Las previsiones sobre el bitcoin son más volátiles que el propio bitcoin

Manuel Moreno Capa

Manuel Moreno Capa (Director de GESTORES) | ¿Hay algo más volátil que el bitcoin o que las otras 8.000 criptomonedas? Sí: las previsiones sobre su evolución. Cuando el bitcoin cotizaba a principios de año cerca de los 50.000 dólares, algunas previsiones lo situaban en 600.000. Tras una caída de casi el 50 por ciento desde su máximo de 65.000 dólares en abril, he leído recomendaciones de comprar en 27.000 dólares y análisis técnicos que pronostican que seguirá bajando hasta los 13.000 (desde los 37.000 en que cerró mayo, su peor mes desde 2011).

¡Qué mala pata! Hace un par de meses podías comprarte un Tesla por un bitcoin. Pero si se confirman las recientes previsiones técnicas, pronto apenas podrás comprarte un Dacia. Aunque, en realidad, ya no puedes comprarte ningún automóvil, porque el fundador de Tesla (el lenguaraz calentador o enfriador de criptos según se levante cada mañana) dijo que permitiría pagar en bitcoins sus Tesla, pero dos meses después, quizás al ver cómo se desplomaba la moneda virtual, cambió de opinión y afirmó que sus coches habría que pagarlos mejor en dólares, en euros o en cualquier otra divisa, como siempre.

Con esta agitación, tanto en las cotizaciones como en las previsiones sobre la cripto calderilla, cada vez me inquieta más que algunas grandes entidades sigan hablando de ellas como productos de inversión. La última, Wells Fargo, por ejemplo, mientras proliferan los “hedge funds” y otros instrumentos de inversión en criptos, por suerte fuera del mercado español. Imagínense: fondos de cobertura, por definición los más arriesgados, que además se concentran en criptomonedas. Es cómo jugar a la ruleta rusa, pero no con un revólver, sino con tu dinero.

No falta incluso quien se muestra dispuesto a aceptar criptomonedas en la venta de un inmueble. Como gancho para atraer ciertos fondos ocultos puede parecer atractivo (sobre todo en zonas como la Costa del Sol), pero no olvidemos que, en España, la compraventa debe registrarse en euros, los impuestos pagarse en euros… Así que si alguien le ofrece bitcoins por su casa, que los convierta en euros antes de fijar el precio y pagar. Así se evitará sorpresas o hacer un simple trueque o permuta, en el que usted estaría entregando el activo más tangible que existe (construido con sólidos ladrillos) a cambio del más virtual y etéreo jamás inventado.

Tan etéreo y virtual que los bancos centrales ya se están moviendo para tomar el control de este mercado, pero mediante el desarrollo de sus propias critpo: las “central bank digital currencies” (CBDC) serán pronto divisas digitales emitidas por los bancos centrales, aunque no como dinero electrónico ni como las criptomonedas al uso. Los bancos emisores que ya están trabajando en ello (el chino, la Fed americana, el BCE…) pueden recurrir a estas CBDC como parte de sus políticas monetarias, con especial insistencia en su trazabilidad, es decir, en saber de dónde vienen y hacia dónde van, algo especialmente complejo ahora con las más de 8.000 criptomonedas del salvaje oeste digital.

Algunos países, como China, ya lo han dicho alto y claro: nada de criptos en su economía. Y ciertas voces autorizadas opinan que, antes o después, la calderilla virtual podría ser, directamente, prohibida. Es lo que opinia Ray Dalio, fundador de Bridgewater Associates (un gigante que gestiona activos por valor de 150.000 millones de dólares). Según Dalio, el bitcoin podría ser ilegalizado en EE.UU., como se hizo con el oro en 1934, cuando el Estado decidió que el metal precioso no debía competir con el dinero y el crédito como reserva de riqueza. Ahora mismo, con los bajos tipos de interés y los elevados niveles de endeudamiento, los Estados no deberían permitir que un artefacto digital y especulativo compita para atraer el dinero de inversores ansiosos de rentabilidades tan rápidas como fugaces. Además del paso dado ya por China, en India exploran la posibilidad de ilegalizar totalmente el bitcoin y las criptos en general. 

Con todo este panorama, si las criptos acabaran llegando de verdad a la inversión colectiva, ¿cómo sería el test de idoneidad que se presentaría a los inversores que quisieran apostar por ellas? Sin duda, debería incluir preguntas como estas: ¿Sabe usted que puede perderlo casi todo de golpe si un día algún gurú como Elon Musk dice que su cripto ya no tiene interés? ¿Es usted consciente de que en cualquier momento puede aparecer una nueva criptomoneda que desbanque y haga desplomarse a las hasta ahora más demandadas?

Así que, si es amante de las emociones fuertes, no dude en apostar por las criptomonedas. Y no olvide el viejo dicho de que “la mujer del jugador nunca está alegre, porque lo que un día gana, otro lo pierde”. Y si lo que le estimula es la adrenalina de las apuestas, tómese unas vacaciones en Las Vegas. También allí puede perderlo todo, pero por lo menos disfrutará de espectáculos en directo y de un ambiente de película. Pero si es inversor y no jugador, concéntrese en los productos financieros de verdad, regulados, transparentes… También tienen riesgos, por supuesto, algunos de ellos muy elevados, pero están identificados y, mediante la herramienta de la diversificación, pueden mantenerse bajo cierto control, independientemente lo que a cada minuto vomiten las redes sociales, los gurús o los más iluminados analistas.