Subir comisiones… ¿para igualarse con la competencia?

Manuel Moreno Capa

Manuel Moreno Capa (Director de GESTORES) | Cuando varios competidores ofrecen productos similares, sus estrategias para ganar mercado pueden ser varias: bajar los precios, subir la calidad, combinar ambas medidas en busca de la mejor relación calidad/precio o, directamente, “comprar” mercado mediante fusiones y/o adquisiciones de empresas competidoras. Pero rara vez alguien sube precios para igualarse a los de la competencia.

Una de las mayores gestoras españolas de fondos anunció hace poco que eleva las comisiones de gestión de cuatro de sus productos para equipararlas con los de fondos comparables de la competencia. La entidad afirma que, además, estos fondos, ahora más caros, también han mejorado su gestión. Pero esto último tendrán que demostrarlo, mientras que la subida de comisiones ya se ha aplicado.

Cierto que las nuevas comisiones anunciadas no parecen muy altas: están bastante por debajo del uno por ciento, lo cual resulta razonable en productos de gestión activa. Pero los inversores en estos fondos deberían comprobar, no sólo que sus nuevas comisiones son efectivamente equiparables a las de la competencia, sino también que la rentabilidad histórica de estos productos es comparable a las de los competidores con los que se igualan en costes de gestión.

Quizás lo más sorprendente de esta noticia (protagonizada por la gestora de la que probablemente pronto se convierta en la tercera mayor entidad bancaria de España, tras perder algunas posiciones debido a las fusiones recientes y/o en marcha) sea que llega cuando en el sector de los fondos la tendencia de las comisiones parece justamente la contraria: la creciente competencia, unida a unos tipos oficiales cerca de cero que dificultan mucho aplicar altas comisiones en los fondos de renta fija, está provocando que las comisiones vayan, en general, hacia abajo. Eso, sin hablar del creciente empuje de los fondos de gestión pasiva –que, por definición, deben tener comisiones bajísimas, pues su estrategia se limita, en términos generales, a replicar la composición de un índice– y de los fondos cotizados (ETF), en los que la tendencia global apunta hacia comisiones de casi cero. Ha habido incluso alguna gran gestora que ha anunciado fondos solidarios, en los que las comisiones abonadas por el inversor van a parar hacia ONGs y, además, permiten una cierta rebaja fiscal por las plusvalías.

Y que conste que yo siempre he respaldado las comisiones, porque de algo tienen que vivir los gestores… sobre todo si son buenos. De ahí que, para mi gusto, la estructura ideal sea una comisión de gestión muy baja, suficiente para cubrir los costes de la gestora (si estos se disparan por mala administración no debe pagar el pato el inversor), pero una comisión de éxito importante y, por supuesto, aplicable sólo si ese éxito repercute en notables plusvalías para el partícipe (además de en bonus para el gestor). En definitiva, no me importa que me cobren por hacerme ganar mucho dinero… si estamos hablando de productos de gestión activa cuyo compromiso es batir sistemáticamente a los índices y, obviamente, a los productos de gestión activa que los replican. Pero, claro, fondos de inversión de estas características no hay demasiados en un mercado dominado por las grandes cadenas de distribución de bancos y aseguradoras, que en general se esfuerzan por colocan fondos a sus clientes cautivos, más que en mejorar la gestión para hacer productos verdaderamente competitivos. No hay más que ver las mediocres prestaciones de la mayoría de fondos comercializados en España para descubrir que, aunque muchos ofrezcan pobres rendimientos a cambio de altas comisiones, seguirán vendiéndose masivamente porque las redes de distribución son máquinas de colocar lo que sea.