El futuro del análisis bursátil

Ricardo Jiménez (Harmon) | El análisis bursátil reúne una serie de técnicas en base a las cuales los inversores toman  decisiones de compra o de venta en el mercado de valores. Podemos distinguir ente el análisis técnico o “chartista” y el análisis fundamental.

El primero trata de predecir el comportamiento futuro de las acciones en base a las cotizaciones históricas. Los analistas se fijan en el dibujo que van haciendo las cotizaciones y analizan dichos gráficos. Normalmente, se utiliza para decisiones de inversión a corto plazo, un día o una semana.

El análisis fundamental trata de predecir el comportamiento futuro de las cotizaciones en base a los datos económico-financieros de las compañías. Este análisis está orientado a apoyar la toma de decisiones de inversión a largo plazo. Estudia la calidad y posible evolución del balance  de la compañía, su endeudamiento, el crecimiento de sus ventas y la evolución de sus márgenes o la generación de caja y la evolución del entorno en el que opera la misma.


La actividad de análisis siempre se ha considerado una parte fundamental dentro de la inversión bursátil. Recientemente un informe con recomendación de venta, emitido por Hinderbug Research, sobre las compañías del grupo Adani en India ha dado lugar a la caída de más de un 40% de la cotización, con una pérdida de su valor en bolsa de más de noventa mil millones de dólares en solo una semana.

Un factor de atracción de talento hacia esta actividad era los elevados sueldos que se pagaban a los mejores analistas. En los últimos cinco años, sin embargo, hemos asistido a una disminución del número de analistas y de compañías que son analizadas, así como de la calidad de los informes. El origen de ese declive hay que atribuirlo a tres factores: Las menores comisiones que los inversores estaban dispuestos a pagar por los informes, el crecimiento de la información pasiva y el desarrollo de la inteligencia artificial.

La introducción en Europa de la regulación en los mercados financieros conocida como Mifid2 estaba enfocada a dar mayor protección a los inversores y dotar de mayor transparencia al funcionamiento de los mercados de valores. Mifid2 obligó a los asesores financieros a desglosar lo que pagaban por los informes sobre compañías. Los gestores de fondos se  encontraron en una posición de fuerza debido al excesivo número de intermediarios que ofrecían servicios de análisis. El desplome de los ingresos por comisiones no permitía a los intermediarios cubrir sus costes, por lo que redujeron el número de analistas, sus sueldos y el número de compañías que estudiaban, afectando este fenómeno, sobre todo, a las de menor valor en Bolsa y a las menos líquidas. Los ganadores han sido los grandes bancos de inversión que ofrecieron precios muy bajos por sus servicios, lo que les ha permitido ir eliminando la competencia y detentar de hecho un cuasi monopolio en el mercado.

Un estudio de la bolsa de Madrid sitúa en un 27% de las compañías del mercado continuo las que no tienen ninguna cobertura de análisis, cifra que llega al 36% si se incluye aquellas que solo tienen de uno a tres analistas. Las compañías cotizadas, que tardaron en reaccionar, han empezado a pagar directamente a los brokers por sus informes de análisis dando lugar a los llamados “informes patrocinados” (“sponsored research”), con poco desarrollo todavía en España. Para asegurar un adecuado nivel de independencia y objetividad de este tipo de informes, la Comisión Europea ha publicado en 2022 una serie de normas a desarrollar como código de conducta a nivel de cada país. La CE ha creado la figura del “European Single Access Point” donde las compañías podrán depositar estos informes a los cuales podrán tener acceso todos los inversores, para impulsar el acceso a los mercados de capitales de las compañías más pequeñas.

El siguiente factor en el declive de la actividad ha sido la aparición de los llamados fondos ETF y el fuerte crecimiento de la gestión pasiva, que hacía innecesarios los servicios de análisis. Los ETF son fondos que replican de manera automática las compañías que componen un índice bursátil. La evidencia empírica de la dificultad de la gestión activa de obtener de manera sostenida en el tiempo rentabilidades superiores a los índices ha propiciado el desarrollo de estos productos. Surgidos hace más de treinta años en Estados Unidos, donde representan algo más del 40% de los fondos en gestión, han supuesto un gran traspaso de valor desde los intermediarios financieros a factor de los inversores minoristas por el gran ahorro para los últimos en comisiones a pagar. El atractivo de la gestión pasiva se basa en la gran liquidez de dichos fondos y sus muy bajas comisiones (0,15%-0,40%) respecto a lo que se cobra por fondos de gestión activa (1.50%-2%). Este tipo de gestión ha tenido menor desarrollo en Europa, donde la comercialización de productos financieros esta dominada por los grandes bancos comerciales que lógicamente venden los productos que les generan mayores comisiones,

En estos años, el desarrollo de la inteligencia artificial también ha producido una evolución en las necesidades de los gestores de fondos. Junto al tradicional análisis y selección individual de compañías (“stock picking”) los gestores piden nuevas formas de información a través del “big data” y la inteligencia artificial.

En un mundo donde se producen enormes cantidades de información desestructurada, han surgido plataformas de “deep learning” para ayudar a detectar hacia dónde va el mercado en base a la identificación de patrones de comportamiento. Un área con especial desarrollo es el análisis del lenguaje, tono y sentimiento utilizado por los ejecutivos de las compañías durante sus presentaciones de resultados. Esto se realiza a través de una técnica denominada procesamiento de lenguaje natural (NLP).

Un reciente informe de Standard&Poors muestra que aquellas compañías cuyos ejecutivos utilizan un lenguaje más positivo, con mayor uso de referencias numéricas a objetivos de crecimiento o rentabilidad, o que usan menos factores exógenos a la compañía para explicar sus resultados, presentan históricamente una mejor evolución en bolsa.

Por último, las firmas independientes de análisis no ligadas a grandes bancos están desapareciendo ante la fortaleza financiera de estos para ofrecer menores precios y afrontar inversiones en tecnología. Así, la casa muy reputada Redburn, en Reino Unido, ha sido adquirida por Rothschild, y Bernstein se ha fusionado con Société Générale.

En términos de negocio, una compañía es buena o mala para un bróker si las comisiones que le genera cubren sus costes. Al no ser así, se ha provocado que haya menos cobertura, conocimiento y seguimiento de gran parte de las empresas cotizadas. Esto hace más ineficiente el mercado financiero, con lo cual se asigna peor el capital, y también que la bolsa pierda (o cumpla peor) una de sus funciones principales. El análisis fundamental ha perdido peso en el mundo de la intermediación en bolsa, pero seguirá siendo muy importante para operaciones de fusiones y adquisiciones, para los private equity y para las propias gestoras de inversión que lo realizaran  con equipos propios.