidad para adaptarse a la fuerte subida de los tipos en un momento en el que el apalancamiento en el sector privado era elevado tras el auge económico de 2021. No obstante, la subida de tipos no sólo ha afectado a los bancos, sino también a las entidades financieras no bancarias. Los mercados de activos ilíquidos, especialmente los inmobiliarios, pueden convertirse en una fuente de inestabilidad financiera, como ha advertido en repetidas ocasiones el Fondo Monetario Internacional. Así pues, estas inquietudes sobre la estabilidad financiera dificultaránla actuación de los bancos centrales. Sin embargo, de momento no han mostrado señal alguna de dejar que estos riesgos se interpongan en su lucha contra la inflación. En conclusión, aunque creemos que los mercados podrían atravesar algunos altibajos en lo que queda de año,los inversores pueden encontrar buenos momentos de entrada en todas las clases de activos. Por ejemplo, en el caso de la renta variable, esto podría ocurrir cuando las expectativas de beneficios se desplomen durante la desaceleración prevista y las acciones “escalen un muro de preocupación” incluso ante la negatividad del mercado. Dadas nuestras perspectivas de crecimiento, y tras la subida de los rendimientos de los bonos en 2022, esperamos tires positivas para la renta fija, aunque sin ninguna garantía. Por lo tanto, nos encontramos en un punto en el que es importante mantenerse atento.