Scope mantiene su perspectiva crediticia positiva para el sector del petróleo y el gas integrados

M. Shokhitbayev, T. Faeh, R. Nair y M. Romeo (Scope Group) | El perfil financiero de las compañías petroleras y gasistas integradas seguirá saneado durante un periodo prolongado, ya que el sector se beneficia de los elevados precios y márgenes de las materias primas, algo que ha dado un gran impulso a los beneficios y al flujo de caja en 2022 y 2023. Con todo, hay factores que hacen prever una subida de las calificaciones menos pronunciada que el año pasado, como son los modestos descensos de los precios de la energía y el probable resurgimiento este año de las presiones medioambientales sobre el sector de los combustibles fósiles.

La generación de efectivo seguirá siendo fuerte pese a la moderación de los precios de la energía

La volatilidad del mercado del petróleo y el gas sigue siendo la tónica habitual, dada la incertidumbre que rodea a diversas cuestiones económicas y geopolíticas. Dada la naturaleza inelástica de los mercados del petróleo y el gas, el equilibrio entre la oferta y la demanda es crucial para la evolución de los precios. Según la Agencia Internacional de la Energía, la demanda mundial de petróleo aumentó en 2,3 mb/d hasta 101,7 millones de barriles/día (mb/d) en 2023 y se espera que siga creciendo hasta 102,9 millones de mb/d en 2024 (es decir, +1,2 mb/d interanual), impulsada principalmente por las tendencias económicas mundiales, las mejoras de la eficiencia y el creciente parque de vehículos eléctricos. El crecimiento de la producción mundial de petróleo se estima en 1,9 mb/d, hasta 102,0 mb/d en 2023, con aumentos procedentes de países no pertenecientes a la OPEP+, encabezados por EE.UU., Brasil y Guyana, que se verán compensados en parte por los recortes de producción de la OPEP+. Aunque el mercado mundial del petróleo se equilibró en gran medida en 2023, mucho dependerá de la capacidad de la OPEP+ para ampliar e incluso profundizar los recortes de producción a fin de evitar un posible exceso de oferta, ya que se prevé que la producción de los países no OPEP+ aumente en 1,5 mb/d en 2024. 

Esperamos que los precios del petróleo y del gas sigan bajando desde los máximos alcanzados en 2022. Prevemos un precio medio del petróleo Brent entre 70 y 80 dólares por barril y un precio del gas TTF neerlandés en torno a 30 euros por MWh, en ausencia de perturbaciones importantes (por ejemplo, una dramática escalada del conflicto en Oriente Medio, una ruptura de la OPEP+ o una recesión económica mundial). También esperamos que los márgenes de refino se normalicen hacia medias de varios años. 

Para contrarrestar las presiones sobre el crecimiento de los ingresos, el sector cuenta con una estructura de costes ajustada. Frente a los efectos inflacionistas sobre los gastos de explotación -gastos de personal, materiales comprados y servicios- que se han acumulado en los últimos dos o tres años, los directivos de las compañías petroleras intentan recortar costes en toda la cadena de valor. Además de los posibles ahorros derivados de las fusiones y adquisiciones, la aceleración de la automatización y la digitalización pueden contribuir a reducir de forma permanente los costes del sector mediante el uso de la robótica, equipos con acceso a Internet y técnicas de inteligencia artificial. Los operadores del sector apuntan a múltiples áreas. El mantenimiento predictivo puede mejorar la fiabilidad y reducir riesgos operativos como los vertidos de petróleo. Es probable que el uso de análisis avanzados, algoritmos de aprendizaje automático y optimización de procesos basada en datos aporte otros beneficios. Como resultado, la generación de efectivo sigue siendo fuerte a pesar de un mercado petrolero menos favorable.

Estabilización de las inversiones y flexibilidad de la remuneración total al accionista

Los gastos de capital se estabilizarán alrededor de los niveles de 2023 de media, tras la rápida recuperación de los recortes de inversión provocados por la pandemia. Sin embargo, las prioridades de inversión y la intensidad del capex varían entre las distintas empresas. Los volúmenes de capex reflejarán la incertidumbre del mercado y las condiciones de financiación, sin olvidar el impacto de la inflación en los costes de los proyectos. 

Teniendo en cuenta la moderación de los precios y la buena salud de los balances, esperamos que la actividad de fusiones y adquisiciones continúe en 2024, motivada principalmente por la creciente atención a las economías de escala, el poder de negociación y la mejora de la cartera en el sentido de buscar activos de bajo coste y bajas emisiones. La escala es cada vez más importante en el sector, no sólo para impulsar la rentabilidad, sino también por su relevancia ante los inversores para garantizar el acceso a diversas fuentes de capital. Sin embargo, es poco probable que las compañías petroleras europeas realicen megaoperaciones similares a la oferta de 60.000 millones de dólares de ExxonMobil por Pioneer Natural Resources o al plan de Chevron de adquirir Hess por 53.000 millones de dólares. El enfoque europeo, más conservador, refleja unas estrategias de crecimiento menos ambiciosas en el sector de los hidrocarburos, unas valoraciones de las acciones de las empresas inferiores a las de sus homólogas estadounidenses, que impiden las transacciones basadas en acciones, y una mayor atención a la preservación de unos balances sólidos.

Es probable que la rentabilidad de los accionistas siga las tendencias operativas, ya que el saneamiento de los balances es una prioridad para los directivos. Es probable que se reduzca la remuneración total de los accionistas, ya que los dividendos ordinarios se mantendrán sin cambios o aumentarán moderadamente a costa de recompras de acciones y dividendos especiales menos generosos. 

Es probable que la emisión de deuda repunte algo, se mantendrá en niveles bajos y se centrará principalmente en la refinanciación de vencimientos de deuda, ya que el sector sigue generando un sólido flujo de caja operativo libre. Las excepciones a esta tendencia general serán probablemente las empresas con fuertes gastos de inversión, tanto orgánicos como inorgánicos. 

Como resultado de la sólida generación de tesorería y de unas políticas financieras prudentes, esperamos que las compañías petroleras internacionales mantengan unas sólidas métricas crediticias.

Las consideraciones medioambientales compiten con la seguridad energética

Tras el recrudecimiento de la guerra de Rusia en Ucrania hace casi dos años, la preocupación por la seguridad energética ocupó un papel central en los debates políticos y empresariales relacionados con el sector, pero ahora esperamos que las consideraciones medioambientales vuelvan a desempeñar un papel más importante. El acuerdo de la COP28 para abandonar los combustibles fósiles es un ejemplo, aunque el impacto tangible de la reactivación del escrutinio regulador y de los inversores se producirá probablemente a medio y largo plazo y no en 2024. La transición energética sigue siendo enormemente compleja e implica a una multitud de partes interesadas con intereses diversos, y el ritmo de elaboración de las políticas viene determinado por objetivos a más corto plazo, entre los que destaca la preocupación residual por la seguridad energética. 

La creciente presión sobre los perfiles de riesgo de las empresas petroleras internacionales sigue siendo manejable debido a las perspectivas más bien remotas de un pico de demanda de petróleo y gas. Garantizar que los hogares y la industria tengan fácil acceso a una energía asequible es crucial, económica y políticamente. Además, las empresas petroleras internacionales están avanzando en su propia adaptación/transformación hacia un futuro con menos emisiones de carbono, al tiempo que se benefician de la amplia rentabilidad de sus negocios tradicionales gracias a los favorables precios de las materias primas.