España y las complejidades de la política de coaliciones

Jakob Suwalski

Jakob Suwalski (Scope Ratings) | A pesar de ganar las elecciones generales, el conservador Partido Popular no alcanzó la mayoría absoluta y, aunque ha resultado ser el partido más votado, es poco probable que pueda formar Gobierno. 

Por otro lado, para poder ser reelegido y que se aprueben los nuevos presupuestos de su Gobierno, el presidente Pedro Sánchez tendrá que forjar alianzas aún más frágiles y hacer concesiones significativas. 

Ante este telón de fondo, España, que preside el Consejo de la UE hasta finales de año, se enfrenta a un prolongado periodo de incertidumbre. Si no se logra tender un puente entre los partidos, podría producirse un bloqueo político. Si ninguno de los principales partidos puede formar Gobierno, puede que se repitan las elecciones, como ocurrió en 2019 (las elecciones del domingo fueron las quintas desde 2015).

El nuevo heredará una economía, en general, próspera, pero también se enfrenta a problemas crediticios cruciales, incluidos desafíos económicos estructurales como el alto desempleo, a pesar de un crecimiento relativamente favorable. El Gobierno también debe lidiar con la reducción del déficit en medio de un mayor gasto social y sanitario debido al envejecimiento de la población y las pensiones indexadas en un entorno de alta inflación, al tiempo que garantiza el apoyo focalizado en esta población.

Sin embargo, según las propuestas de los partidos sobre temas políticos clave como el empleo, la vivienda, la fiscalidad y las pensiones, cada partido tiene enfoques distintos para abordar las cuestiones políticas, reflejando sus respectivas prioridades y creencias económicas.

En función de los resultados de las elecciones, cualquier nuevo Gobierno puede tener más dificultades para aplicar políticas y reformas a largo plazo, al tener que sortear las complejidades de la política de coaliciones. Esto puede afectar a la gobernanza y a la rapidez de la toma de decisiones.

El mantenimiento de la estabilidad política y la realización de inversiones públicas son vitales para las economías, en particular para la española, que depende de las entradas de capital extranjero para estimular la inversión debido a su posición de inversión internacional neta estructuralmente negativa.