Mauro Ratto (Plenisfer Investmetns/Generali Investment) | Tras más de una década de baja rentabilidad en comparación con los mercados desarrollados, los mercados emergentes registraron en 2025 algunas de las mejores actuaciones a nivel global, con ganancias superiores al 30%. Los índices de renta variable duplicaron el retorno del S&P 500, y la renta fija—tanto en monedas locales como en dólares estadounidenses (USD)—también generó rendimientos significativos.
Se trató, en muchos sentidos, de un comportamiento atípico: aunque un dólar débil suele favorecer a los mercados emergentes—dada su elevada proporción de deuda denominada en USD—los nuevos aranceles estadounidenses deberían haber supuesto un obstáculo. Sin embargo, estas economías mostraron un sorprendente grado de adaptabilidad en un entorno global poco favorable, marcado por tensiones geopolíticas generalizadas y un ciclo económico mundial débil.
¿Qué impulsó la resiliencia de los mercados emergentes?
Los mercados emergentes siguen siendo un universo altamente diverso y heterogéneo, pero la mayoría de los países comparten un rasgo común: la búsqueda, durante varios años, de la ortodoxia fiscal y monetaria. Mientras Occidente lidia con niveles récord de deuda pública y déficits crecientes, muchos países emergentes exhiben hoy una sólida disciplina presupuestaria, políticas monetarias que se han mantenido restrictivas y una inflación contenida.
Otro elemento crucial es la reducción de las vulnerabilidades externas, evidente en la dinámica reciente de la emisión soberana. En 2025, la emisión global en USD cayó aproximadamente un 19% (enero–mayo), mientras que la emisión en moneda local alcanzó un máximo de cinco años de alrededor de 326.000 millones de USD. Este cambio refleja un patrón de financiación cada vez más doméstico, que reduce los desajustes cambiarios y la dependencia de los mercados externos. Se trata de una transición estructural que contribuirá a un papel decreciente del dólar estadounidense en las finanzas globales, reforzando su tendencia de debilitamiento a medio y largo plazo.
Este telón de fondo macroeconómico constituye la base de la resiliencia actual de los mercados emergentes, pero otro factor—cada vez más importante, aunque aún subestimado—también ha ayudado a compensar el impacto de los aranceles: su creciente independencia macroeconómica, impulsada por la transformación estructural del comercio global.
Asia: el nuevo motor del crecimiento global
Asia es la región donde esta transformación resulta más profunda. Por primera vez desde que estos mercados se hicieron accesibles a la inversión—hace más de tres décadas—el ciclo inversor es predominantemente local. El comercio “Sur a Sur”, impulsado por los flujos intrarregionales entre China, la ASEAN e India, ha alcanzado una masa crítica capaz de absorber los aranceles sin grandes disrupciones. El reciente resurgir de las interacciones económicas entre India y China—donde el pragmatismo económico ha prevalecido temporalmente sobre la geopolítica—confirma aún más esta tendencia.
China sigue siendo el epicentro de este cambio. A pesar de un ciclo económico poco dinámico, se ha beneficiado del tema que ha impulsado el rendimiento en Occidente: la Inteligencia Artificial. La combinación de una planificación industrial a largo plazo y el acceso a energía de bajo coste constituye una ventaja competitiva extraordinaria que China puede aprovechar en la carrera por el liderazgo en IA, dado el rápido crecimiento de las necesidades energéticas del sector. Y en un entorno de mercado donde el riesgo de concentración en los índices estadounidenses sigue siendo elevado, el sector tecnológico chino podría ofrecer una cobertura útil—especialmente si el país logra reducir la brecha en IA.
Al mismo tiempo, China sigue siendo una fuente clave de riesgo. Los vientos en contra estructurales—incluido el débil consumo, el exceso de capacidad industrial y el ajuste en curso del sector inmobiliario—exigen respuestas de política más decididas. Además, la deuda corporativa sigue siendo muy elevada: sin un repunte de los beneficios y los ingresos, la capacidad de desapalancamiento es limitada, trasladando parte del riesgo al sistema bancario—un área que requiere una estrecha vigilancia.
En el conjunto más amplio de Asia, varios países destacan por su demografía favorable, estabilidad macroeconómica y políticas económicas ortodoxas. Por ello, estos países cuentan con un sólido potencial de crecimiento estructural. Entre ellos se encuentra Indonesia, cada vez más crítica en el ámbito de las materias primas, donde el foco se está desplazando de la extracción básica hacia procesos de mayor valor añadido. El país también experimenta un rápido crecimiento en manufactura y agroindustria. Malasia está ascendiendo en la cadena de valor tecnológica, con un papel creciente en el sector E&E (eléctrico y electrónico) y se está consolidando como un centro preferente de datos en Asia gracias a unos costes energéticos significativamente más bajos en comparación con sus pares. Vietnam sigue siendo un centro manufacturero global y ahora muestra un crecimiento económico e inversiones en rápida aceleración.
