Política y libertad de empresa

Ricardo Jiménez * | Michael Ignatieff, profesor de Harvard y antiguo candidato a primer ministro de Canadá, define en su libro “Fuego y Cenizas” a la política como un “reality show”.  Según explica, “en la política de baja calidad, el objetivo explícito del ataque es evitar el debate…solo hay que ensuciar”.

En las últimas semanas hemos visto ataques políticos continuados sobre una empresa que expresó su voluntad de trasladar su sede y cotizar allá donde están sus principales clientes. Cuando estos ataques se basan en argumentos emocionales como “falta de compromiso con el país” o se citan supuestos informes sin aportar ninguno, está claro que lo que faltan son argumentos objetivos.

Estas formas de actuar reflejan un deseo del poder ejecutivo de decir “aquí mando yo”, más propio del sistema feudal de la Edad Media. Muestran además un profundo desconocimiento de las necesidades de las empresas, y de cómo estas se gestionan a través de las decisiones de sus accionistas. No parecen entender ni respetar el funcionamiento de la economía de libre mercado, esa que crea empleo y riqueza para las personas, por contraste a las economías centralizadas de los antiguos regímenes comunistas que parecen añorar.

Las razones bursátiles, de negocio y financieras para este traslado son claras. El noventa por ciento del valor de la compañía en Bolsa viene de sus activos internacionales, con especial peso de los situados en América del Norte que representan un 75% del valor. Los accionistas internacionales representan el noventa por ciento del total de accionistas institucionales.

Desde un punto de vista de negocio y estrategia, las compañías tienen que situarse donde están sus clientes.  De acuerdo con datos de The Brooking Institution, uno de los mayores “think tank” americanos con sede en Whashington, nos encontramos en el inicio de la década de inversión en infraestructuras en Estados Unidos. Según la misma fuente, entre el Infrastructure Investment and Job Acts (IIJA) y la denominada Inflation Reduction Act (IRA), el congreso americano ha comprometido  más de mil doscientos cincuenta billones de inversión en los sectores de transporte, energía, recursos hidráulicos y telecomunicaciones. Gran parte de estos fondos y de las enormes subvenciones públicas a estos proyectos apenas han empezado a ser utilizados.

La gran mayoría de estos proyectos van a ser adjudicados no por el gobierno federal sino a nivel de cada uno de los diferentes estados que forman el país e incluso a nivel de autoridades locales. Esto hace mucho más importante la cercanía con el cliente, tanto desde el punto de vista comercial para conseguir los contratos como desde el punto de vista financiero, para conseguir inversores con quien afrontar la inversión que estos proyectos necesitan. A modo de ejemplo, uno de los inversores iniciales junto a Ferrovial en sus proyectos de autopistas de peaje en Texas fue él fondo de pensiones de la policía de Dallas.

El efecto arrastre que un mayor éxito comercial de Ferrovial tendrá en otras empresas españolas que trabajan como subcontratistas es innegable. En los últimos años, más de mil proveedores y cincuenta ingenierías españolas han trabajado para los proyectos de Ferrovial en el extranjero.

Con esa enorme cantidad de dinero esperando ser invertida en multitud de programas y sectores diversos, el acceso a mejores condiciones de financiación es fundamental. Desde el punto de vista de deuda, el volumen y la profundidad, la existencia de instrumentos a largo plazo, fundamentales en un negocio como el de infraestructuras, y la liquidez del mercado americano no tiene comparación con ningún otro mercado en el mundo.

Si miramos a la financiación vía capital, el cotizar en Estados Unidos tiene numerosas ventajas. Por un lado, da acceso a formar parte de los índices bursátiles americanos, con el impacto que esto tiene para muchos fondos que están obligados a invertir en las compañías que forman parte de un índice. Por otro lado, la compañía tendrá acceso a los fondos domésticos norteamericanos, aquellos que solo invierten en compañías cotizadas en Estados Unidos, mientras que hoy se ve limitada a fondos americanos que invierten en compañías extranjeras.

Un estudio de la Bolsa de Nueva York muestra también la importancia que este mercado tiene para ofrecer una mejor calidad en aspectos claves para los inversores como son un menor rango o spread entre el precio de venta y de compra, una menor volatilidad de las cotizaciones y las menores diferencias entre los precios de las subastas de cierre respecto a las cotizaciones que se producen durante la sesión.

Desde el punto de vista de volúmenes de inversión, la bolsa española al igual que la mayoría de los mercados europeos, no deja de ser una bolsa periférica, donde los grandes inversores internacionales no suelen invertir más del 10% al 15% de sus fondos, lo que supone una gran limitación para aumentar el valor de la acción.

La combinación del enorme volumen de inversión en infraestructuras, energía y cambio climático que Estados Unidos va a desarrollar durante los diez próximos años y la profundidad de sus mercados financieros hace que empresas de todo el mundo se estén reposicionado en este país. CRH, una de las mayores compañías de materiales de construcción del mundo abandona la bolsa de Londres y cotizará en Nueva York. La ingeniería alemana Linde dejara de cotizar en Frankfurt con destino a la ciudad de los rascacielos. Otras compañías están vendiendo activos y saliendo de otros paises a fin de obtener los recursos financieros necesarios para financiar las inversiones que van a exigir los proyectos norteamericanos.

Mientras Europa en su lucha por el cambio climático se despista aumentando los costes de las empresas con una interminable regulación e infinitos requisitos de información, Estados Unidos, con una mentalidad más práctica ha puesto las condiciones para que las compañías puedan crecer, ganar dinero y lograr una transición energética real.

Los accionistas de las compañías queremos dos cosas principalmente, que suba el precio de la acción y cobrar dividendos crecientes cada año. En este aspecto, la buena gestión a largo plazo de Ferrovial para sus inversores es innegable. Cuando salió a Bolsa en el lejano 1999, la compañía se valoró en tres mil millones de euros. Hoy roza los veinte mil millones de capitalización, casi siete veces más. Si añadimos los dividendos pagados durante todos estos años, la rentabilidad histórica acumulada se acerca al 900%.

En estos casi 25 años ha habido subidas y bajadas, pero la compañía siempre ha sabido remontar sus caídas y alcanzar cotizaciones que superaban los máximos anteriores. Es la única compañía española de su sector que tiene una valoración superior a las alcanzadas en 2006-2007, fin de la época dorada de la construcción en España. En 2011 entre rumores de colapso de la economía española, la cotización estaba en los seis euros. Hoy cotiza a veintisiete.

En ocasiones la compañía ha tomado decisiones difíciles reorientando su estrategia. Entre 2016 y 2018 la acción oscilaba sin vida entre los dieciséis a dieciocho euros, lastrada por los problemas de su negocio de servicios. La decisión de vender esta división que aportaba casi siete mil millones en ventas disparó la cotización que en apenas año y medio pasó de 18 a 30 euros en las semanas previas a la irrupción de la pandemia. Fue un mensaje claro de que lo que importa no es el tamaño y las cifras contables sino su valor en bolsa.

La confianza de los inversores se mantiene firme. Estando en un sector muy sensible a los tipos de interés, la cotización acumula una subida del 8% en los últimos doce meses, a pesar de que los tipos en Estados Unidos han subido cuatrocientos puntos básicos en el mismo periodo.

Con estos antecedentes, no es de extrañar que la propuesta de trasladar su sede social y la posterior cotización en Estados Unidos se haya aprobado con el apoyo del 93% del capital presente y representado en su junta de accionistas.

Como siempre en la compañía están decisiones son tomadas pensando a largo plazo. En el mundo de las infraestructuras, cuatro años no son nada. 

*Accionista de Ferrovial