Robinhood y la nueva Bolsa ‘algorítmica’

Juan_Carlos_Ureta

Juan Carlos Ureta (Renta 4) | Agosto se ha estrenado con una primera semana muy tranquila y ligeramente alcista en la que se ha confirmado, como anticipábamos al terminar nuestro comentario de la semana pasada, que no hay ningún elemento que pueda perturbar la tranquilidad que la Fed proporciona a los mercados. La novedad es que, a diferencia de lo que pasó en julio, esta vez han subido todas las Bolsas, incluida la china, a pesar de los nuevos temores de posibles injerencias del Gobierno chino en las empresas, en esta ocasión en las de videojuegos.

En julio el Hang Seng de la Bolsa de Hong Kong cayó un 10%, el Shanghai Composite más de un 5% y el Kospi coreano casi un 3%, mientras que el S&P subió un 2,3% batiendo nuevos récords. Como decíamos la semana pasada ese mal comportamiento de la Bolsa china y en menor medida de las asiáticas tiene su causa en la ralentización del crecimiento económico en China en el segundo trimestre y en el intervencionismo creciente del Gobierno chino en las empresas, que ha sido especialmente claro en el caso de las tecnológicas como Alibaba, Tencent o Didi Global, y en las del sector educativo, como Gaotu Tedechu. 

Por contra, en la primera semana de agosto las subidas han sido generalizadas, y además han sido más fuertes en las Bolsas asiáticas y europeas que en las estadounidenses. El Eurostoxx, el Nikkei y el Kospi han subido un 2% en la semana, y el Shanghai Composite un 1,8%. Los índices norteamericanos han subido la mitad o menos, con un alza del 0,9% para el S&P, del 0,8% para el Dow y del 1,1% para el Nasdaq. 

Pero si miramos en conjunto el comportamiento desde abril del pasado año, lo cierto es que, aunque todas las Bolsas se han recuperado del crash de marzo de 2020, el auténtico espectáculo alcista post Covid se sigue produciendo sobre todo en las Bolsas norteamericanas. Por enésima vez, el Dow Jones y el S&P volvieron a cerrar el pasado viernes en máximos históricos de todos los tiempos y el Nasdaq muy cerca de ellos. Ningún otro mercado ha conseguido la impresionante sucesión de récords que registran tanto en el 2020 como en el 2021 los índices bursátiles norteamericanos.

No es raro que algunos analistas lleven tiempo esperando una corrección, pero esa corrección que no acaba de llegar, pese a que en las últimas semanas incluso los gestores más alcistas hablan de una cierta sobrevaloración de las Bolsas americanas, tras quince meses de subidas continuas. Los recortes, cuando llegan, no pasan de un día o dos, y no alcanzan ni siquiera el 5% que permitiría hablar de una verdadera corrección.

Es verdad que los resultados empresariales y la evolución de la economía norteamericana acompañan. En Estados Unidos el 92% de las empresas que han reportado cifras para el segundo trimestre han batido las estimaciones de beneficio por acción y hasta un 87% han alcanzado -o superado- las proyecciones del consenso de analistas en materia de ingresos. Se trata de los resultados más brillantes de los últimos 54 trimestres. En cuanto a la economía norteamericana, el despegue es muy claro, y lo ha vuelto a confirmar el informe de empleo de julio, publicado el pasado viernes, con una creación de puesto de trabajo cercana a un millón, superando las estimaciones.

