En torno a 1,3 p.p. del total del 1,6% de expansión del PIB de EEUU, más del 80%, proviene de inversiones en tecnología y software

Stefan Rondorf (Allianz GI) | Sam Altman, cofundador de OpenAI y figura clave detrás de ChatGPT, considera que la humanidad está entrando en una nueva “era de la inteligencia” tras las eras agrícola e industrial. Como siempre, el progreso tecnológico impulsa este cambio de paradigma, esta vez con el aprendizaje automático llevándolo a un nivel completamente nuevo. En los mercados de capitales, los activos vinculados al universo de la inteligencia artificial (IA) han sido catapultados a su propia órbita y determinan el ritmo de los mercados bursátiles, especialmente en Estados Unidos y China. Desde una perspectiva económica, la tecnología se ha convertido en un motor de crecimiento decisivo. Un análisis más detallado revela que una parte sustancial del aumento del PIB estadounidense durante la primera mitad de 2025 provino de inversiones en tecnología y software: alrededor de 1,3 puntos porcentuales del total del 1,6% de expansión. En otras palabras, el sector representó algo más del 80% del crecimiento total”.

Temas de inversión: Obtención rentas de la inversión en la “era de la inteligencia”

  • Demografía: La población mundial crece, pero cada vez más lentamente, mientras la esperanza de vida aumenta. La población global envejece y la población en edad laboral se reduce, especialmente en economías industrializadas.
  • Digitalización: Las “máquinas inteligentes” están provocando cambios radicales en las estructuras laborales.
  • Pregunta clave: ¿Qué tareas seguirán disponibles para los humanos y cuántos empleos habrá? Esto lleva inevitablemente al tema de la remuneración. El economista Richard Freeman prevé un cambio de paradigma en la relación entre trabajo humano y mecanizado. Con ironía, plantea: “¿Trabajarás para el robot o el robot trabajará para ti?”
  • Consecuencia: Factores como robots y demografía sugieren que ha llegado el momento de hablar sobre ingresos por inversión para complementar los ingresos laborales.
  • Necesitamos más rentas de inversión, especialmente en una era de máquinas inteligentes y un sistema público de pensiones que tiembla bajo la presión del cambio demográfico. Pero no se queda ahí. De hecho, las rentas de inversión pueden destinarse a muchos otros fines igualmente valiosos: más dinero para unas vacaciones, para gastos del día a día o como una “ayuda de los abuelos” para apoyar a los nietos durante sus estudios universitarios o sus períodos de formación profesional.
  • Fuentes de rentas: Intereses de depósitos bancarios, cupones de bonos o dividendos de acciones.
  • Conclusión: Es hora de centrarse no solo en la rentabilidad total, sino también en los flujos de efectivo futuros. ¿Por qué no hacer que nuestro dinero (o los “robots”) trabajen para nosotros?