¿Quién protege al capitalismo popular?

Ricardo Jiménez (Sigma Rocket) | Potenciar el ahorro popular hacia los mercados de valores es una asignatura todavía pendiente en España, donde este ahorro se dirige principalmente al sector inmobiliario. En un momento de restricción del crédito bancario, el crecimiento e internacionalización de las empresas pasa por el mercado de valores, especialmente en el caso de las pymes. Los costes de financiación, que se han movido en mínimos históricos van a tener un fuerte repunte, en línea con la esperada subida de tipos, lo que impulsará el interés por salir a cotizar.

En los últimos meses se han publicado numerosos artículos sobre las elevadas revalorizaciones alcanzadas por algunas pymes en el BME Growth.  Cuatro de las cinco compañías con mayor revalorización anual en BME Growth, han salido a cotizar en 2021, con subidas que oscilan entre el 170% al 300%.  Estas fuertes subidas, atraen lógicamente al inversor minorista como alternativa a los pobres rendimientos de la renta fija.

Este atractivo se da en un momento en que, debido a la innovación tecnológica, invertir resulta más fácil que nunca. Se puede invertir a través de un teléfono móvil sin necesidad de acudir a un banco o a un asesor financiero. Esta facilidad, hace que un público cada vez más joven pueda comprar y vender acciones en minutos, convirtiendo la bolsa en una especie de casino. En algún medio, se ha llegado a hablar del “insaciable efecto multiplicador de capitalismo popular” formado por aquellas personas que sin formación financiera específica deciden invertir parte de sus ahorros en los mercados de capitales.

Profundidad, liquidez, transparencia y protección al inversor son las características que definen la calidad de un mercado. Curiosamente BME Growth, no se define como un mercado de valores sino como un Sistema Multilateral de Negociación (SMN). Estas plataformas de negociación se crearon como un instrumento alternativo a los mercados regulados para obtener financiación por empresas medianas y pequeñas. La mayor diferencia respecto a los mercados de valores “tradicionales” es que estas plataformas tienen menores requisitos y son más asequibles económicamente para los emisores.

Estos menores requisitos, pueden suponer una menor protección para los inversores y por tanto un mayor riesgo. Los documentos de incorporación explican que ni la sociedad rectora de BME Growth ni la CNMV han aprobado o efectuado ningún tipo de verificación o comprobación en relación con el contenido de dichos documentos. Esto resulta llamativo cuando las propias directivas MIFID definen como productos financieros complejos a aquellos que cotizan en Sistemas Multilaterales de Negociación. Complejidad y capitalismo popular son términos difíciles de encajar. Sorprende, dada la falta de verificación por parte de los reguladores, que los documentos de incorporación puedan incluir detalladas previsiones numéricas de los resultados esperados a futuro. Estas previsiones no pueden hacerse en los folletos a aprobar por CNMV en el caso de compañías que pretendan acceder a cotizar al mercado continuo a través de una tradicional de OPV.

La transparencia es otro de los factores claves para reducir riesgos y poder tomar decisiones de inversión informadas.  En 2021 se han producido varias compras de empresas por parte de compañías que cotizan en BME Growth. En alguna ocasión, no se ha informado del precio pagado por las compañías adquiridas. En otros casos, no explica de forma sencilla la forma de pago, sobre todo si este se realiza parcialmente en acciones (número de acciones a entregar, precio al que se valoran, si son acciones existentes o de nueva emisión, con la consiguiente dilución para los minoritarios preexistentes). Homogeneizar la información a publicar no supone mayor coste para las empresas, y ayuda al inversor a tener mejor comprensión de las operaciones corporativas. Transparencia, además de dar información, es que esta se entienda.

Esta transparencia es más necesaria si tenemos en cuenta que el 77% de las compañías cotizadas en BME Growth, excluidas las SOCIMIS, no dispone de la cobertura de un analista, según datos de Lighthouse.

La explicación de los resultados más allá del EBITDA, normalmente con ajustes que varían de una compañía a otra,  también merecen mayor claridad. Muchas de estas compañías tienen perdidas contables y no generan caja, un riesgo del que quizá no todos los minoristas son conscientes. Normalmente cuentan con débiles balances, con escasos fondos propios, sobre todo aquellas que están en fase de crecimiento o en sectores de tecnología.  Esto hace que los múltiplos a los que cotizan sean elevadísimos y no soportan un análisis fundamental “tradicional”. Es cierto que algunas de las compañías incorporadas, pocas, están realizando presentaciones semi anuales e incluso trimestrales de resultados, mejorando la información y la confianza sobre las mismas.

Uno de los riesgos del que el inversor minorista es menos consciente es la liquidez. El volumen de negociación diario de estas compañías medianas y pequeñas es muy escaso, apenas unos miles de euros o nulo en algunos días. Las compañías deben tener por ley un proveedor de liquidez, que da contrapartidas por cuenta de la empresa cotizada a las ordenes que pudiera haber en el mercado.  En definitiva, es la compañía la que está comprando o vendiendo acciones. Sin embargo, no hay información disponible del volumen o del número de operaciones en las que interviene dicho proveedor, para conocer la liquidez real de los valores. Dada la poca liquidez, el peso de la propia empresa en la negociación puede ser relevante, por lo que habría que rebajar los umbrales de información sobre los niveles de autocartera. 

Los reguladores están dando cada vez más facilidades para que las empresas se financien a través de los Sistemas Multilaterales de Negociación. La flexibilidad que muestran los reguladores hay que combinarla con un papel activo de los mismos en la protección del capitalismo popular, en un mundo digital donde los inversores son cada vez más jóvenes.