Una postura más prudente ante Omicron, aunque no esperamos que se produzca una reacción desmesurada

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Karen Ward (J. P. Morgan) | Aún hay muchas dudas sin resolver acerca de Omicron, la última mutación del virus. La preocupación que existe en el mercado es evidente; los primeros estudios revelan que la nueva variante presenta una mutación significativa y que, aparentemente, esta es mucho más contagiosa que las cepas anteriores.

A continuación, se exponen algunos aspectos que deben tenerse en cuenta sobre la forma en que los mercados deberían ajustarse ante esta noticia:

1. Para la actividad económica, resulta fundamental que los contagios sigan desvinculados de las hospitalizaciones y los fallecimientos. Esta disociación depende de los siguientes factores:

La eficacia de las vacunas actuales o la rapidez con la que estas se puedan perfeccionar y distribuir. Si las vacunas realmente requieren algún tipo de modificación, volver a producirlas y distribuirlas podría llevar meses. No obstante, los Gobiernos destinarán los fondos necesarios con el fin de acelerar los programas de vacunación. No hay más que ver el ritmo al que avanzan las campañas de vacunación en muchas partes de Europa para comprobar la desesperación de los Gobiernos por evitar más restricciones significativas.

Los nuevos fármacos que se han elaborado para reducir los síntomas de las personas contagiadas aún se encuentran en fase de desarrollo, pero pueden ser eficaces.

2. La economía se ha adaptado. El impacto económico de las distintas olas que se han sucedido ha disminuido con el tiempo, ya que las empresas han encontrado formas innovadoras de llegar a los clientes.

3. La demanda se retrasa en gran medida, pero no desaparece. Durante las olas anteriores, no hemos dejado de ver que el tipo de gasto y el momento en que se produce se han alterado, aunque de forma temporal. La gente tiende a gastar más en bienes y productos que en servicios. Además, pospone las compras hasta que las restricciones disminuyen, lo que coincide con la recuperación de la demanda. Un claro ejemplo de esto fue la ola del pasado septiembre en EE. UU. a raíz de la variante delta.

4. Política de compensación : lo que podría resultar aún más determinante para impulsar los mercados es el hecho de que esta situación fomentará políticas fiscales y monetarias aún más flexibles. Hemos visto en muchas ocasiones que, en la batalla entre los fundamentales y la liquidez, esta última ha salido victoriosa. Los mercados de bonos ya han descontado notablemente el riesgo de subidas de tipos a corto plazo, lo cual es comprensible, puesto que los bancos centrales de los países desarrollados han demostrado que no ajustarán las políticas si la inflación elevada no va acompañada de crecimiento. Con todo, esta última noticia les dará otro motivo para dudar.

En definitiva, aún desconocemos cómo se desarrollarán los acontecimientos en los próximos días y semanas; por tanto, abogamos por adoptar una postura más prudente. No obstante, si tenemos en cuenta las razones expuestas, no esperamos que se produzca una reacción desmesurada.