S&P repasa los bancos españoles

Santander Corporate & Investment | S&P celebró el jueves su seminario anual sobre deuda soberana y bancaria de España. La agencia de calificación destacó que todas sus calificaciones de los bancos españoles tienen ahora outlook estable, con la salvedad de Banco de Sabadell, que en estos momentos tiene outlook positivo, ya que la entidad está alcanzando gradualmente los hitos recogidos en su plan estratégico. También señaló que la estabilidad prevista de las calificaciones llega después de algunas actuaciones positivas sobre los ratings realizadas en los últimos 12 meses, y en concreto la mejora de Cajamar e Ibercaja (esta última pasó a Investment Grade en noviembre de 2022). Para 2024, S&P considera que la rentabilidad se mantendrá fuerte, incluso si la expansión del margen financiero neto se desacelera con respecto al crecimiento extraordinario observado en 2023, ya que la agencia prevé que la revalorización de los préstamos en la coyuntura actual de tipos de interés siga siendo un factor positivo, mientras que es probable que el crecimiento de los costes de los depósitos continúe siendo moderado. En este contexto, S&P indicó que estima que el efecto de los tipos de interés sobre el margen de intermediación seguirá superando el impacto negativo derivado de los volúmenes de préstamo. Aunque cree que el descenso de las carteras de préstamos que se está produciendo en 2023 se moderará el próximo año y que el crédito en el sistema se mantendrá estable, destacó que un desapalancamiento adicional de la economía en el futuro (tras más de una década de fuerte reducción del crédito) representaría un motivo de preocupación a medio plazo para las perspectivas del negocio bancario. S&P también prevé un aumento de los costes crediticios de unos 50pb, que considera un nivel asumible que sitúa el coste del riesgo en un nivel normalizado a lo largo del ciclo. Este aumento reflejaría cierto deterioro de la calidad de los activos, aunque cree que el menor crecimiento económico (que es la tónica dominante no sólo en España, sino en la mayoría de las jurisdicciones europeas) tendrá un impacto tan solo moderado, ya que prevé que los niveles de empleo se sostengan relativamente bien. S&P destacó que, al no haberse materializado la consolidación de forma más generalizada –más allá de la fusión de CaixaBank y Bankia y la consolidación de Unicaja con Liberbank– en una coyuntura marcada por retos para la rentabilidad en el anterior ciclo de tipos de interés negativos, no prevé movimientos de consolidación significativos ahora que es probable que los bancos disfruten de niveles de rentabilidad más sólidos en un entorno de tipos de interés positivos (incluso cuando los tipos de mercado empiecen a bajar). S&P no descarta la posibilidad de que se produzcan operaciones ad hoc de menor envergadura, como el anuncio efectuado el miércoles por Abanca de que va a adquirir el banco portugués EuroBic (tras lo cual S&P reafirmó las calificaciones «BBB-/A-3» de Abanca). También considera relativamente sólidas las posiciones de financiación y liquidez de los bancos de cara al nuevo entorno el próximo año, entre otras razones por el hecho de que las carteras de préstamos se financian en su totalidad con bases de depósitos comerciales. Al examinar las posibles repercusiones de las medidas de política monetaria, S&P destacó que, si bien ha analizado distintos escenarios, su hipótesis de base es que el BCE ha finalizado su ciclo de subidas de tipos de interés (aunque su opinión es que el ciclo de bajadas probablemente se iniciaría después de lo que actualmente contempla el consenso del mercado) y que otras medidas que se podrían estar considerando probablemente sólo tendrían un impacto modesto en el sistema bancario. En concreto, su hipótesis central es que cualquier cambio en los requisitos de reservas mínimas probablemente solo implicaría un aumento a niveles cercanos al 2% vigente antes de la crisis financiera. S&P también cree que los niveles de solvencia se mantendrán sólidos, con repartos a los accionistas que se situarán en general en torno al 50% de los beneficios, con algunas excepciones que quizá distribuyan proporciones mayores.