Renta variable: sectores para tener en el radar en 2024

Alex Tedder, responsable de renta variable global de Schroders

Alex Tedder (Schroders) | Estamos inmersos en un punto de inflexión para los mercados, en el comienzo de una nueva era para la inversión con implicaciones para los inversores. En concreto, los inversores en renta variable tienen que cambiar el chip y uno de sus nuevos objetivos debería ser pensar en temáticas estructurales a largo plazo marcadas por lo que hemos llamado las 3D: descarbonización, demografía y desglobalización.

En este sentido, los argumentos a favor de la temática de la descarbonización son innumerables. Puesto que ya se han superado buena parte de las presiones postpandemia sobre los costes y el exceso de capacidad en algunas áreas del universo de las energías renovables, ahora parece un momento idóneo para que los inversores sopesen invertir en la temática de la transición energética. Así, parece claro que la tecnología es clave para dar respuesta a muchos de los desafíos estructurales a los que nos enfrentamos ahora mismo. La energía solar y la captación de carbono son dos pilares básicos de la temática de la transición energética.

Del mismo modo, las soluciones al reto demográfico pasan en gran medida por los avances médicos, la automatización y la inteligencia artificial (IA). La IA ha cautivado la atención de los inversores y no cabe duda de que tiene un riesgo importante de estar generando demasiadas expectativas. No obstante, la lógica que hay detrás de la emoción del mercado es irrefutable. La automatización es una tendencia que lleva largo tiempo con nosotros y se ha expandido con rapidez desde algunos procesos industriales hasta el sector servicios en su conjunto. La IA generativa, basada en modelos de lenguaje, sube mucho la apuesta.

En el mundo hay más de 1.000 millones de trabajadores del conocimiento, es decir, aquellos que aplican conocimientos teóricos o analíticos para realizar tareas concretas. El aumento, el refuerzo y, quizás, el reemplazo de una parte de este trabajo provocará enormes cambios y creará importantes oportunidades para los inversores, no sólo en el sector tecnológico, sino en casi todos los ámbitos de la economía. PwC estima el valor económico potencial de la IA en 17 billones de dólares al año para 2030. En comparación con el actual PIB global, que se sitúa en el entorno de los 110 billones de dólares, se trata de una cifra extraordinaria, y es probable que surjan inmensas oportunidades en el espacio de la automatización.