La tecnología lidera la vuelta a un ‘soft landing’ desigual

Juan_Carlos_Ureta

Juan Carlos Ureta (Renta 4) | El hecho de que dos gigantes de la tecnología como Microsoft y Apple, que a la vez son las dos empresas más grandes del mundo por capitalización bursátil, cerrasen el pasado viernes en máximos históricos de todos los tiempos en el caso de Microsoft y a tan sólo un 5% de esos máximos en el caso de Apple, muestra de forma muy gráfica cómo la pausa en la subida de los tipos de interés acordada tanto por la Fed como por el BCE en sus reuniones de noviembre ha favorecido muy especialmente, en lo que al impacto en Bolsa de refiere, a las grandes compañías tecnológicas.

Si lo miramos a nivel de índices, en las últimas cuatro semanas el S&P sube un 1,3% mientras que el Nasdaq 100, índice en el que las “megacaps” tecnológicas tienen un peso mayor, sube el doble, un 2,6%. Y si tomamos como referencia la semana pasada, el Nasdaq 100 subió un 2,8% mientras que el S&P subió un 1,3%, y los índices con menor alza, Dow Jones un 0,7% y el Eurostoxx un 0,5%. Es decir, las grandes tecnológicas han vuelto a tomar el liderazgo de las subidas y, de hecho, en la sesión de cierre semanal del pasado viernes protagonizaron un auténtico festival alcista, con Apple, Meta, Tesla y Netflix subiendo más de un 2%, mientras que Alphabet ganó un 1,8%.

Estas subidas de la segunda semana de noviembre nos obligan a plantearnos, de nuevo, la pregunta de si estamos o no ante el inicio de un “rally” de fin de año que pudiera tal vez llevar a los índices mucho más arriba, y nos obligan también a plantearnos si la pausa en la subida de tipos y la previsible bajada de los tipos de intervención en el 2024 pueden dar lugar a un rally alcista que lleve al S&P a superar los máximos históricos de todos los tiempos situados en 4.818 puntos.

Como decíamos la semana pasada, no hay que excluir nada, porque en estas Bolsas que alguna vez hemos calificado como “cuánticas”, todo es posible, pero puede ser interesante intentar leer bien lo que está pasando, y lo que está pasando tiene siempre como referencias básicas la política monetaria y el crecimiento económico.

Empezando por la política monetaria, los inversores se han convencido definitivamente, seguramente con razón, de que la subida de los tipos de largo plazo definitivamente facilita mucho la labor de la Fed y le va a permitir bajar los tipos de intervención, que son tipos de corto plazo, tal vez tan pronto como en marzo o abril. Es interesante recordar, en este punto, que a pesar de que los tipos de los bonos de largo plazo se han relajado algo desde que empezó noviembre, la realidad es que, por ejemplo, el viernes el bono del Tesoro americano a diez años cerró en 4,64%, lo que supone una subida de más de un punto respecto a fin de julio. 

Esta bajada de tipos tiene como condición que se siga moderando, aunque sea poco a poco, la inflación, y en este sentido este martes se publica la inflación norteamericana de octubre, y tendremos ocasión de comprobar si realmente ha bajado como en la zona euro, donde ha pasado, según el dato preliminar, del 4,3% de septiembre al 2,9% de octubre. 

La pregunta es: ¿y el crecimiento? Es decir, si baja la inflación y bajan los tipos, pero la economía se desploma, las Bolsas no deberían celebrarlo. Es obvio que las Bolsas no están descontando escenarios de desplome, pero en nuestra opinión tampoco deberían celebrar escenarios de despegue de la economía, sino más bien, como venimos diciendo desde hace mucho tiempo, un escenario de un largo y prolongado aterrizaje suave de la economía, el famoso “soft landing” que a nosotros nos gusta más llamar “desaceleración desinflacionaria”.

¿Como deberían descontar las Bolsas ese escenario de desaceleración desinflacionaria? En nuestra opinión, con una fase lateral larga, que sería coherente con una economía que no se desploma, pero tampoco despega, con una economía que además está inmersa en un proceso duradero de corrección de excesos y de transformación profunda, a la vez que se enfrenta a un nuevo entorno geopolítico. 

Dentro de esa visión cabría perfectamente, aunque no sea lo más lógico, un posible “rally” de fin de año al calor de las expectativas de bajadas de los tipos de intervención, un rally que incluso podría llevar al S&P puntualmente a superar sus máximos históricos, pero la verdad es que ese posible rally ni es muy lógico ni sería, a nuestro juicio, sostenible, en una economía que está sujeta a tantos y tan diversos impactos.

Hay un tema adicional, que incluye al posible rally de fin de año, si es que se llega a producir. El comportamiento de las Bolsas va a ser, a nuestro juicio, cada vez más dispar, más divergente. Aunque los tipos de intervención bajen, la financiación será menos accesible, más escasa y más cara, y esto se irá notando gradualmente, ampliando la brecha entre compañías ganadoras y perdedoras, algo que ya es obvio ahora mismo con el fuerte impulso de las grandes tecnologías y la caída de las pequeñas compañías representadas en el Russell 2000, un segmento (el de pequeñas compañías) donde hay más candidatas a sufrir en el nuevo entorno financiero.

Estas son las premisas bajo las que interpretaríamos lo que está pasando en las Bolsas. 

Para esta semana hay datos interesantes tanto en lo que se refiere a la inflación como al crecimiento. En inflación tenemos el IPC americano de octubre el martes, y en crecimiento las ventas minoristas tanto de Estados Unidos como de China el miércoles, y los resultados de las grandes cadenas minoristas americanas como Home Depot, Target y, sobre todo, Walmart, que sin duda nos darán información sobre el sentimiento del consumidor americano. En cuanto a la política monetaria, hay reunión de banqueros centrales en Alemania con motivo del Frankfurt European Banking Congress, que siempre dejan algunos mensajes interesantes.

Esperaríamos una semana tranquila, confirmando el escenario de aterrizaje suave.