Los dilemas de BlackRock con la expansión del voto directo

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Fernando Rodríguez | La intención de BlackRock de permitir el  voto directo en las juntas de accionistas a determinados inversores institucionales en fondos indexados de Estados Unidos y Gran Bretaña en 2022 podría no ser una buena idea al poner en riesgo parte de su lucrativo negocio de préstamo de acciones, según la opinión de Doug Chia,  presidente de la consultora norteamericana independiente de gobernanza Sound Governance, publicada en el foro de Corporate Governance de Harvard.

Si ese grupo de clientes optará por el voto directo, “BlackRock tendría quizá que recobrar grandes cantidades de acciones prestadas para votar en la dirección que los clientes desearan y en más propuestas a votar (….) Eso podría tener como resultado que BlackRock perdiera ingresos futuros por préstamo de acciones, pues, presumiblemente, los prestatarios preferirían ceder sus acciones a prestamistas menos proclives a recuperar las acciones que prestan”, explica Chia en su pieza BlackRock’s Move to Expand Proxy Voting Choice Creates Unknowns.

El presidente de Sound Governance estima que el negocio de préstamos de acciones de BlackRock proporcionó al líder de la inversión colectiva mundial 1.896 millones de dólares de ingresos acumulados –equivalentes a 1.690 millones de euros- los tres últimos ejercicios, es decir, el 4,2% de la facturación total de la firma en este periodo.

El movimiento de BlackRock podría acabar por no tener demasiado impacto en los resultados del proxy voting (o en su negocio de préstamo de acciones)». Además, «muchos clientes querrían seguir confiando sus votos a la discreción de BlackRock”, ya que “parte del atractivo de invertir en fondos indexados es dejar las decisiones y las mecánicas de centenares de votos proxy al gestor de activos, a muy bajo coste”, concluye Chia.