La crisis política italiana podría complicar el proceso de toma de decisiones del BCE en relación con su instrumento anti-fragmentación

Alvise Lennkh

Alvise Lennkh-Yunus (Scope Ratings) | El aumento de la volatilidad política en Italia es negativo desde el punto de vista crediticio si se traduce en un período prolongado de incertidumbre que impida a un Gobierno -con o sin el primer ministro Mario Draghi- gestionar la actual crisis energética y del gas, garantizar el cumplimiento de los objetivos fiscales de acuerdo con la consolidación gradual prevista y seguir aplicando las reformas a las que están condicionados los fondos del plan Próxima Generación de la UE. Esto es fundamental para elevar el potencial de crecimiento del país a medio plazo y garantizar así la sostenibilidad de la deuda pública italiana.

En caso de que se celebren elecciones anticipadas, creemos que la gran fragmentación política reduce la probabilidad de que emerja una coalición política con una agenda que revierta las políticas establecidas y los planes de inversión del gobierno de Draghi. Además, la expectativa de contar con importantes fondos de la UE en los próximos años debería suponer un importante incentivo para que todos los partidos sigan cumpliendo, en general, los objetivos e hitos acordados con la Comisión Europea, independientemente del Gobierno que finalmente salga en Italia de este periodo de transición.

Es probable que la crisis política italiana complique el proceso de toma de decisiones del BCE en relación con su instrumento de lucha contra la fragmentación, lo que aumentará la volatilidad del mercado y, por tanto, repercutirá negativamente en el coste de financiación del país.

Actualmente el rating de Italia asignado por Scope Ratings se sitúa en BBB+/Estable