Europa lidera la reflexión sobre un marco regulador para la Inteligencia Artificial

Joran Mambir (J. Safra Sarasin Sustainable AM) |  La llegada de ChatGPT en noviembre de 2022 y su rapidísima adopción por el gran público han puesto la inteligencia artificial en el centro del debate. No solo por las perspectivas sin precedentes que ofrece esta tecnología, sino también por los peligros que puede entrañar. Algunos de estos peligros no han tardado en materializarse, como las disputas sobre cuestiones de propiedad intelectual y la creación masiva de ‘deep fakes’. Sin embargo, el entusiasmo de la opinión pública por las nuevas herramientas de inteligencia artificial generativa ha desencadenado una carrera por desarrollar nuevas aplicaciones tanto por parte de los grandes grupos tecnológicos como de las start-ups.

En este contexto, es de agradecer la iniciativa de Europa, que lidera la reflexión sobre un marco regulador en este ámbito. Podría obligar a las empresas a tener más en cuenta el impacto de sus aplicaciones de inteligencia artificial en la fase de desarrollo y antes de ponerlas a disposición del gran público. A este respecto, los recientes contratiempos de Alphabet con el generador de imágenes Gemini ilustran claramente la dificultad de arbitrar entre el despliegue de aplicaciones lo más rápidamente posible y la necesidad de probarlas adecuadamente de antemano. El nuevo marco también establece requisitos de transparencia para los modelos de IA de propósito general sobre los datos utilizados para entrenarlos, lo que era necesario para abordar cuestiones en torno a la propiedad intelectual. Por último, debe fomentarse la prohibición y el control estricto de determinadas aplicaciones consideradas las más peligrosas para los derechos fundamentales de los ciudadanos. En este sentido, el nuevo marco reglamentario pretende limitar los sistemas de categorización biométrica basados en características sensibles.

A pesar de los espectaculares avances de los últimos 18 meses, la IA generativa y los modelos de inteligencia artificial de uso general están aún en pañales. El número de aplicaciones a las que pueden aplicarse estos modelos ya es amplio, pero es muy probable que con el tiempo surjan nuevos usos. De ahí que el marco normativo también deba adaptarse en el futuro, y que otras regiones del mundo también deban establecer las salvaguardias adecuadas para garantizar que los avances de esta tecnología no se produzcan a expensas de la sociedad.