Matthew Benkendorf (Vontobel AM) | El cambio de administración en Estados Unidos suele tener poco impacto en el mercado a largo plazo. El mercado anhela estabilidad y transparencia.
Como un mecanismo de subasta eficiente que es, se basa en la visibilidad de los precios de las acciones y la actividad económica. Por lo general, al mercado -y a la gente- no le gustan los movimientos, pero esta vez, al hallarnos en el umbral de un tremendo cambio, lo que estamos viendo es en realidad un posible retorno a la estabilidad, la normalidad y la transparencia reales. Si bien este miércoles se produce un traspaso oficial del liderazgo en la Casa Blanca, al inaugurarse Joe Biden como 46º presidente de Estados Unidos, los modelos de políticas que podemos esperar no son radicalmente diferentes de lo que hemos visto históricamente. Sin embargo, es probable que el crecimiento de los beneficios de las empresas, el factor que ayuda a impulsar la rentabilidad de la renta variable, se vea reforzado a corto plazo si se aprueba un nuevo estímulo fiscal.
Existe una importante dicotomía en Estados Unidos; parece que muchas grandes empresas que cotizan en bolsa están funcionando bien y, en cierto modo, muy bien, mientras que las pequeñas y medianas que generan el grueso del empleo del país, han de luchar día a día. Es más factible que las políticas que podríamos ver que abordan este problema funcionen de forma ascendente, con iniciativas que apoyen los salarios de los trabajadores primero, y de las empresas después, centrándose en las compañías más pequeñas. Al tratarse de una economía orientada al consumo, tiene sentido repartir el pastel haciendo que una mayor parte de la población tenga más poder adquisitivo para alimentar la economía. Como tal, las empresas orientadas al consumo podrían ser las beneficiadas en los próximos cuatro años.
Pero no es tan simple. El desarrollo de múltiples vacunas efectivas nos ha dado una esperanzadora visibilidad del ciclo de vida restante de la COVID y su distribución, aunque inicialmente decepcionante, debería afinarse a medida que avanzamos. En algún momento, ya sea dentro de seis o nueve meses, seremos capaces de mirar hacia atrás a la pandemia como parte del pasado. Sin embargo, a pesar de cualquier retórica positiva que podamos ver, el mayor riesgo que se nos avecina podría ser una sorpresa económica negativa. Hasta que no saquemos a la COVID del camino, no está claro cuán profundo es el agujero económico, y menos aún con qué rapidez seremos capaces de salir de él.
Como ha anunciado Joe Biden, la lucha contra COVID es una de sus principales prioridades. Además, su presidencia traerá una agenda más centrada en el medio ambiente, lo que generar más presión o escrutinio sobre sectores sensibles a la regulación ambiental, como la energía y los productos básicos. Dado que el cuidado de la salud ha sido un gran enfoque demócrata, podríamos ver más volatilidad en ese sector, pero las compañías del sector del cuidado de la salud presentan unos fundamentales sólidos y deberían continuar haciéndolo bien. Las empresas financieras, que ya han estado bajo presión, también podrían experimentar cierta volatilidad, ya que es menos probable que estas empresas obtengan un gran aplazamiento o una mejora progresiva, desde el punto de vista reglamentario, dada la mano típicamente más pesada de una administración demócrata.
Las perturbaciones inducidas por el virus han acelerado algunas tendencias importantes, como el paso al comercio electrónico, que ya estaban en marcha. El sector tecnológico representa ahora el 27% del Índice S&P 500, y sólo un pequeño número de empresas domina la rentabilidad en el mercado. Es un espacio naturalmente consolidado en el que existen muchas empresas líderes, como Google, que ocupan posiciones cuasi monopolísticas. Aunque las grandes compañías de tecnología de la información han atraído recientemente un mayor escrutinio regulatorio, no creemos que los inversores en empresas tecnológicas de EE.UU. deban preocuparse demasiado. Creemos que el comportamiento de los consumidores impulsará el crecimiento futuro de este tipo de cotizada y estamos observando de cerca cómo están aportando valor a sus clientes.
Desde una perspectiva de inversión, ante la perspectiva de una con más incertidumbre en el camino, por ejemplo, cambios en los tipos de interés y trastornos políticos, que podrían sacudir los mercados y las empresas, es importante centrarse en las empresas que son resistentes a las alteraciones macroeconómicas. Independientemente del contexto macroeconómico o político, es fundamental profundizar en los fundamentales de las empresas y buscar beneficios previsibles a largo plazo. Los inversores deben buscar empresas con modelos probados y repetibles y posiciones establecidas de liderazgo en sus mercados, y ajustarse más a la situación subyacente de empresas específicas y a sus perspectivas de crecimiento duradero y sostenible.