Marco Mencini, (Generali Investments) | El 2023 ha sido un año de luces y sombras para las materias primas blandas. Por un lado, se produjeron descensos significativos de los precios de algunos de los principales cereales, que cayeron de media un 40%; por otro, algunas materias primas seleccionadas, como el cacao (+60%) o el azúcar (+52%), han registrado un buen comportamiento.
El mercado sigue caracterizándose por una gran volatilidad, y sus resultados reflejan las tendencias de la producción relacionadas con fenómenos meteorológicos extremos o cíclicos -como el regreso periódico de El Niño-, pero también con factores coyunturales, como la restricción del suministro de grano debido a la guerra de Ucrania.
Frente a la volatilidad de los mercados, que puede atraer inversiones especulativas, en nuestra opinión existe una tendencia estructural duradera y a largo plazo: la demanda de alimentos seguirá creciendo y la oferta seguirá siendo limitada. El crecimiento se verá impulsado por el aumento de la población mundial y la creciente urbanización y desarrollo de la clase media, que provocarán un cambio en los hábitos alimentarios. Por otro lado, la oferta seguirá limitada al espacio dedicado a la producción agrícola, que no es probable que aumente.
En este escenario, en Plenisfer creemos que podemos aprovechar las oportunidades asociadas a esta tendencia secular con un enfoque de inversión «lateral» en lugar de una inversión directa en materias primas blandas. Nos fijamos, por ejemplo, en el sector «agritech», es decir, el sector de las aplicaciones y soluciones tecnológicas dedicadas a la agroindustria.
En un contexto de creciente demanda de alimentos y oferta limitada, creemos que este sector va a ser muy decisivo para aumentar la productividad de las zonas de cultivo y se beneficiará, en los países emergentes, de una tendencia a la mecanización y de la tendencia a la digitalización y automatización de la agricultura en los países occidentales.
El sector se ve afectado desde hace tiempo por el desarrollo tecnológico, que se acelerará aún más con la difusión de nuevas soluciones, como los sistemas de Inteligencia Artificial, que aumentarán la precisión de los cálculos útiles, por ejemplo, para determinar la cantidad de agua o fertilizantes que deben utilizarse. Esta solución también podría favorecer la difusión de sistemas de conducción autónoma especialmente adaptados a las zonas agrícolas, y su adopción aumentará a medida que se generalicen los sistemas por satélite, capaces de garantizar la conexión y la transmisión de datos incluso en las zonas rurales.
Si nos fijamos en el sector agrotécnico, consideramos que 2023 será un año de retroceso. Esta tendencia refleja varios factores.
El sector de la maquinaria agrícola refleja ciclos a largo plazo: tradicionalmente, la renovación de la maquinaria se produce en un periodo de 7-10 años, plazo que, sin embargo, se está reduciendo significativamente ante la rapidez de las innovaciones tecnológicas, que aceleran la obsolescencia de los productos anteriores.
El último ciclo de fuertes compras de maquinaria se materializó entre 2021 y 2022. Durante este periodo, el crecimiento de los precios de las materias primas agrícolas -apoyado primero por la pandemia y después por acontecimientos como la guerra de Ucrania- generó un enorme efectivo que los productores reinvirtieron en la renovación de maquinaria.
A la vista de la evolución de los precios de las materias primas en 2023, los productores han reducido sus inversiones: el año en curso puede considerarse de moderación cíclica, tendencia que prevemos se mantenga también en 2024. Sin embargo, no esperamos que el año que viene se produzcan nuevas y fuertes presiones sobre las cotizaciones bursátiles de los principales actores, que ya están en línea con los múltiplos registrados en las fases descendentes del ciclo del sector.
En Plenisfer, por tanto, creemos que la agrotecnología podría entrar en un nuevo ciclo positivo a partir de 2025 y, por lo tanto, debería supervisarse cuidadosamente a la luz de su dinámica cíclica y de las tendencoas estructurales que seguiran apoyándola a largo plazo.
En cuanto a esta industria, podría permitir captar el potencial relacionado con la creciente difusión de la inteligencia artificial, por un lado, y de las tendencias de digitalización y automatización de la producción, por otro, en un mercado caracterizado por la escasez estructural de la oferta y el aumento progresivo y constante previsto de la demanda.