Una cuestión de confianza: solvencia frente a liquidez

Ricardo Jiménez (Harmon) | El rescate por parte de la Reserva Federal americana del Silicon Valley Bank (SVB) y del Signature Bank desató una ola de ventas en bolsa y el temor a una nueva crisis bancaria.

El negocio bancario se basa principalmente en la confianza de los clientes de que sus ahorros están seguros depositados en una institución financiera. Sin confianza, no hay banco que sobreviva, como bien saben los accionistas del desaparecido Banco Popular.

La actual crisis explotó por el temor de los clientes del SVB de no poder recuperar sus depósitos. Este miedo generó una oleada de retiradas de fondos estimada en 42 billones de dólares mientras la cotización del SVB caía un 60%. Para hacer frente a este inusual volumen, el banco tuvo que deshacer algunas de sus inversiones para obtener la liquidez necesaria. Estas ventas “forzadas” le llevaron a incurrir en unas pérdidas aproximadas de 1.800 millones de dólares. Estas pérdidas disminuyeron sus fondos propios, lo que obligó a la entidad a anunciar una ampliación de capital para recapitalizar el banco.

Un problema de liquidez se había transformado en un problema de solvencia. Si un banco tiene problemas de solvencia, todo el mundo teme por sus ahorros y corre a retirarlos.

El negocio bancario, en esencia, trata de captar depósitos, mantener una pequeñísima parte en liquidez por si los clientes necesitan recuperan parte de dichos depósitos y prestar el resto del dinero a tipos mayores de los que el banco paga a sus clientes. Cuanto más dinero se capta, más dinero se puede prestar y si aumenta el margen entre lo que cuestan los depósitos y lo que se cobra por los préstamos, aumentan los beneficios del banco. “La avaricia es buena”, decía Michael Douglas en la película Wall Street.

En 2020, con motivo de la pandemia, todas las empresas aumentaron su liquidez ante la incertidumbre. En 2021, el éxito de las salidas a Bolsa en un entorno de recuperación económica y tipos al cero por ciento nominal permitió que fluyera gran cantidad de dinero hacia las empresas tecnológicas. Esto produjo un enorme aumento de los depósitos en los bancos, mientras las empresas decidían en que invertir el dinero captado. SVB pasó de tener 49.000 millones de dólares en depósitos en 2018 a 102.000 millones en 2020 y a 189.000 millones a finales de 2021. Había cuadruplicado su tamaño en apenas tres años.  Dichos depósitos tenían un coste cero, dado que los bancos dejaron de retribuir sus pasivos. Otra cosa era ser capaz de ganar dinero. Los bancos suelen invertir una parte de sus depósitos en activos considerados de bajo riesgo, como son los bonos emitidos por los gobiernos. SVB invirtió una parte muy importante de sus depósitos en bonos y otros instrumentos a plazos que iban de los diez a treinta años. Estos vencimientos tan largos son inusuales, pero son los que pagaban mayor tipo de interés y con ello aumentaban los beneficios del banco, mientras su acción volaba en bolsa.

En 2022 el mundo cambió, apareció la temida inflación que llevaba aletargada 30 años y se frenaron en seco las salidas a bolsa, que habían marcado cifras récord en 2021. Las compañías tecnológicas y start ups, que eran los principales clientes de SVB, vieron cerradas sus fuentes de financiación y empezaron a retirar y hacer uso de sus depósitos. Para frenar la inflación, la Reserva Federal comenzó a subir los tipos de interés, que pasaron del 0% al 4% en apenas doce meses. Este repunte de tipos causó fuertes pérdidas a las carteras de bonos de los bancos, si bien eran “perdidas en papel”, es decir, perdidas no realizadas si no se venden los bonos.

En la renta fija, lo único realmente fijo es el cupón o tipo de interés que paga. Si un bono paga un interés del 2% y los tipos de mercado están al 5%, nadie va a comprar dicho bono, salvo que lo haga con un descuento en el precio tan importante que el interés que se cobre, 2%, comparado con el precio pagado, ofrezca una rentabilidad parecida al 5% del mercado. Esto supone fuertes pérdidas para quien se vea obligado a vender.

Normalmente los bancos mantienen este tipo de inversiones hasta vencimiento, donde se recupera el nominal y no hay que reconocer ningún tipo de pérdida.

El elevado nivel de bonos poseídos por SVB a tan largo plazo suponía unas pérdidas potenciales muy importante de su cartera de activos en un escenario de mayores retiradas de fondos por sus clientes. La agencia de clasificación Moodýs advirtió al banco de que iba a emitir una nota bajando su rating o calidad crediticia. La pérdida o disminución del rating de una entidad financiera es un torpedo a la confianza del mercado en la misma. En esa disyuntiva, SVB, obligada por la retirada de fondos de sus clientes, tuvo que vender parte de sus inversiones, realizar las pérdidas y anunciar una ampliación de capital. Al día siguiente de estos anuncios, el banco estaba intervenido por la Reserva Federal que garantizaba el cien por cien de todos los depósitos, para respiro de sus clientes.

No estamos en un caso de activos tóxicos como fueron las hipotecas “suprime” en 2008. Este es un caso de mala gestión de activos y pasivos por parte del banco, mala gestión del riesgo y mala evaluación de las necesidades de liquidez, y algo de avaricia para aumentar sus ingresos.

El problema de la valoración a precio de mercado de las inversiones de los bancos no se limita a los de menor tamaño y sometidos por ello a un escrutinio regulatorio menos estricto en USA ( en Europa las exigencias de regulación se aplican con independencia del tamaño de las entidades). Bank of America, uno de los mayores bancos del mundo, tiene, según datos de su memoria, pérdidas no realizadas a final de 2022 por valor de más de 108.000 millones de dólares, cerca del 47% de sus fondos propios.

A pesar de las caídas en bolsa de todo el sector bancario y de las entidades que se entienden más débiles como Credit Suisse, es muy improbable que se dé un efecto contagio hacia otros bancos.

Veremos probablemente unos mayores requisitos de liquidez para los bancos, lo que les restará capacidad de generar beneficios. La regulación o los propios bancos van a ser más restrictivos en sus créditos, lo cual hará la vida más complicada a compañías muy endeudadas. Los bancos centrales que estaban subiendo tipos y restringiendo la liquidez del sistema se han visto obligados a aumentar las líneas de liquidez para los bancos con problemas y probablemente espaciar las subidas tipos.

Aunque las turbulencias se han calmado en los mercados, el índice KBW Nasdaq que engloba a los 24 principales bancos americanos cotiza en sus niveles más bajos del último año. Un reflejo de las dudas de los inversores respecto a los bancos como inversión en bolsa.

Los ahorradores particulares, con tantos sustos, quizá tengamos la tentación de volver a tener el dinero debajo del colchón. Todo es una cuestión de confianza.