Marie Lassegnore (Crédit Mutuel AM) | Antes de la COP30, prevista para el 10 de noviembre, numerosos informes de investigación han evaluado el progreso logrado desde la firma del Acuerdo de París. Aunque este avance es innegable, el impacto potencial de nuevas prioridades a nivel nacional sigue siendo incierto. En este contexto, surge una pregunta: ¿qué podemos o debemos esperar de esta 30ª edición?
Instrumentalización política de los temas climáticos
Las contradicciones a nivel social impiden acelerar la acción necesaria para la transición y la adaptación. Aunque el 89 % de la población mundial en 2024 expresó su apoyo a políticas climáticas más contundentes, la mitad votó por líderes o partidos políticos escépticos respecto a los temas Ambientales, Sociales y de Gobernanza (ESG), ya sea por convicción o por oportunismo.
La politización de los temas climáticos no tiene cabida legítima en las negociaciones de la COP, que siguen siendo la única plataforma capaz de fomentar una acción global coordinada y unificada para la transición y la adaptación. Aunque casi un tercio de los países que firmaron el Acuerdo de París aún no han presentado sus Planes Nacionales de Descarbonización actualizados para 2030, los esfuerzos realizados hasta ahora han reducido las perspectivas de calentamiento para finales de siglo de +4 °C a +2.7 °C. La dirección es alentadora, pero obtener la financiación es ahora esencial para mantener esta trayectoria. En este contexto, la movilización anual de 1,3 billones de dólares para 2035 destinada a apoyar la financiación de la transición y adaptación climática será un elemento clave de la COP30.
Empresas que actúan en silencio
Aunque la politización de los temas climáticos y ESG, los cambios regulatorios y las incertidumbres en los precios han influido en la forma en que las empresas comunican su sostenibilidad, muchas siguen cumpliendo con sus compromisos. En 2025, Estados Unidos registró un aumento del 9 % en los compromisos empresariales de emisiones netas cero, a pesar del clima político local, y el 85 % de las compañías del sector de cadena de suministro evaluadas por el Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT) intensificaron o mantuvieron sus esfuerzos de sostenibilidad tras la retirada del país del Acuerdo de París.
Según un estudio de 2025 realizado por UNGC – Accenture, el 88 % de los líderes empresariales cree que el argumento económico a favor de la sostenibilidad es más sólido hoy que hace cinco años. Sin embargo, solo la mitad se siente cómodo comunicando públicamente sus avances en el actual clima político.
Capital privado: La inversión sostenible como motor de rendimiento La politización de los temas ESG intenta sugerir que las inversiones en ciertas tecnologías —esenciales para la transición y la adaptación— carecen de lógica económica. Sin embargo, existen pruebas concretas que demuestran un mejor desempeño vinculado a los esfuerzos de descarbonización por parte de empresas en manos de fondos de capital privado, en comparación con sus equivalentes cotizados.
Un estudio reciente de Boston Consulting Group, basado en una muestra de 9.000 empresas distribuidas en más de 300 fondos de capital privado, reveló que los esfuerzos en diversidad y descarbonización generaron un crecimiento promedio del EBITDA del 4 % en Estados Unidos y del 7 % en Europa durante un período medio de tenencia de cuatro años. Esto se logró mientras se reducían las emisiones de alcance 1 y 2 cinco veces más rápido que las empresas cotizadas.
Este rendimiento se explica por una mejor alineación de intereses, posible gracias al horizonte de inversión de mediano a largo plazo propio del capital privado, que mantiene el capital inmovilizado durante períodos prolongados. Esto permitió a los inversores apoyar a las empresas en la implementación de palancas de descarbonización a corto plazo, como la electricidad verde, al tiempo que se enfocaban en la creación de valor económico.
El impacto adverso del cambio climático ya es observable y se considera uno de los tres principales desafíos para las empresas —junto con la adopción de nuevas tecnologías y la inteligencia artificial— según el 45 % de los 2.000 líderes empresariales encuestados en un estudio de Deloitte.
El rumbo está marcado, la acción está en marcha, pero dado que la adaptación será inevitable, asegurémonos de que sea ordenada y no caótica.



