Dinámica divergente de las tasas de ahorro

Felipe_Villaroel

Felipe Villarroel (TwentyFour AM/Vontobel) | Las ratios de ahorro han sido clave para sostener el crecimiento después del  Covid. Esto es especialmente importante en las economías desarrolladas, donde el consumo representa cerca del 70% del PIB por término medio. Cuando los gobiernos de todo el mundo prestaron apoyo de maneras distintas durante la pandemia, las ratios de ahorro aumentaron hasta niveles que duplicaban los máximos históricos anteriores en algunos países. Esto se debió a que los ingresos se vieron respaldados por las transferencias gubernamentales, mientras que el gasto se desplomó como consecuencia tanto de la incertidumbre como de las restricciones. A medida que los consumidores se adaptaban y se levantaban gradualmente las restricciones, el consumo se reanudó; primero de forma más visible en bienes y luego en servicios. Las tasas de ahorro también comenzaron a normalizarse a medida que los consumidores gastaban un mayor porcentaje de sus ingresos mensuales en bienes y servicios. 

Sin embargo, es interesante observar que las tendencias de las ratios de ahorro han divergido algo entre EE.UU., Europa y el Reino Unido desde sus respectivos máximos. El siguiente gráfico muestra el ahorro como porcentaje de la renta disponible; es importante señalar que se basa en datos mensuales. Esto quiere decir que los consumidores estadounidenses siguen ahorrando alrededor del 5% de su renta disponible cada mes por término medio, aunque el porcentaje haya descendido desde el máximo. En nuestra opinión, la comparación más pertinente es la del valor actual de cada serie con su propio historial. Esto se debe a que puede haber diferencias metodológicas en la forma en que las distintas oficinas de estadística calculan la renta disponible, lo que hace que las comparaciones directas sean menos significativas. Por ejemplo, algunas podrían incluir los pagos o prestaciones de pensiones, mientras que otras no. En consecuencia, nos oponemos a concluir que los consumidores franceses son los más conservadores de la muestra que figura a continuación, por ejemplo. 

Lo que tenemos más claro es que los consumidores estadounidenses han caído por debajo de sus pautas de gasto y ahorro anteriores a la pandemia, mientras que los alemanes, franceses y británicos no lo han hecho. Dado que el consumo representa la mayor parte del PIB en estas economías, el impacto en el crecimiento es bastante significativo. Este es uno de los factores que explican por qué el crecimiento de EE.UU. ha sido más fuerte que en Europa en los últimos trimestres. 

La gran pregunta entonces es: ¿es deseable un coeficiente de ahorro más bajo para lograr un mejor resultado de crecimiento? Aunque la respuesta podría ser más obvia para los inversores en renta variable, creemos que se trata de una cuestión delicada para los inversores en renta fija. Un coeficiente de ahorro más elevado que en periodos anteriores significa que el colchón es mayor en caso de que los consumidores tengan problemas. Estos podrían traducirse en una leve recesión, un estancamiento de la economía, pagos hipotecarios más elevados al reajustarse los tipos flotantes o un aumento del desempleo, por citar algunos de ellos. Los impagos y la acumulación de préstamos morosos en los balances de los bancos tienen menos margen para aumentar en un escenario en el que los consumidores ahorran más. No estamos diciendo que los consumidores estadounidenses estén en “mala forma”. Simplemente, un menor crecimiento a cambio de mayores colchones de protección no es algo malo para los inversores en crédito.

En conclusión, nos gusta que los consumidores ahorren más que antes de la pandemia. Como inversores en renta fija, no compartimos todas las ventajas que conlleva un mayor crecimiento y, como ha quedado claro, un crecimiento excesivo podría suponer que las curvas de los bonos públicos se vendieran, lo que provocaría pérdidas temporales de capital para los inversores en renta fija. En caso de que el crecimiento resulte peor que nuestras hipótesis de base de una recesión leve, cabría esperar que parte de este ahorro se utilice y que el consumo sea más fuerte de lo que sería normalmente, aunque todavía débil. Esto, a su vez debería contribuir a mantener bajo control los impagos y la morosidad.