El grado de inversión parece actualmente la mejor opción si hay volatilidad y recesión por delante

Alvaro Antón Luna

Álvaro Antón Luna (abrdn) | Los humanos hemos investigado mucho sobre cómo evaluamos el riesgo y la respuesta sigue siendo la misma: no lo hacemos especialmente bien. 

Aunque tenemos un neocórtex perfectamente analítico que es capaz de llevar a cabo un pensamiento racional y lógico, también disponemos de una antigua amígdala, que reacciona instintivamente ante las amenazas y los aprendizajes derivados de la experiencia.  Esto hace que las reacciones emocionales y las viejas presunciones sean difíciles de cuestionar, lo que dificulta especialmente la evaluación de los riesgos de nuevos entornos y nuevas amenazas. ¿Es la inteligencia artificial un riesgo? No podemos juzgarlo. ¿Es más seguro volar que conducir? Estadísticamente sabemos que sí, pero es más probable que sintamos miedo en un avión. 

Determinar los riesgos de una inversión concreta puede ser difícil, y por eso a menudo confiamos en los expertos para que nos guíen en nuestras decisiones. Así, una de las mayores oportunidades de inversión desde finales de 2022 hasta 2023 consistió en comprobar cómo los «aburridos» y «seguros» bonos del Estado pasaron de ser una inversión de bajo riesgo y bajo rendimiento a convertirse en instrumentos lo suficientemente arriesgados como para hacer caer a varios bancos y a un Primer Ministro del Reino Unido. Si 2023 fue el año de los bonos, entonces cuidado, ya que se espera que los tipos de interés vuelvan a moverse durante este ejercicio; por lo que 2024 podría ser otro año para los bonos.

Hasta finales de 2022, los tipos de interés de los bancos centrales en los mercados desarrollados habían permanecido bajos durante tanto tiempo que los inversores buscaron rentabilidad por todas partes. Se hablaba de la muerte de la tradicional cartera compuesta por un 60% de renta variable y un 40% de renta fija. La memoria en inversión no es larga por lo que los inversores apenas recordaban tipos de interés por encima del 2%, y mucho menos preveían una » normalidad » del 5%. Y lo que es más importante, parecían haber olvidado que los cambios rápidos en los tipos de interés pueden tener efectos dramáticos en el valor de los bonos. 

Cuando estos bajaron rápidamente en 2008, tras la crisis financiera mundial, el valor de la deuda con tipos de interés más elevados fijados durante mucho tiempo aumentó drásticamente. Incluso Warren Buffet, para su sorpresa, se encontró negociando con bonos del Estado y obteniendo beneficios sustanciosos. 

La otra cara de la moneda -cuando los tipos de interés suben rápidamente, el valor de esos bonos con tipos de interés más bajos fijados durante mucho tiempo cae con fuerza y rapidez- apenas se tuvo en cuenta durante los años en los que los tipos de interés de  los bonos gubernamentales se mantuvieron muy por debajo de la norma. Así que, cuando las subidas de tipos comenzaron en 2022 y continuaron hasta 2023, los inversores y muchas instituciones financieras se vieron sorprendidos.Sus posiciones de «bajo riesgo» en deuda pública de repente valían mucho menos y para instituciones como los fondos de pensiones y los bancos -tomemos el ejemplo de Silicon Valley Bank- esto significaba que la capitalización estaba muy por debajo de los niveles requeridos, lo que desencadenó una crisis.

El panorama de los bonos en 2023 fue de todo menos aburrido y transformó la percepción de lo que es «bajo» o «alto» riesgo. De repente, poseer bonos del Estado se convirtió en algo arriesgado, ya que los tipos subieron, pero los valores se desplomaron. 

El año 2024 promete nuevos movimientos de los tipos de interés: más al alza si los gobiernos de los mercados desarrollados no ven que la inflación sigue bajando, o recortes de los tipos de interés si el crecimiento económico se estanca y se avecinan recesiones. 

La cuestión ahora es cómo sortear los riesgos potenciales a la hora de invertir en bonos el próximo año. Entre dichos riesgos se encuentra el hecho de que las mayores economías del mundo se enfrentan a montañas de deuda fiscal y estructural mucho mayores que nunca. Reino Unido, EE.UU., China, países de Europa así como otros países han visto cómo sus deudas nacionales se disparaban desde la pandemia mundial.

Cada bono se comporta de forma diferente en un entorno distinto, por lo que no deberían agruparse. Sin embargo, si nos encontramos en el punto de «tipos máximos» y se avecinan recortes en el próximo año, este es normalmente un punto de entrada atractivo. 

En la actualidad, los bonos con grado de inversión (deuda de empresas muy solventes) parecen ofrecer más valor que los bonos de alto rendimiento (deuda de empresas menos solventes). Además, la renta fija de los mercados emergentes, que suele considerarse más arriesgada, presenta actualmente un riesgo más bajo de lo habitual. ¿Cuáles son las razones de este sesgo de los riesgos? 

El grado de inversión parece actualmente la mejor opción si hay volatilidad y recesión por delante. Es improbable que mejore la situación del alto rendimiento en 2024, ya que, si entramos en una recesión económica, estas son las empresas de mayor riesgo, con más probabilidades de impago, y actualmente sus rendimientos están por debajo de las medias a largo plazo.

¿Dónde encontrar la mejor exposición al grado de inversión? Actualmente, los bancos que cuentan con sólidos colchones de capital, unos balances de gran liquidez, activos de calidad y una fuerte rentabilidad parecen una buena elección.  A pesar de la crisis del coste de la vida, la morosidad de los préstamos ha sido baja, con el único repunte de las tarjetas de crédito, pero aún está muy por debajo de los niveles de 2008. El sector inmobiliario con grado de inversión, que ha sido poco apreciado, también parece tener una valoración atractiva. 

Por su parte, la deuda emergente parece ofrecer actualmente más valor y menos riesgo en el próximo año, porque estas economías subieron los tipos de interés antes que los mercados desarrollados y ya han iniciado su ciclo de recortes.

La advertencia a la hora de invertir en cualquiera de estos bonos es que las valoraciones deben considerarse con mucho cuidado. A diferencia de lo que ocurre con la renta variable, comprar a un precio equivocado no suele ser beneficioso a largo plazo. Es posible que, tras los tumultuosos acontecimientos de los últimos años, vivamos en tiempos que parecen » de mayor riesgo», pero la mejor manera de controlar el riesgo de inversión es adoptar un enfoque deliberadamente mixto y asignar entre calificaciones, sectores y empresas diferentes. 

En otras palabras, escuchar los consejos racionales y bien meditados del neocórtex, en lugar de dejar que la amígdala nos empuje a seguir lo que «nos parece bien» o incluso a salir corriendo, siendo presas del pánico.