El inversor en fondos debe ser internacional pero, antes, europeo

Manuel Moreno Capa

Manuel Moreno Capa (Director de GESTORES) | El euro iba a volatilizarse por culpa de la crisis “subprime” de hace más de una década; Europa se podría partir en pedazos contagiada por una epidemia de Brexit; el Viejo Continente se quebraría por culpa del coronavirus; los partidos ultraderechistas acorralarían a los gobiernos europeos y atacarían los fundamentos de la Unión… Ninguno de estos nefastos pronósticos se ha cumplido. Razón suficiente para que, más que nunca, el inversor en fondos deba ser no sólo internacional, sino también cada vez más europeo.

Las recientes elecciones en Alemania y las que el año que viene decidirán la presidencia de Francia son dos hitos políticos que confirman, una vez más, la solidez y el futuro de Europa. Mientras, la Menguante Bretaña se queda sin gasolina y sin pollo, según su absurdo primer ministro por culpa de la covid-19. ¿Ha visto alguien estantes de supermercado vacíos o colas en las gasolineras en algún país comunitario tan o más afectado por la pandemia que el Reino des-Unido?

Es la última muestra de que la solidez europea nos va a permitir superar estos dos años de pandemia con mucha más solvencia y tranquilidad que nuestros ex socios británicos. Una solidez reforzada por el resultado electoral en Alemania (la previsible coalición semáforo no va a desviarse en exceso de la senda Merkel) y la previsión de que la ultraderecha llegue cada vez más fragmentada a las presidenciales galas de 2021: mientras un nuevo candidato ultraconservador le come terreno a Marine Le Pen con la “brillante” propuesta de echar del país a todos los musulmanes, si no vuelve a ganar Macron, probablemente lo haga la socialista Anne Hidalgo o se llegue a una coalición de ambos grupos para aislar a los neofascistas (como se ha hecho en Alemania, lo cual ha propiciado el retroceso de la extrema derecha en las urnas, al contrario de lo previsible en España, donde al sentar a Vox en comunidades y ayuntamientos, el PP está dando alas a su principal rival electoral).

Al analizar los procesos electorales de Alemania y Francia, los inversores no deben olvidar que estamos ante los dos mayores PIB de Europa: 3,8 billones de dólares el alemán y 2,59 billones el francés (frente a 2,7 billones del británico o 14,72 del chino).

En el caso de Francia, además, su Bolsa figura ya desde hace tiempo entre las favoritas de inversores y analistas. El CAC 40 galo ha superado en rentabilidad a los principales índices europeos de referencia (los Euro Stoxx 50 y 600) en los últimos cinco y diez ejercicios. Y el mercado bursátil francés está repleto de compañías líderes internacionales que le sacarán partido a la recuperación post pandemia tanto por ser grandes multinacionales cíclicas, como por estar en sectores tan destacados como el consumo de lujo o la tecnología.

Respecto a la Bolsa germana, el impacto de una futura coalición de socialdemócratas, verdes y liberales provocará, entre otros efectos, un serio empuje a las infraestructuras y a la digitalización: ya saben eso de que Alemania es de los pocos países europeos en los que aún se usa de un modo intensivo el fax, por no hablar de redes viarias que fueron las mejores hace décadas pero que, merced a la frugalidad de la era Merkel, se están quedando muy antiguas y necesitan importantes mejoras. Se calcula que Alemania padece un déficit en infraestructuras valorado entre 450.000 y 500.000 millones de euros, lo cual es un poco vergonzoso para el país con el mayor superávit por cuenta corriente del planeta: 269.000 millones de dólares el año pasado, sólo superado por los 298.000 millones de China (que parece mucho, pero es insuficiente para un país de 1.400 millones de habitantes y cuyo Partido Comunista tiene más miembros, unos 90 millones, que la población total de Alemania, 84 millones).

Además de las infraestructuras y la digitalización, la coalición resultante de las elecciones germanas deberá impulsar la inversión en renovables, donde la Alemania de Merkel ya marcó el ritmo europeo (entre otras cosas con su radical cierre de las nucleares). Los mercados pueden temer algunas medidas fiscales que afecten a las saneadísimas arcas públicas alemanas, pero tampoco es previsible nada radical, lo mismo que en Francia, donde difícilmente un gobierno socialista o de coalición daría marcha atrás en las medidas adoptadas por Macron para mejorar la fiscalidad de las empresas y de las plusvalías.

Por tanto, un inversor en fondos español debe ser, ante todo, europeo. Ya saben que no suelo recomendar los fondos de renta variable española porque considero nuestro mercado bursátil demasiado estrecho y poco representativo, pero respecto a los fondos de bolsa europea albergo pocas dudas. Es nuestro territorio natural y, además, uno de los mercados que ha demostrado ser capaz de superar todas las agresiones externas, desde la crisis “subprime” a la covid, pasando por el Brexit.