Contabilidad Creativa

Ricardo Jiménez (Harmon) | En los finales de los años ochenta y principio de los noventa se vivió una época de crecimiento en los resultados de las compañías inglesas. Sin embargo, algunas de ellas que formaban parte del índice FTSE 100 (Polly Peck, Maxwell Corporation) quebraron de la noche a la mañana a pesar de presentar buenos resultados contables.

Terry Smith, analista del banco UBS Phillips & Drew, publicó en 1991 una nota de análisis titulada “Accounting for Growth”. El informe explicaba en detalle algunas prácticas contables, no ilegales, cuya flexibilidad permitía a las compañías presentar ante los inversores un aparente incremento de resultados, mientras su generación de caja se deterioraba de forma muy importante.  El éxito del informe, votado como el mejor informe de analistas de 1991 en la encuesta Extel, hizo que el analista publicara un libro con el mismo título, que vendió más de cien mil copias. UBS despidió a Terry Smith. Hoy es uno de los gestores de fondos más famosos en Inglaterra.  Su fondo, Fundsmith, cuenta con más de 25.000 millones de euros en gestión y ha obtenido una rentabilidad anual media del 15,6% desde su creación en 2010.

La contabilidad creativa, también llamada ingeniería contable, utiliza los vacíos de la normativa y su flexibilidad interpretativa. Permite, sin que el auditor realice ninguna salvedad en sus informes, maquillar los resultados, dando una mejor imagen de la evolución de las compañías para favorecer una buena evolución en bolsa. Debido a ello, los inversores toman sus decisiones en base a una información que les llega con frecuencia edulcorada sobre todo en métricas claves como el resultado operativo, el resultado neto o el flujo de caja libre de las compañías. Los cambios en el tratamiento contable de cualquier partida deben ser justificados ante el auditor y aprobados por este, lo que añade nuevos niveles de interpretación. Existe una fina línea entre la contabilidad creativa, que en principio presupone un conocimiento profundo de la contabilidad y de sus posibilidades, y el fraude contable, que supone un uso ilícito de esta práctica en beneficio de la empresa.

Alphabet, compañía matriz de Google, sube cerca de un 40% en 2023. Los resultados del primer trimestre batieron las expectativas de los analistas. Gran parte de la mejora es gracias a que ha alargado la vida útil de sus equipos, reduciendo el gasto por amortizaciones en más de mil millones y aumentando sus beneficios contables. En los dos últimos años, Amazon también ha recurrido a esta técnica con un impacto de 6.000 millones de mayor resultado operativo. En su informe 10K, Microsoft ha informado de la modificación de su política de amortización con un impacto aproximado de 3.000 millones de mayor resultado neto en 2023. Si a estos cambios añadimos el fuerte nivel de recompra y amortización de acciones, es claro que los datos como el beneficio por acción, o ratios como el PER quedan totalmente distorsionados.

No hay que olvidar que la compensación de los máximos directivos está ligada a los resultados contables de las compañías. El consejero delegado de Microsoft cobró más de 300 millones de dólares en 2021. La facilidad con que los resultados contables pueden ser modificados con el objetivo de batir las expectativas del mercado y la aceptación por parte de inversores y analistas ha hecho que Warren Buffet afirmase en su carta a los inversores de 2023 que esta manipulación es una de las vergüenzas del capitalismo.

Otra de las formas de maquillar los resultados de las compañías es explicarlos en base a los denominados resultados “ajustados”, las llamadas medidas alternativas de rendimiento, en lenguaje de la CNMV. Se trata de excluir de los resultados contables todos aquellos factores que la compañía considera distorsionadores y que afectan a la interpretación de cómo evoluciona el llamado negocio “recurrente”. Partidas como la amortización de intangibles, compensaciones salariales en base a acciones, gastos de restructuración, gastos por fusiones o adquisiciones, valoración de participaciones o el impacto de los planes de pensiones son con frecuencia interpretadas a gusto de la empresa para producir estas métricas no contables. Un informe publicado a principios de junio por la firma de análisis Calcbench realizado sobre 200 compañías del índice S&P calcula que los resultados netos “proforma” de estas compañías son en media un 38% superiores a los resultados netos contables reales.

El problema es que cada compañía tiende a hacer ajustes diferentes, lo que da lugar a que, bajo el mismo nombre, se dan métricas extracontables no comparables entre compañías. Dichas métricas ocupan con frecuencia un lugar preferente en las presentaciones de resultados de las compañías, mientras que los datos contables reales se pierden en los anexos. El poco tiempo que tienen los gestores para analizar compañías complejas hace que todas estas métricas sean comúnmente aceptadas, con el riesgo que ello implica. Si leemos las presentaciones de compañías españolas, nos encontramos con numerosos acrónimos, como OIBDA, RLFCF, BTS que reflejan métricas elaboradas a gusto de cada compañía.

Estos ajustes no están explícitamente prohibidos, pero tanto la SEC en Estados Unidos como la CNMV han centrado su atención en ellos, intentando evitar los “trajes a medida” de cada empresa. Ambos reguladores están pidiendo detalles y explicaciones. La SEC publica las cartas enviadas a las empresas, por lo que aumenta la presión sobre las mismas. Lyft, compañía de movilidad ha sido requerida por la SEC a modificar su “Resultado neto ajustado” del último trimestre de 2022. Dicho resultado “proforma” inicialmente publicado en 126 millones se ha convertido en una pérdida de 248 millones, tras incluir unas primas de seguro que la compañía había excluido. La acción cayó un 36%, al conocerse esta rectificación.

Esta situación pone el foco en el funcionamiento de las comisiones de auditoría de las compañías, compuestas por consejeros independientes. Esta comisión es la que debería convertirse en el centro de la defensa del interés de los accionistas, frenando las posibles tentaciones de los equipos directivos. Hay que evitar que cada diez años se produzca un gran escándalo contable: Polly Peck, Enron, Wirecard, Pescanova, Gowex y así hasta el próximo.

La contabilidad no deja de ser la mejor opinión de quien la realiza. Si tiene dudas de la de una compañía no invierta en ella. Si invierte, es mejor seguir la de caja de las empresas. Es la no generación de caja lo que las acaba matando, por mucho que brillen sus resultados “proforma”.