Carlos Schwartz | Dice Natalia Fabra, consejera de Enagás y directora del programa europeo «Current tools and policy challenges in electricity markets» que «El problema no es el precio del carbono sino el diseño de los mercados eléctricos, que nos hacen pagar toda la electricidad como si estuviera producida sólo en centrales de gas, que emiten CO2. Ese precio no refleja la huella de carbono del mix eléctrico, sino la huella de carbono de la generación con gas, que triplica a la huella del mix. El problema no está en el precio del carbono sino en cómo éste se traslada al de la electricidad»
Parece que en este momento hay un cambio de opinión respecto de los mecanismos de fijación de precios en el sector de la energía.
Sí, forma parte del cambio de paradigma. Se ha comprendido que, en el caso del mercado eléctrico, no es correcto retribuir a centrales de distintas tecnologías con un mismo precio. Por ejemplo, en estos momentos, el precio del mercado eléctrico refleja el coste disparatado de producir electricidad en centrales de ciclo combinado, que consumen gas, y que nada tiene que ver con los costes de producir esa misma electricidad en centrales renovables, nucleares o hidroeléctricas. En un futuro no será el gas sino las energías renovables las que marquen el precio en el mercado eléctrico. No es correcto ni una cosa ni la otra. No es correcto, simplemente, porque un único precio –provenga del gas o de las renovables– no puede ser adecuado para reflejar la diversidad y la riqueza tecnológica que hay en el sector eléctrico. Mi impresión es que transitaremos hacia diseños de mercado que tendrán en cuenta esa riqueza tecnológica, que es consustancial al sistema eléctrico. En el caso del gas las cuestiones son distintas, porque no existe esa diversidad tecnológica y porque el gas se negocia en mercados principalmente de ámbito internacional, mercados menos regulados. Básicamente, en Europa somos tomadores del precio que se fija en los mercados internacionales.
