No es oro todo lo que reluce: la plata podría vivir una nueva edad dorada

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Alexis Bienvenu (La Financière de l’Échiquier | ¿Buena o mala noticia? El veredicto será diferente si juzgamos las causas o los resultados, pero se trata de uno de los fenómenos más destacables del año en los mercados: el oro vuelve a encadenar récords. Tras superar los 4.330 dólares por onza el 17 de octubre de 2025[1], no solo protagoniza un avance del 65 % en el año (más que el bitcoin), sino también del 162 % durante los últimos tres años, ya que su trayectoria alcista se inició a finales de 2022. El índice de las minas de oro FTSE Gold Mines amplifica aún más este movimiento: ¡+177 % en el acumulado anual!

Desafortunadamente, las causas de esta escalada hay que buscarlas más en el nerviosismo que en la euforia. Entre las más evidentes, figuran las dudas sobre el valor del dólar. Su credibilidad se fundamenta en la independencia del banco central estadounidense, pero esta se encuentra muy debilitada desde que el presidente estadounidense ejerce una presión considerable para rebajar los tipos de referencia, mientras que los niveles de la inflación estadounidense siguen siendo ligeramente altos. A este tiro en el pie del dólar se suman los esfuerzos de China por competir con el billete verde y que se traducen en compras de oro insaciables por parte de su banco central, una dinámica que ciertamente no va a cambiar a corto plazo. El enfrentamiento entre Rusia y Ucrania agrava esta fiebre del oro por otros motivos, como la búsqueda de un valor refugio. Así, un país especialmente afectado por este conflicto como Polonia ostenta el récord de compras de oro por parte de los bancos centrales en 2025. El resto de países de Europa del Este no le van a la zaga, aunque los volúmenes son más reducidos. Por último, en fechas más recientes las dificultades que han experimentado algunos bancos regionales estadounidenses y que han recordado, probablemente de forma equivocada, a las tribulaciones de este sector en 2023 han acentuado el temor a turbulencias bancarias en el país, lo que ha tirado aún más alza de este activo.

No obstante, el oro no es lo único que despunta a causa de los antagonismos mundiales. Otro metal que protagoniza un ascenso aún más vertiginoso es la plata. Con más de 53 dólares por onza a 17 de octubre, avanza un 87 % en el año y un 190 % en los últimos tres años. Explicar su escalada únicamente por la del oro resultaría simplista. Es cierto que suele guardar una correlación con el metal amarillo, pero existe una diferencia esencial: no lo compran los bancos centrales, ya que su valor frente a su volumen y, por lo tanto, a su coste de almacenamiento, es demasiado bajo. Por lo tanto, las razones de este resurgir deben buscarse más allá de las compras de los estados. Una primera causa reside en su papel en los circuitos eléctricos. Excelente conductor de la electricidad y el calor, constituye un elemento esencial no solo para las plantas de paneles solares, cuyo desarrollo es masivo en China, sino también para determinados componentes electrónicos que se encuentran en plena expansión en la carrera mundial por las capacidades informáticas. Sin embargo, su uso no es únicamente industrial. También sirve como inversión refugio, ciertamente no para los bancos centrales, pero sí para los inversores particulares, incluso institucionales. La cantidad de metal en manos de los ETF de plata se ha disparado recientemente hasta alcanzar más de 800 millones de onzas, un 17 % más desde comienzos de año. A pesar de este incremento, la plata metal no está sobrevalorada frente al oro: la cotización del oro en relación con la plata sigue siendo elevada y se sitúa en 79 actualmente, frente a una media de 68 a lo largo de 27 años, lo que sugiere que la plata podría comportarse mejor que el oro, al menos en términos relativos.

Por sus cualidades tanto industriales como financieras, la plata podría vivir una nueva edad dorada.