La IA debe aportar inteligencia a las carteras de fondos

Manuel Moreno Capa

Manuel Moreno Capa (Director de GESTORES) | La inteligencia artificial (IA para los amigos de lo breve) no sólo fue la palabra/concepto de moda en el castellano durante el año pasado, sino que es también una de las tecnologías más prometedoras del futuro ya presente. A estas alturas, no debe faltar en una cartera de fondos de inversión bien diversificada. Pero, atentos: comienza a abrirse camino el debate ético sobre algunas de las formas y usos de la IA, por lo que también habría que plantearse hasta qué punto ciertas apuestas por la inteligencia artificial escapan a los cada vez más severos límites impuestos por los criterios ASG.

Desde el punto de vista de la A, los criterios ambientales, no habrá mucho que decir, a no ser que descubramos que los nuevos avances en inteligencia artificial sean tan derrochadores de energía como, por ejemplo, la minería de cripto, lo cual es dudoso. Pero a lo mejor sí hay que poner el acento en los otros dos criterios, los societarios y de buen gobierno (la S y la G de la famosa sigla). ¿Es lícito que las empresas que ahora invierten masivamente en inteligencia artificial no lo hagan para mejorar sus productos y servicios y, por ende, el beneficio social que generan, sino como parece y como muchos expertos ya han advertido, se concentren en potenciar la IA casi exclusivamente para reducir puestos de trabajo y automatizar en exceso ciertos procesos (como los de atención al público, por ejemplo), lo cual redundará en un peor servicio a la sociedad?

El debate está abierto, porque parece que la mayoría de grandes inversiones en IA se concentran sobre todo en cómo aplicarla para recortar plantilla (y no sólo la menos cualificada). Lo cual no casa bien con un futuro en que una fuerte reducción de la mano de obra tendría serios costes sociales e incrementaría uno de los males ya presentes en nuestro mundo: la creciente desigualdad, no sólo entre ricos y pobres, sino también entre las naciones del primer mundo y las demás.

Al margen de esta polémica, unida a la del reciente desarrollo de robots semi-inteligentes y muy artificiales que escriben de cualquier cosa con desparpajo (y a menudo con desaciertos notables o abuso de plantillas preestablecidas), lo cierto es que la IA es una tecnología tan transversal que va a estar presente en prácticamente todas las demás. Y, por tanto, como ya hemos comentado antes desde esta columna y desde la revista GESTORES, no debe faltar en una cartera de fondos bien diversificada.

Y la oferta de fondos para sumarse a la ola de la inteligencia artificial no deja de crecer. Ya hay alrededor de noventa (si contamos también los ETFs o fondos cotizados) y a este ritmo podrían llegar a un centenar. Y ahí están todo tipo de gestoras, como Allianz, DWS, Fidelity, Blackrock, WisdomTree, Polar Capital… 

Pero también en los fondos tecnológicos no tan especializados es posible aprovecharse del auge de la IA, ya que las grandes tecnológicas, pese a que no dejan de reducir plantilla, también apuestan fuerte por el sector. 

La irrupción de ChatGPT ha traído una auténtica fiebre por la Inteligencia Artificial a Wall Street. Mientras grandes nombres como Microsoft, Alphabet o Baidu han lanzado ya una carrera por dominar esta tecnología, otras empresas más pequeñas y hasta ahora casi desconocidas han disparado sus cotizaciones. Ahí está Microsoft, que ha hecho lo que siempre suele hacer cuando no se adelanta en cualquier tecnología: comprar al que la ha desarrollado. Por eso pagará 10.000 millones de dólares, en varios años, para hacerse con el control de OpenAI, la empresa desarrolladora del rompedor ChatGPT (que, por cierto, ha sido la aplicación con crecimiento más explosivo de la historia, ya que sumaba cien millones de usuarios activos en enero, apenas dos meses después de su presentación). Para responder a la espectacular irrupción de Microsot, Alphabet presentó aceleradamente su competidor de ChatGPT, llamado Bard. Pero la presentación de este “bardo” parlante fue un fiasco y provocó que las acciones de la matriz de Google sufrieran en Bolsa su peor semana anual y la peor desde noviembre.

Mejor le fue al gigante chino Baidu, que comenzó febrero con una espectacular subida en la Bolsa de Hong Kong tras presentar a su propio invento parlante, llamado Ernie Bot, que permite no sólo charlar con él, sino también integrar la generación de imágenes. Parece que este nuevo ingenio de IA saldrá al mercado durante este mes de marzo.

También hay en esta guerra por la inteligencia artificial empresas menos conocidas que este año llevan subidas bursátiles de incluso tres dígitos, como BigBear.ai, SoundHoundAI, C3.ai, por no hablar de los fabricantes de robos que necesitan mucha IA. En este ámbito, hay compañías que se dedican a los ya de sobra conocidos robos industriales (tan presentes en muchas cadenas de montaje, particularmente en el sector del automóvil), como los japoneses Fanun y Yaskawa, el nortemericano Teradyne o incluso iRobot, conocido por sus aspiradores/robot y que Amazon está en proceso de adquirir.

Otro mercado creciente para la IA es el de los llamados “robots humanos”, a los que yo más bien llamaría “humanoides” o “antropomorfos” (ya saben, como los de la película “Yo Robot” y tantas otras). Ahí acaba de irrumpir Tesla con su Optimus, un robot que serviría para cargar objetos muy pesados y que espera poner en el mercado por unos módicos 20.000 dólares por unidad. Pero ahí ya estaban otros, como el conocido y pionero Asimo de Honda. Una proliferación que haría deseable que, además de liberar del trabajo pesado a operarios humanos, los robots pagaran por ellos los impuestos y las cotizaciones a los sistemas sanitarios y de seguridad social. De lo contrario, por muchas cosas que fabriquen los robots, cada vez habrá menos personas con capacidad adquisitiva para comprarlas.

Es muy probable que sus fondos de inversión (no sólo los tecnológicos, sino también los especializados en Bolsas internacionales) ya tengan en cartera muchas de estas empresas que se lanzan a la acelerada carrera de la IA. Pero si quiere tener una cartera aún más inteligente, no dude en incluir fondos y ETFs que lleven en su apellido la sigla de moda actual y futura: IA.