Luca Evangelisti y Paridhi Garg (Júpiter AM) | Tanto la Comisión Europea como el Banco Central Europeo (BCE) han defendido históricamente que la consolidación del sector bancario puede contribuir a una mayor integración de la Unión Bancaria europea, siempre que existan planes de negocio creíbles orientados a generar sinergias de costes y crear valor para clientes y accionistas. Sin embargo, esta estrategia suele encontrar resistencia por parte de los gobiernos nacionales y los sindicatos, preocupados por las implicaciones en términos de competencia y empleo, sobre todo cuando se trata de entidades de gran tamaño.
El aumento de las conversaciones en torno a nuevas operaciones de fusión responde también a una capitalización más sólida que nunca por parte de los bancos europeos.El sector bancario español presenta un alto grado de concentración, con los cinco mayores bancos controlando el 70% de la cuota de mercado, tras una oleada de fusiones que ha reducido el número de grandes entidades supervisadas directamente por el BCE de 55 en 2008-2009 a 10 en la actualidad.
En el caso de BBVA, lanzó en mayo de 2024 una oferta pública de adquisición (OPA) por Banco Sabadell valorada en 12.000 millones de euros, que fue rechazada por el consejo de administración de Sabadell al considerar que infravaloraba significativamente a la entidad.
Posteriormente, BBVA llevó su propuesta —en forma de canje de acciones— directamente a los accionistas de Sabadell. Durante el último año, la operación ha recibido ya el visto bueno del BCE y de la Comisión Nacional de los Mercados y la Competencia (CNMC), con una serie de medidas de mitigación para proteger a los consumidores.
No obstante, el Gobierno español ha mostrado su oposición desde el inicio y ha comunicado recientemente las condiciones bajo las que aprobaría la fusión, lo que en la práctica bloquea una integración plena de ambas entidades durante al menos tres años. Aun así, BBVA ha decidido mantener su apuesta a largo plazo y seguir adelante con la operación.
Por su parte, Banco Sabadell ha tomado medidas para reforzar su autonomía, entre ellas la venta reciente de su filial británica TSB a Banco Santander por una valoración de unos 3.000 millones de euros. Esta operación generará importantes plusvalías y un alivio significativo en términos de capital regulatorio (se estima un impacto positivo de más de 200-300 puntos básicos), lo que permitirá a Sabadell repartir un dividendo extraordinario de 0,50 € por acción, por un importe total máximo de 2.570 millones de euros.
Desde nuestra perspectiva, la consolidación del mercado es positiva, especialmente en un sistema bancario europeo que aún presenta una fragmentación considerable. Sin embargo, como inversores en crédito, es esencial que toda fusión sea generadora de capital y no implique tensiones significativas en las ratios de capital a corto o medio plazo.
Aspectos clave como los plazos de ejecución, los detalles sobre las sinergias de costes y los cambios en la estructura de financiación (si los hubiera) son igual de importantes. Una operación prolongada y sin una estrategia de financiación clara genera incertidumbre sobre los diferenciales de crédito y puede interferir con la estrategia a corto plazo de la entidad adquirente.