¿Está Egipto fuera de peligro?

Catherine Reichlin (Mirabaud Group)

Catherine Reichlin (Mirabaud Group) | El concepto de «demasiado grande para quebrar» no sólo se aplica a los bancos sistémicos, sino también a la geopolítica, y Egipto es un ejemplo de ello. En el espacio de unas pocas semanas, se han liberado más de 50.000 millones de dólares para apoyar la crisis económica y financiera del país. Egipto «puso su granito de arena» con algunas decisiones históricas el 6 de marzo: un aumento sorpresa de 600 puntos básicos del tipo de interés de referencia, hasta el 27,25%, seguido de una devaluación de la libra egipcia de 30,85 a 50,09 -es decir, casi un 40%- y la decisión de adoptar un régimen de tipo de cambio flexible, como venía exigiendo el FMI desde hacía varios trimestres. Al ir más allá de las expectativas con estas medidas, Egipto obtuvo una duplicación de su programa del FMI, hasta 8.000 millones de dólares.

Poco antes, a finales de febrero, Egipto firmó un acuerdo histórico con los Emiratos Árabes Unidos: Una inversión de 35.000 millones de dólares del fondo soberano de Abu Dhabi en un proyecto de desarrollo costero en la región de Ras El-Hekma. Esto bastará para reponer las arcas egipcias, faltas de liquidez en divisas. Y eso no es todo: se ha anunciado un paquete de 20.000 millones de dólares, con aportaciones del FMI, la Unión Europea, el Reino Unido y Japón. Arabia Saudí también está en conversaciones para invertir en Egipto y, en un hecho poco habitual, Moody’s ha revisado la perspectiva del país de negativa a positiva, sin pasar a neutral. 

Egipto se había visto duramente afectado por el Covid, y sus entradas de divisas procedentes tanto del turismo como del tráfico a través del Canal de Suez se habían secado. El turismo repuntó en 2023, con casi 15 millones de visitantes, un récord desde 2011. Desde entonces, la tendencia se ha ralentizado con la inestabilidad en la región. También ha disminuido el tráfico a través del Canal de Suez y ha subido el precio del petróleo y los cereales, que Egipto importa. La caída de la entrada de divisas y el aumento de la inflación, que superó el 35% en febrero, han complicado aún más la situación. En las dos últimas semanas, la dramática trayectoria que había emprendido el país se ha invertido. La prima de riesgo de Egipto ha bajado del 10,5% a finales de enero al 5,5% a principios de marzo, la rentabilidad de la deuda egipcia en 2024 se acerca al 20%, las remesas privadas de los Emiratos a Egipto empiezan a repuntar y el país aspira a reincorporarse a los índices de mercados emergentes de JP Morgan, de los que fue retirado a finales de enero debido a la crisis de liquidez en divisas. Desde la devaluación, la libra egipcia también ha empezado a acercarse al tipo paralelo. ¿Está Egipto fuera de peligro? Aparte de la necesidad de devolver estos préstamos, la inflación será una prueba. Desde principios de 2022, ha superado el objetivo superior del banco central (9%), a pesar de las subidas del 19% de los tipos de interés. 

Aunque Egipto ha salido sin duda de un bache, quedan muchos retos por delante, como el control de la inflación, la verdadera flotación del tipo de cambio, los avances en la privatización, la ralentización de los proyectos de infraestructuras y la consolidación fiscal.