Eiko Sievert (Scope Ratings) | El último cierre del Gobierno en Estados Unidos ha sido consecuencia de los desacuerdos políticos entre republicanos y demócratas en cuestiones como la sanidad, pero refleja la creciente polarización política del país.
El enfoque político cada vez menos convencional del Gobierno ha ejercido presión sobre los controles y equilibrios tradicionales del sistema de gobernabilidad estadounidense y se considera negativo para la perspectiva del rating de la deuda soberana de EE.UU. (AA/Negativa).
En los últimos meses, se han intensificado las dudas sobre la independencia y la credibilidad de instituciones clave. La Reserva Federal se ha enfrentado a un creciente escrutinio político, que ha culminado en el intento de destitución de la gobernadora Lisa Cook y ha puesto a prueba los límites de la autoridad presidencial con respecto a la supervisión de las instituciones independientes. Del mismo modo, los profesionales y bufetes jurídicos que se consideran contrarios a los objetivos políticos del presidente Trump han sido objeto de presión pública, mientras que también han surgido preocupaciones en torno a la imparcialidad de los datos económicos tras la destitución de Erika McEntarfer, antigua directora de la Oficina de Estadísticas Laborales.
La creciente crítica hacia las instituciones académicas y la prensa también ha planteado retos más amplios, que podrían erosionar la confianza pública en el sistema de controles y contrapesos del país. Otro motivo de preocupación es la creciente normalización de los despliegues militares en ciudades estadounidenses, con el objetivo declarado de preservar el orden público. La autoridad civil podría verse especialmente socavada cuando dichos despliegues se vuelvan más frecuentes, incluso sin el consentimiento delos gobernadores estatales.
En general, este deterioro de los estándares de gobernabilidad aumentará aún más la polarización política en los próximos años. Cuanto más profundas sean estas divisiones políticas, mayor será el riesgo de que no se alcancen compromisos políticos clave en los plazos previstos.
Esto también se aplica a los futuros enfrentamientos sobre el techo de la deuda, especialmente si el Partido Republicano perdiera el control de la Cámara de Representantes y/o del Senado tras las elecciones de mitad de mandato de 2026. A pesar del aumento de cinco billones de dólares en el techo de la deuda que se aprobó como parte del «Big Beautiful Bill», es probable que se necesite un nuevo aumento para 2028, dada la débil perspectiva fiscal. Prevemos déficits de alrededor del 6% del PIB y un aumento de la deuda nacional hasta el 12% del PIB en los próximos cinco años.
Nuestra hipótesis de base sigue siendo que no es muy probable que se produzca un impago técnico por parte de Estados Unidos debido a disputas políticas, pero el riesgo sigue aumentando y tendría un impacto significativo si se produjera.