Pero más allá de esos buenos datos, se dibuja también un cambio importante en la forma de funcionar las Bolsas. En cierto modo podemos decir que hay una Bolsa diferente tras el Covid, sobre todo en el caso de Estados Unidos. Una Bolsa movida por la inversión minorista, por millones de ahorradores que, de pronto, deciden que invertir en empresas es tan seguro o más que hacerlo en bonos o que mantener el dinero en liquidez. Esa fe ciega en la inversión en renta variable se vio primero en las tecnológicas, provocando una subida del Nasdaq del 44% en el 2020 y subidas espectaculares en las grandes tecnológicas como Amazon, Apple, Alphabet, Microsoft o Facebook, por no hablar de Tesla, Plug Power u otras compañías que en pocos meses vieron multiplicarse varias veces su valor. Luego, ya en el 2021, hemos visto subidas impresionantes (del 2.400 por cien) en pocos días en acciones como Gamestop o AMC Entertainments, y otras «meme stocks» al invertir en ellas millones de accionistas movidos por redes sociales como Reddit a través, sobre todo, de la plataforma Robinhood, que se presenta como la broma de los minoristas frente a los poderosos de Wall Street. Esos fenómenos se unen a la inversión pasiva a través de ETFs y de fondos indexados al S&P o al Nasdaq, que han recibido en los siete primeros meses de este año un flujo de dinero de inversores minoristas nunca visto antes en la historia. Un dinero en parte procedente de los cheques recibidos del Gobierno americano en los diversos programas de ayuda, que Biden ha intensificado.

Todo lo anterior dibuja unas Bolsas muy distintas, menos influidas por los inversores institucionales, y por tanto menos influidas por el análisis de los «fundamentales». Son los inversores minoristas no profesionales los que marcan la pauta, a veces incluso utilizando el apalancamiento que ofrecen los mercados. En cierto modo en las Bolsas norteamericanas post Covid los fundamentales han cedido su puesto a la mercadotecnia, a los algoritmos y al «big data». El impulso alcista que movió a las «meme stocks» bebe en las mismas fuentes que el que mueve al mercado americano en su conjunto, a saber, los minoristas comprando al unísono, incluso los más atrevidos apalancándose, y movidos por una fe ciega en el alza continua de las Bolsas bajo la convicción de que los tipos cero y la liquidez sin límites han llegado para quedarse y se han convertido en estructurales.

Como decíamos, el bróker Robinhood, que hace pocos días ha salido a Bolsa, simboliza mejor que nadie esa nueva Bolsa «algorítmica», autoalimentada por sus propios datos. Robinhood se ha convertido ella misma en una «meme stock» desde que salió a cotizar el pasado 29 de julio, y simboliza muy bien las contradicciones de esta nueva Bolsa post Covid. Una de ellas es que Robinhood dice querer democratizar la inversión, pero sus fundadores se han reservado generosos privilegios de voto al sacar a cotizar la compañía, lo cual no favorece precisamente a los minoristas. Otra es la de presentarse como el «bróker de los pobres» y no cobrar comisiones, pero a la vez generar jugosos ingresos vendiendo los flujos de órdenes de sus clientes a otros grandes brókeres para que los utilicen a su conveniencia.

Iremos viendo cómo evoluciona esa nueva Bolsa movida a impulsos de los minoristas y de los algoritmos, y veremos si finalmente las Bolsas europeas y asiáticas se decantan por el mismo modelo de las norteamericanas o no. De momento el Gobierno chino, a diferencia del norteamericano, no parece pensar demasiado en la Bolsa cuando filtra opiniones, como hizo el pasado lunes, llamando «opio intelectual» a la poderosa industria de los videojuegos, lo que provocó una caída de casi el 10% en las acciones de Tencent, que es un gran operador en ese mercado. 

Más allá de estas consideraciones, esta semana lo más importante es la publicación de los datos de inflación de julio. En Estados Unidos se publica el martes el IPC y el jueves la inflación de precios industriales. No pensamos que los datos de inflación, sean los que sean, vayan a forzar a la Fed a subir tipos o recortar la liquidez, ya que, en nuestra opinión la Fed no puede dar marcha atrás. Pero si la inflación sube mucho, los inversores se pondrán nerviosos. Hay también algunos resultados interesantes como los de Disney, Airbnb, Softbank, EBay, Coinbase, Deliveroo o Palantir. 

Lo que esperaríamos en agosto y en los próximos meses es un cierto rebalanceo entre las Bolsas norteamericanas y las restantes, en favor de estas últimas, pero la verdad es que hoy por hoy la fuerza de los índices estadounidenses parece imparable.