DWS | El mundo depende en gran medida del dólar estadounidense. Al mismo tiempo, sin embargo, existe una asimetría fundamental entre la importancia cada vez menor de la economía estadounidense a nivel mundial. A medida que China y otras economías emergentes crecen más rápidamente, el papel global del dólar estadounidense en los flujos comerciales y como moneda emisora ha tendido a crecer. En este contexto, y también por razones geopolíticas, en los últimos años han aumentado los intentos de romper el dominio del dólar y establecer una alternativa equivalente.
La proporción de dólares estadounidenses en las reservas internacionales de divisas ha disminuido significativamente

No sólo desde el ataque ruso a Ucrania ha crecido el resentimiento, sobre todo en los mercados emergentes (ME), por la posición dominante de Occidente y, por extensión, del dólar. Los primeros signos de desdolarización se observan en las materias primas. En el comercio de la energía, las transacciones se liquidan cada vez más en divisas alternativas. Una tendencia aún más clara se observa en las reservas internacionales de divisas de los bancos centrales. Según el Fondo Monetario Internacional (FMI), en el primer trimestre del año pasado, la moneda estadounidense representaba alrededor del 59% de las reservas internacionales de divisas; esta cifra es significativamente inferior a la del año 2000, por ejemplo, cuando el dólar representaba algo más del 70%. Sin embargo, como señalan los expertos de J.P. Morgan, las reservas de divisas ofrecen una imagen incompleta. Un aumento significativo de los depósitos bancarios expresados en dólares, de los fondos soberanos y de los activos extranjeros privados en los mercados emergentes ha compensado con creces el descenso de las reservas.
Otras cifras también hablan a favor del dólar. Por ejemplo, alrededor del 47% de todos los pagos procesados por el sistema SWIFT se siguen liquidando en dólares estadounidenses. El euro, en segundo lugar, representa algo menos del 23%, mientras que el yuan chino (CNY)-también visto como una posible alternativa al dólar- ocupa un distante cuarto lugar con el 4,6%.
La realidad es que el debate sobre una alternativa viable al dólar entre los países BRICS no ha llegado hasta ahora más allá de las palabras. En nuestra opinión, los países implicados son demasiado heterogéneos para que surja una nueva moneda a corto o medio plazo; ser no sólo una de las principales divisas de reserva, sino también una reserva de valor y un medio de pago mundial es mucho pedir. Sin embargo, esto no significa que el dólar no pueda debilitarse.
En principio, la desdolarización implica un cambio en el equilibrio de poder entre países, que en un caso extremo podría dar lugar a un nuevo orden mundial. Probablemente, los efectos se dejarían sentir con más fuerza en Estados Unidos, aunque la atención se centraría menos en las consecuencias económicas y más en el impacto sobre el mercado de capitales.
Se está produciendo una diversificación que se aleja del dólar. Sin embargo, el dominio de la divisa estadounidense parece aun firmemente arraigado. No solo en las finanzas el dólar ofrece diversas ventajas, como la liquidez y la seguridad jurídica a la hora de realizar transacciones financieras.También, es probable que la victoria electoral de Donald Trump refuerce aún más la reivindicación de liderazgo internacional de la divisa estadounidense. Probablemente pasarán décadas antes de que el dominio del dólar comience a desmoronarse de forma notable.