La hora de los valientes… con cabeza y visión de medio y largo plazo

Manuel Moreno Capa

Manuel Moreno Capa (Director de GESTORES) | “Me ofrecen un depósito a plazo al dos por ciento”, me comentó hace pocos días un buen amigo, desorientado sobre el futuro de su dinero. Sin ni siquiera atender a cuál era el plazo del depósito, le dije: “Con la inflación por encima del diez por ciento, ¿te parece bien inmovilizar tu dinero a cambio de un dos?”. En el extremo contrario, un muy fiable gestor de fondos me aseguraba, justo el día antes de la última subida de tipos de la Reserva Federal, que era buen momento para entrar en su fondo de renta variable internacional. De hecho, él y sus colegas de la gestora (que son de los que invierten TODO su dinero en el mismo fondo que gestionan para los clientes), estaban haciéndolo.

¿Es la primera oferta, la del depósito al dos por ciento, un caso extremo de miedo y conservadurismo inversor ante la que está cayendo? ¿Es la segunda un exceso de confianza o incluso una temeridad, visto cómo está el mundo, con los tipos de interés americanos en el tres por ciento y los europeos en el 1,75 y ambos apuntando hacia arriba? Ni una cosa, ni la otra.

Buscar refugios es razonable. Y la subida de tipos lo permite. Tanto los depósitos a plazo, como la renta fija pública por lo menos ofrecen “algo”. El bono español a diez años ofrece una rentabilidad del 2,83 por ciento, el estadounidense supera el 3,40… Pero con una inflación por encima del diez por ciento, supone un magro consuelo para el ahorrador y un rendimiento muy pequeño para el inversor.

¿Qué ofrece ahora mismo la renta variable? Sufrimiento, dolor, sudores fríos… y precios de escandalosa rebaja en los valores de calidad. De ahí que los gestores más activos y comprometidos, esos que se juegan su propio dinero en los mismos fondos que gestionan, estén aprovechando para comprar. ¿Están locos? ¿Han perdido la cabeza, seducidos por las rebajas? Ni mucho menos. Tienen, como debe ser, visión global y de medio y largo plazo, por lo que con sus incursiones en este mercado bursátil tan bajista demuestran su convencimiento de que, más bien antes que después, los precios se acabarán recuperando y ganarán bastante más que con los exiguos rendimientos de la renta fija. Porque la inflación, como la guerra, acabarán aflojando su presión sobre los mercados. Y todo debería volver a la normalidad. ¿Que quizás no será como la de antes? Sin duda. Descartemos rebotes bursátiles espectaculares, al menos globales, aunque sí los veremos en valores de calidad excesivamente castigados por el miedo.

Las previsiones de diversas grandes gestoras internacionales apuntan a esto: a una moderación de la inflación (incluso a corto plazo) y a una cierta estabilización de los mercados en niveles razonables. Insisto: razonables. Tampoco era razonable lo que hasta ahora estábamos viendo: que la deuda pública marcara tipos por debajo del cero por ciento y que las Bolsas o el mercado inmobiliario registraran calentamientos como los vistos tras la pandemia.

¿Es la hora de los valientes, es decir, de apostar por la renta variable internacional a medio plazo? Les toca a ustedes decidir, en función de su aversión al riesgo, de la composición de su patrimonio y de sus objetivos a corto, medio y largo plazo. Pero yo, sinceramente, antes de inmovilizar ahora dinero en un depósito a plazo al dos por ciento, me lo gastaba en un viaje a Canarias, al Caribe o a ignotas y bellísimas playas atlánticas bien cerquita de aquí.