El presidente de Naturgy señala que, salvo intervención, los precios de la energía no van a bajar a corto plazo

Naturgy fachada edificio

Link Securities | El presidente de Naturgy (NTGY), Francisco Reynés, ha afirmado este domingo que los precios de la energía no van a bajar en un horizonte previsible, salvo intervención, aunque él preferiría un mercado de precios más bajos que de precios más altos.

Así lo ha asegurado en una entrevista concedida al diarioEl Mundo, donde ha destacado que las fuentes de energías renovables aún no suministran suficiente energía como para prescindir del gas. El recurso renovable no está disponible ni en la cantidad ni en el momento que se necesita, señaló, recordando en que la sequía y un menor viento han elevado el precio de la luz este verano, en el que el gas ha generado más del 30% de toda la energía eléctrica consumida en España. Sobre ello, ha recalcado que Naturgy quiere ir cambiando un mix energético basado en hidrocarburos hacia combustibles renovables como pueden ser los biogases, el biometano, etcétera, o como acabará siendo el hidrógeno.

Con respecto a los precios, Reynés se opone a una intervención del mercado porque son mercados de materias primas internacionales e intervenir no es ni tan fácil de hacer ni tiene unas consecuencias tan directas y además puede poner en riesgo la seguridad del suministro. En cambio, propone reformar las regulaciones para que funcionen de forma más lógica y eficiente, como excluir la especulación del precio del gas. Además, el presidente de Naturgy ha defendido la implicación de la compañía con las tarifas para los consumidores, recordando que las ofertas comerciales llegan al bolsillo de los clientes mucho más rápido que cualquier efecto que pueda tener un impuesto a las eléctricas. Recuerda que la firma comercializó una tarifa a precio fijo a 65 euros por megavatio, cuando ha llegado a superar los 300.

Por otra parte, ha negado que la empresa esté participando en ningún tipo de confabulación para derribar al Gobierno, pero ha criticado que el Ejecutivo tilde a la empresa de un contrapoder en lugar de valorar más la contribución de la empresa en la sociedad como un motor de generación de riqueza, de bienestar, de empleo, de inversión y también de solidaridad.