La mayoría de los bancos centrales de los mercados emergentes han suspendido las subidas de tipos y algunos ya los han bajado

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Kristin Ceva (Payden & Rygel) | En diciembre, asistimos a un repunte de la deuda emergente, con una renta fija que respondió positivamente a la caída de la inflación y a las expectativas de relajación de la política monetaria por parte de los principales bancos centrales en 2024. El crédito soberano y corporativo de los mercados emergentes en divisas fuertes registró un descenso de los rendimientos en relación con los bonos del Tesoro estadounidense, lo que contribuyó al aumento general de la rentabilidad de los precios, y los mercados de deuda emergente en divisas locales también experimentaron un entorno favorable, gracias a la caída de los rendimientos de la deuda local y a la apreciación de las divisas individuales frente al dólar estadounidense.

Con el descenso de la inflación hacia los niveles objetivo, los bancos centrales de los mercados desarrollados parecen más cómodos debatiendo una solución de compromiso entre el endurecimiento monetario y la ralentización del crecimiento; así pues, el nuevo año ha comenzado con un debate sobre el calendario y el alcance de la relajación monetaria. 

Los bancos centrales de los mercados emergentes, por su parte, en su mayoría ya están jugando la carta de la bajada de tipos, aunque de distintas maneras, debido a la mezcla de inflación, crecimiento y riesgos externos que caracteriza a cada país de forma diferente. El consenso apunta a un 2024 caracterizado por una ralentización del crecimiento a escala mundial, pero hasta ahora el crecimiento de los mercados emergentes se ha mostrado resistente, aunque con algunas diferencias sustanciales entre regiones y países.

China, por ejemplo, se enfrenta a retos complejos debido a las dificultades de su sector inmobiliario y ha tenido que poner en marcha una serie de medidas ad hoc para mitigar los posibles riesgos. En cuanto a la inflación, la mayoría de los países emergentes están experimentando un descenso de los niveles de precios, más acusado en el caso de la inflación general y de consumo, y más gradual en el de la inflación subyacente y de servicios. En la actualidad, la mayoría de los bancos centrales de los mercados emergentes han suspendido las subidas de tipos, si es que no han aplicado ya los primeros recortes, aunque siguen prestando gran atención a factores externos como los tipos de interés estadounidenses, los flujos de capital y los precios de la energía y los alimentos. En particular, el banco central chileno optó por un recorte de los tipos de interés de 75 puntos básicos, tras el recorte más prudente de 50 puntos básicos decidido en octubre, mientras que los bancos centrales de Colombia y la República Checa optaron por recortes menores de 25 puntos básicos.

En nuestra opinión, las principales economías emergentes y sus empresas han demostrado ser capaces de hacer frente a las consecuencias del endurecimiento monetario, aunque habrá que seguir vigilando de cerca los factores de riesgo globales y específicos de cada país, incluidos posibles nuevos brotes inflacionistas, la entrada en recesión de algunos mercados desarrollados y los riesgos políticos que inevitablemente conlleva un año electoral como 2024. 

La inversión en deuda emergente presenta varias ventajas en términos de diversificación de la cartera y alta rentabilidad, con importantes retornos a largo plazo. Otros factores positivos, como la relación oferta/demanda y el debilitamiento del dólar estadounidense, también juegan a favor de la deuda de mercados emergentes, aunque sigue siendo preferible un enfoque selectivo.

Un repaso a la evolución económica y política de Argentina, Chile y Guatemala

Hemos intentado examinar más de cerca la reciente evolución económica y política de algunos de los principales países emergentes. Empecemos por Argentina, donde el recién elegido presidente Javier Milei ha lanzado recientemente su ambicioso programa de reformas, que incluye la devaluación del tipo de cambio, la liberalización de las importaciones, la congelación de las contrataciones en el sector público y de los nuevos proyectos de infraestructuras, la reducción del número de ministros y de las subvenciones estatales. Paralelamente, en un intento de compensar las presiones inflacionistas que probablemente surgirán en los primeros meses de las reformas, se ha lanzado un importante programa de bienestar social. En conjunto, el plan de ajuste económico de Milei prevé una maniobra fiscal decisiva, una desregulación significativa y el cese de la monetización del déficit por parte del banco central. Es fácil prever que el mandato del nuevo presidente no estará exento de debate y polémica, pues tanto el Congreso como los sindicatos ya han expresado su disconformidad con su agenda político-económica.

En Chile, por segunda vez en dos años, los votantes rechazaron la aprobación de una nueva Constitución. El proceso de reforma constitucional, desencadenado por las masivas protestas populares de 2019, aún no ha conducido a una revisión del documento redactado durante la dictadura militar de Pinochet, a pesar de más de cuatro años de intentos tanto de la derecha como de la izquierda. La participación electoral fue alta (84%) y el resultado esta vez estuvo más reñido que en la ronda anterior (con un 55,8% de votos en contra frente al 61,9% de septiembre de 2022). Hoy, la falta de confianza en el proceso constituyente y la polarización política que lo ha caracterizado en sus distintas fases hacen improbable un tercer intento de reforma, al menos en un futuro próximo. Las implicaciones para el presidente chileno, Gabriel Boric, cuyo gobierno ya ha tenido que lidiar con bajos niveles de popularidad, parecen contenidas por ahora.

En Guatemala, una sentencia de la Corte de Constitucionalidad estipuló que el presidente electo, Bernardo Arévalo, tomaría finalmente posesión de su cargo, tras un periodo de transición de cinco meses, en enero de 2024. Tras la aplastante victoria de Arévalo en las elecciones del pasado agosto, la Fiscalía General de Guatemala y otros miembros del partido gobernante habían intentado durante mucho tiempo invalidar el resultado electoral, quizá por temor a que la agenda anticorrupción del recién elegido presidente chocara con intereses creados. Sin embargo, aunque se ha evitado el peor de los escenarios, siguen en marcha otros intentos de marginar políticamente a Arévalo y el contexto para el nuevo gobierno sigue siendo difícil.