Como ser un meta inversor en fondos… si aún no lo es

Manuel Moreno Capa

Manuel Moreno Capa (Director de GESTORES) | ¿Es posible convertirse en un meta inversor en fondos, es decir, invertir en fondos implicados en el desarrollo del metaverso? Por supuesto que sí. De hecho, si usted invierte en fondos tecnológicos, e incluso en fondos de renta variable internacional, lo más probable es que ya esté apostando por activos relacionados con este nuevo universo virtual.

En la última columna 2021 comenté que las FAANG seguirían siendo las protagonistas de la inversión tecnológica en el nuevo año, aunque también habrá rentabilidad fuera de esta sigla. Una de las alternativas, para los más agresivos, será convertirse en meta inversores… pero no por caer en el mundo de inversiones irreales o puramente virtuales, sino por apostar por fondos que inviertan en uno de los más recientes desarrollos tecnológicos: el metaverso.

Confieso que me inquieta un tanto el metaverso, esa virtualización aplicable tanto al mundo del ocio como al del trabajo. Es algo que aún me suena a una irrealidad al estilo del universo “Matrix”. Pero lo cierto es que el metaverso ya está aquí, hasta el punto de que ha provocado que Facebook –abanderada de este nuevo ámbito– pase a llamarse Meta, por lo cual, como comentaba hace un par de semanas, la sigla FAANG (que agrupa a las cinco grandes tecnológicas norteamericanas, Facebook, Apple, Amazon, Netflix y Google) debería convertirse desde ahora en MAANG o en MAANG PLUS, por replicar otra sigla que, además de a las cinco citadas, incorpora a compañías como Microsoft, Alibaba, NVIDIA, Twitter y Disney. Como vemos, todas ellas están implicadas en el mundo de las redes sociales, pero también en tecnologías genéricas como los semiconductores (NVIDIA) y, por supuesto, en el ocio. Como resultado de lo cual, todas tienen o tendrán, de uno u otro modo, presencia en el negocio del metaverso, que abarca todo lo relativo no sólo a redes, desarrollos de internet, videojuegos y entretenimiento, sino también al mundo de los medios de pago, lo cual también acabará dando lugar a unas meta finanzas que ya veremos dónde nos llevan.

Pero si tendremos impacto del metaverso en el sector financiero, no será menor en uno de sus subsectores, el asegurador, o en el de las telecomunicaciones (íntimamente ligado ya para siempre al mundo de internet, el ocio, etc.), que deberá ofrecer al meta usuario prestaciones crecientes en 5G, por ejemplo. Sin olvidar al ámbito de la sanidad: la pandemia y sus derivadas está dando un impulso a la llamada teleasistencia o telemedicina, sectores en los que quizás también aparezcan servicios relacionados con lo virtual. ¿Se podrán, por ejemplo, simular, gracias al metaverso, los efectos de un tratamiento para que el tele paciente opte o no por él? Inquietante, pero no descartable.

No olvidemos que el metaverso pretende, en palabras del propio Mark Zuckerber, generar un “Internet inmersivo y encarnado en el que uno está en la experiencia, no sólo mirándola”. Es decir, y por recurrir a otro símil cinematográfico, permitirá crear una especie de avatar de uno mismo para que ese ente virtual se mueva en un universo también virtual, en el que podrá trabajar, jugar, reunirse con otros avatares y, por supuesto y quizás lo más importante para compañías como Facebook/Meta, comprar. Porque ahí, señores, está la auténtica clave: como casi todo en las redes sociales, el objetivo final y definitivo no es facilitar (o complicar, según los casos) la vida al usuario, sino conseguir que compre, que consuma, que gaste.

Y en este punto conviene subrayar el modo en que beneficiará al comercio en línea: la realidad virtual y aumentada permitirán, por ejemplo, que tu avatar se pruebe una réplica virtual de una prenda de ropa o de unas zapatillas de deporte, de modo que el consumidor podrá comprarlas con mayor confianza sin necesidad de visitar el comercio tradicional. De ahí que también las grandes cadenas de distribución de moda o material deportivo, por ejemplo, deban esforzarse por introducir su oferta en este nuevo universo virtual. Con una segunda derivada: el consumidor también querrá que su avatar vista a la última, por lo que se comercializarán productos virtuales de marca, e incluso de marcas de lujo, para ser consumidas en el metaverso. La pregunta es: si compro el último modelo virtual de zapatillas para mi avatar (algo que ya se está haciendo), ¿podré pagar también con dinero virtual? Me temo que la respuesta será no, por más que las criptomonedas entren también en el metaverso, ya que para conseguir esa calderilla virtual habrá que comprarlas, como ahora, con dólares o euros de verdad.

Otro producto que despegará con el metaverso serán los famosos NFT (“Non-Fungible Tokens”) o activos digitales, también llamados “tokens” únicos y no intercambiables. Un gran invento que está distorsionando mercados tradicionales de inversión, como por ejemplo el del arte. Como no puedo adquirir un Picasso, me lanzo a invertir en “tokens” generados digitalmente… Allá cada cual, pero a mí me parece que, como en casi todo lo virtual, al final estás comprando humo y que dependes del siguiente inversor que, en modo casi piramidal, te compre a ti ese “token” generado digitalmente, como tantos otros miles de millones de “tokens” que aparecerán, quizás para que tu avatar compre un cuadro virtual parecido a un Picasso, que podrá colgar en las paredes de su mansión virtual y lucir en las fiestas virtuales con otros avatares… Todo muy bonito y virtual, pero que habrá que pagar de un modo real.

En cualquier caso, queda claro que, si hablamos de consumo, al final pocos negocios podrán escapar del metaverso. Razón de más para comenzar a analizar de qué modo el inversor puede beneficiarse de esta nueva temática. Ya existen fondos cotizados (ETF) especializados en acciones de compañías implicadas en el metaverso, aunque lo cierto es que no hace falta recurrir a ellos para convertirse en un meta inversor. De hecho, la mayoría de ustedes ya lo son, porque no hay fondo tecnológico que no incluya en su cartera valores de cualquiera de los sectores citados que tienen o tendrán relación con el metaverso. Semiconductores, software, tarjetas gráficas, dispositivos hápticos (como guantes para tocar objetos virtuales), 5G, la nube, redes sociales, videojuegos y entretenimiento, consumo, sanidad, finanzas… 

Sí, amigo lector: aunque aún no se haya dado cuenta, usted ya es un meta inversor, pues muy posiblemente tenga en su cartera fondos de inversión que, de un modo u otro, participan en el desarrollo del metaverso.

Pero nunca olvide que, al invertir, no debe comportarse como un avatar descontrolado, ya que si comienza a confundir, también en sus inversiones, lo real con lo virtual, al final puede acumular pérdidas absolutamente reales y tangibles que no podrá cubrir pidiendo a ningún avatar préstamos virtuales. Creo que la meta hipoteca virtual para comprar una casa real aún no se ha inventado… ni se inventará.