Dennis Shen (Scope Ratings) | La tregua comercial que han acordado Estados Unidos y China es buena noticia. El acuerdo parece integral, y el alivio derivado del levantamiento de diversos controles a la exportación, embargos a la importación y sanciones supone un respiro para la economía global en un momento clave. Desafortunadamente, como en acuerdos previos entre estos socios comerciales, se trata solo de un acuerdo temporal: por el momento, solo tiene vigencia de un año.
Durante las negociaciones, China utilizó la influencia significativa que ejerce sobre EEUU para llevar a Donald Trump a la mesa de negociaciones, concretamente mediante la restricción de las exportaciones de tierras raras. Dado que muchas industrias estadounidenses dependen en gran medida de la cadena de valor de tierras raras dominada por China, Pekín tiene los medios para obtener concesiones importantes durante los conflictos comerciales. El enfoque de China podría además servir como un modelo para que bloques comerciales más grandes gestionen sus negociaciones con la Administración Trump.
Quedan por definir muchos detalles del acuerdo EEUU-China. Es muy probable que surjan nuevas tensiones comerciales. La próxima decisión del Tribunal Supremo estadounidense sobre los aranceles también podría generar más incertidumbre. El patrón observado durante ambas presidencias de Trump sugiere ciclos repetidos de escalada de tensión para ganar poder de negociación, seguidos de desescalada en respuesta a la presión del mercado, la economía y/o la política.
Funcionarios estadounidenses han descrito el marco del acuerdo como “muy exitoso” y “sustancial”, mientras que las autoridades chinas han adoptado un tono mucho más cauteloso, calificando el acuerdo de “preliminar” y “básico”. Estas narrativas contrastantes pueden reflejar quién ha tenido la ventaja (China) y quién ha estado bajo más presión para obtener un resultado (EEUU).
La montaña rusa que representan las relaciones comerciales entre EE.UU. y China ha alcanzado otro punto álgido, incluso con Trump promoviendo la idea de un plan global de paz con Xi Jinping, lo que también muestra cuán vacías podrían haber sido muchas de las amenazas anteriores.
Nuestras previsiones sugieren que los aranceles vigentes están lastrando a ambas economías, reduciendo la producción real media de China en alrededor de 0,6 puntos porcentuales y recortando el PIB de EE.UU. en 0,9 puntos porcentuales. Estos efectos económicos mutuamente dañinos subrayan la presión para una desescalada definitiva, incluso cuando los aranceles permanecen por encima de los niveles previos al conflicto, pese a haberse acordado algunas reducciones.
Impacto acumulado a medio plazo de las barreras arancelarias sobre el nivel del PIB real
Escenario base, puntos porcentuales




