Fernando Marcos (Intermoney) | Solo el desfavorable dato de inflación en EE. UU. removió el mercado al dia siguiente de su publicación el miércoles pasado. Aunque no altera en modo alguno la percepción de que la desinflación todavía está logrando sus objetivos. La previsión, por tanto, de tres recortes de tipos de la Fed este año a partir de junio, mantiene su validez, aunque nunca antes. En esta línea fueron las palabras de Austan Goolsbee afirmando que, aun reconociendo la accidentada senda, el descenso de la inflación va «por buen camino», mostrando su disconformidad a tener que esperar a que el IPC se sitúe en el 2% para empezar a rebajar los tipos de interés. Solo se desinfló la euforia de las apuestas más audaces, a lo que contribuyó de manera determinante Nagel, que afirmaba que la historia sugiere que es peor relajar la política monetaria demasiado pronto que demasiado tarde.
Si miramos atrás, haciendo un pequeño homenaje a la corriente historicista cuantitativa de la década de los cincuenta, el aumento global de los precios en EE. UU. de los últimos años, que al principio los mercados achacaban al conflicto de Ucrania y las consecuentes subidas de los precios de los alimentos y energía; se revelaron engañosos, pues los americanos producen mucha más energía de la que consumen y tampoco importan grano de la lejana Ucrania. Cada vez se hace más evidente que, en este caso, si atendemos a la cronología, empezaron a subir antes del inicio del conflicto, y que, por tanto, fue más producto de la demanda, tras el levantamiento de restricciones del Covid-19 y los problemas de abastecimiento; todo aderezado con una política acomodaticia de bancos centrales, que inundaron el mercado de liquidez a casi “gratis” durante un prolongado periodo de tiempo. El nuevo paradigma es que, lejos de tener un carácter temporal, comparte más una naturaleza estructural, con lo que toca la actual restricción monetaria, con un aumento significativo de tasas de interés. Nada nuevo, ya Bruto en los idus de marzo le asestó 23 puñaladas a Cesar también por la inflación, entre otras cosas,
cuando al volver de la Galia, el oro en Italia se devaluó un 25% debido al aluvión de botín, materias primas y esclavos que trajo, pues ponía en peligro su fortuna.