La inflación subyacente de la eurozona, en un no tan dramático 4,3%

Santiago Martínez Morando

Santiago Martínez (Ibercaja) | El IPC se aceleró dos décimas en agosto en la Zona Euro según el dato preliminar, alcanzando un nuevo máximo del ciclo en el 9,1% interanual. Se trata de una tasa no vista desde agosto de 1982, hace justo 40 años. La mayor presión inflacionista sigue proviniendo de los precios energéticos (38,3%), que siguen en tasas muy elevadas aunque inferiores a los máximos del año (44,3% en marzo). También están teniendo un papel muy relevante los precios de los alimentos (10,6%), con los elaborados alcanzando un nuevo máximo en el 10,5% y los no elaborados creciendo un 10,9% (la mayor tasa se alcanzó en junio en el 11,2%). La inflación subyacente, sin contar energía ni alimentos, se aceleró tres décimas hasta un también elevado en términos históricos pero no tan dramático 4,3% interanual, que proviene del 5,0% de los bienes industriales no energéticos (venían del 4,5% en julio) y del 3,8% de los precios de servicios (3,7% en julio).

De esta forma, las presiones inflacionistas siguen siendo muy acusadas en la Zona Euro. La subida de los precios de la electricidad y los alimentos está acaparando recursos de los hogares, sobre todo de los más desfavorecidos, y hace necesaria la lucha contra la inflación con todos los medios posibles. Por eso, los bancos centrales están endureciendo sus políticas y provocando una subida de los tipos de interés. En las últimas semanas, ante la persistencia de la inflación en máximos, la actitud del BCE está siendo más alcista: subió el tipo de intervención 50 p.b. en julio cuando lo que venía anunciando era un incremento de 25 p.b. y para el próximo jueves 8 de septiembre se espera una nueva subida de 50 p.b. o incluso de 75 p.b. Esta mayor celeridad a la hora de tensionar los tipos de interés no está cambiando demasiado las expectativas para el nivel de llegada previsto en los mercados financieros, que se sitúa alrededor del 2%, ya que la propia inflación, al detraer recursos, merma el consumo y la evolución de la economía, lo que debería terminar moderando los precios.

No obstante, buena parte de la inflación sigue generada por factores externos, sobre todo por la evolución del precio del gas, que incide en el de la electricidad e, indirectamente, en los precios de las cadenas de producción y consumo. El mercado del gas es y va a seguir siendo un foco de incertidumbre ajeno a las políticas del Banco Central Europeo. El precio medio mensual del gas alcanzó un máximo después del inicio de la guerra en torno a 135 euros por Mwh en marzo para luego moderarse hasta menos de 90 a mediados de junio. Desde entonces, las interrupciones y reducciones de suministro de gas desde Rusia han provocado una nueva y más grave escalada hasta una media en agosto que ronda los 235 euros por Mwh, lo que ha provocado el encarecimiento de la electricidad y el retraso en las perspectivas de contención de los precios. De haberse mantenido en 90 euros por Mwh, la variación interanual del precio del gas en diciembre sería negativa (-22%), pero si continúa en los niveles actuales presentará un incremento del 103%. Dada la dificultad de resolver los problemas de suministro gasístico a corto plazo si no se recupera el procedente de Rusia, queda limitar la influencia de su precio sobre el de la electricidad y sobre el conjunto de la economía, algo en lo que está trabajando la Comisión Europa según anunció este lunes su presidenta, Ursula von der Leyen. También parece necesario trabajar en una política energética fiable y diversificada para evitar que se repitan problemas como los actuales a medio y largo plazo.