Fuera del sudeste asiático, la atención sigue centrada en India, donde esperamos que el crecimiento continúe a una tasa anual de entre el 5% y el 7% durante la próxima década. Tras un prolongado rally que llevó las valoraciones a niveles elevados, los mercados indios registraron en 2025 retornos más moderados (en torno al 5%), por debajo del conjunto de la región asiática. En nuestra opinión, esta pausa constituye un paso fisiológico dentro de una trayectoria de crecimiento a largo plazo, y la normalización de las valoraciones podría ofrecer un punto de entrada atractivo en el corto y medio plazo.
Latinoamérica: oportunidades selectivas, valor estructural
Latinoamérica también ofreció sólidos rendimientos: los mercados de crédito corporativo brindaron algunas de las mejores oportunidades del año, y entre los de mejor desempeño—tanto a nivel regional como global—destacaron Brasil y México.
Brasil se beneficia de un potencial significativo aún sin explotar, vinculado a sus vastas reservas de materias primas. Las valoraciones siguen siendo atractivas a pesar del rally en curso. Tanto Brasil como México también han ofrecido sólidos rendimientos en renta fija, impulsados por la apreciación de sus monedas y el ciclo de recortes de tipos. A pesar de una inflación relativamente persistente en Brasil (en torno al 5%, frente a niveles más contenidos en México), las tasas reales locales se mantienen entre el 7% y el 8%. Sin embargo, la creciente popularidad de Brasil y México los ha convertido en posiciones ampliamente mantenidas, con riesgos crecientes de concentración. En renta fija, por ello, también estamos considerando a Perú y Colombia, que presentan fundamentos sólidos, aunque con riesgos políticos.
Algunas situaciones siguen siendo complejas, como la de Argentina. La inesperada victoria en las elecciones de medio término de La Libertad Avanza otorga al presidente Milei el mandato para continuar con el doloroso proceso de reestructuración iniciado hace dos años, aunque la ventana de tiempo—aproximadamente dos años—sigue siendo estrecha. La probabilidad de default o de una nueva reestructuración ha caído de forma significativa y, si la estabilidad continúa mejorando, podríamos ver nueva emisión soberana. Han surgido oportunidades selectivas tanto en crédito soberano como corporativo, en particular entre compañías con fundamentos sólidos en sectores estratégicos que durante años pagaron spreads alineados con el riesgo país. Sin embargo, hoy los mercados—especialmente los bonos corporativos—parecen ya descontar un escenario benigno.
Finalmente, la renta fija de mercados emergentes sigue ofreciendo diferenciales de crédito atractivos en los mercados frontera —como Egipto o Nigeria—y en determinadas situaciones corporativas especiales que permiten a los inversores añadir riesgo idiosincrático a sus carteras.
Valoraciones, carry y ciclo global: ¿qué esperar?
A pesar de las mejoras estructurales, los mercados emergentes siguen parcialmente vinculados al ciclo económico de las economías desarrolladas y aún no pueden considerarse un motor autónomo de los mercados globales. El verdadero desacoplamiento todavía no se ha producido. Sin embargo, la brecha de crecimiento—actualmente en torno a 2 puntos porcentuales—está llamada a ampliarse; no porque los mercados emergentes vayan a acelerar de forma significativa, sino porque las economías desarrolladas enfrentan vientos en contra estructurales derivados de niveles récord de endeudamiento. Si los mercados emergentes mantienen la ortodoxia macroeconómica, el actual telón de fondo de valoraciones—especialmente en renta variable—combinado con un mayor crecimiento debería permitirles superar al resto del mundo en la próxima década, con Asia en el centro de esta transformación.
En renta fija, con diferenciales ya comprimidos, es probable que la mayor parte de los retornos futuros provenga del carry y de la duración. China sigue siendo el principal motor del desempeño de los mercados emergentes, en un contexto en el que se espera que la política monetaria estadounidense permanezca acomodaticia, con un consenso que proyecta tasas en torno al 3% hacia finales de 2026 y probablemente bajas durante un período prolongado. En este entorno, el carry sigue siendo atractivo en los bonos en moneda local emitidos por los países más disciplinados. La renta variable, con valoraciones aún atractivas, debería ser la verdadera beneficiaria de esta coyuntura.
Conclusión
En Plenisfer Investments, consideramos que los mercados emergentes no solo representan una fuente de potencial de retorno, sino también una oportunidad de diversificación y protección en caso de una corrección en los mercados desarrollados, que hoy enfrentan un riesgo de concentración significativo en el sector tecnológico estadounidense. Este riesgo también existe dentro de los índices de mercados emergentes—donde las seis principales compañías pertenecen al sector tecnológico y representan más de una cuarta parte del índice—pero la diversificación sigue siendo sustancial: los inversores obtienen exposición tanto a empresas chinas que compiten directamente con las grandes tecnológicas estadounidenses, como a compañías que operan en nodos clave de la cadena de valor de la IA (como fabricantes de chips o productores de componentes críticos, como la memoria de gran ancho de banda). Además, el conjunto de oportunidades se extiende mucho más allá de este tema—especialmente en India, la ASEAN y, de manera selectiva, en Latinoamérica.
La heterogeneidad de los mercados emergentes sigue siendo amplia, lo que hace esencial una rigurosa selección bottom-up. Pero hoy los mercados emergentes ya no son únicamente una operación táctica: se han convertido en un componente central de carteras globales diversificadas, capaces de capturar el crecimiento real de la próxima década.



