El 70% de los bonos sigue ofreciendo pérdidas reales

Dr. Hans-Jörg Naumer (Allianz Global Investors) | “Desde un punto de vista económico, las consecuencias de la invasión a Ucrania pueden resumirse de la si­guiente manera: a mayor inflación, menor crecimiento. Queda por ver hasta qué punto los principales bancos centrales van a aprovechar esta situación para llevar a cabo un ajuste estratégico, como ya se espera en algunos casos. Desde hace algún tiempo, tanto la Re­serva Federal de EE. UU. (Fed) como el Banco Central Europeo (BCE) se enfrentan a un impulso inflacionario que ya se había hecho notar antes de los recientes in­crementos de los precios del crudo. Así pues, el entorno de mercado está dominado por la invasión de Ucrania. En cualquier caso, parece que los inversores deben prepararse para una mayor volatili­dad. Mientras que la incertidumbre ha aumentado, el 70% del volumen global de bonos sigue ofreciendo un rendimiento inferior al objetivo de inflación del 2% del BCE. Teniendo en cuenta la pérdida de poder adquisiti­vo, esto se traduce en pérdidas reales”.

Asignación táctica de acciones y bonos:

La situación estable de la economía, cuyos datos se asemejan a un patrón similar a los dientes de una sierra, ya no sorprende positivamente. Los economistas ya apenas se asombran con datos que superan las expectativas.

En las revisiones de las expectativas de beneficios empresariales se observa un panorama similar. Tras un fuerte ascenso, la relación entre las revisiones al alza y a la baja de los beneficios ha perdido dinamismo.

La economía se encuentra ligeramente amenazada por el aumento del precio del petróleo. La intensidad energética ha disminuido de forma significativa durante las últimas décadas, y no solo en los países desarrollados, lo que también se ha traducido en una reducción notable de las emisiones de gases de efecto invernadero, pero la historia muestra que el riesgo de recesión aumenta, ceteris paribus, tras duplicarse los precios del petróleo en un periodo de dos años. En comparación, hace dos años un barril de petróleo WTI costaba entre 50 y 60 dólares.

Teniendo en cuenta el entorno de rentabilidad (real) negativa que sigue predominando, la inversión se mantiene en una situación de emergencia, lo que debería favorecer estructuralmente a los activos reales, como las acciones. Sin embargo, el actual aumento de la incertidumbre en el contexto del conflicto de Ucrania sugiere una asignación más prudente.

Acciones:

Como lo demuestra la encuesta global de Bank of América realizada a los gestores de fondos, el apetito por el riesgo respecto a las acciones y los valores tecnológicos de Estados Unidos está disminuyendo. Por el contrario, los valores de materias primas y energía, así como las acciones de las empresas británicas se han vuelto más atractivos. Las acciones de los países emergentes también han ganado interés. Sin embargo, según los datos de EPFR, las entradas a los fondos de renta variable se han mantenido estables.

Los periodos de crecimiento exorbitante de los beneficios como señal de recuperación tras el estallido de la pandemia deberían llegar a su fin próximamente, pero los beneficios empresariales deberían seguir teniendo un efecto estabilizador en el futuro.

El elevado nivel de liquidez de las compañías y la fortaleza de la demanda sugieren que algunos sectores podrán resistir las presiones inflacionistas, mientras que otros las sufrirán en mayor medida, lo que parece aún más importante en un contexto en el que los costes de refinanciación aumentan.

Las relaciones precio-beneficio ajustadas a las fluctuaciones cíclicas, (“PER de Shiller”), presentan valoraciones elevadas, pero deben considerarse en un contexto de tipos de interés reales bajos/negativos.

Como criterios de sostenibilidad de las empresas, los factores ASG deberían desempeñar a largo plazo un papel importante.