J. P. Morgan | La lectura del índice de precios al consumo (IPC) de Estados Unidos mostró que los precios han aumentado a un ritmo que no veíamos desde 1990.

La inflación general, que se sitúa en el 6,2% interanual, superó las expectativas y sugiere que las presiones inflacionistas se están ampliando, lo que refleja un repunte de los componentes menos volátiles, así como el impacto continuado de la escasez de suministros en los precios. Es probable que el aumento de los precios de los combustibles y de las ventas de coches usados se reduzca, pero incluso excluyendo estos elementos, la inflación habría superado el 3,5%.

Las empresas se enfrentan a un aumento de los costes de los materiales debido a la actual escasez de suministros, así como a las crecientes presiones salariales. Por el momento, las empresas parecen tener poder de fijación de precios y el aumento de los costes se está trasladando a los consumidores en un contexto de fuerte demanda, lo que en última instancia debería ser positivo para los beneficios de las empresas a medida que nos acercamos a 2022.